La dura realidad. Consecuencias económicas de la guerra

1 de enero, 2022 1
Treinta años Economista Titulado del Banco de España. Economía internacional. Autor del blog "Decadencia de Occidente", blog sobre los estragos... [+ info]
Treinta años Economista Titulado del Banco de España.... [+ info]

Este fin de año nos adentramos en una zona desconocida, con grandes incertidumbres sobre lo que nos espera. Por esa incertidumbre generalizada, los mejores modelos económicos son incapaces de precisar ni priorizar los riesgos a los que nos enfrentamos. Hasta 2008 vivimos otra década “prodigiosa”, similar a la década de los años sesenta, con altas de crecimiento y baja inflación. Eso se debió a la globalización, que hizo bajar los precios mundiales. A su vez, los tipos de interés históricamente más bajos mantuvieron una demanda fuerte, tanto en consumo como inversión. En el mundo menos desarrollado empezó a desaparecer la hambruna, como dicen las estadísticas del Banco Mundial. 
La creación del euro fue calurosamente aceptada por el público y los mercados.
La crisis financiera de 2008, la subsiguiente pandemia, y la guerra de Ucrania nos hizo abrir los ojos a una cruda realidad inesperada. Ya no estábamos en el paraíso en la Tierra.
Mientras, en ese transcurso, la Economía como ciencia se había ido, poco a poco, quedando desnuda, incapaz de interpretar la dura realidad. Sólo los que dejan en el cajón las matemáticas, pueden hacer predicciones.
Dice Nuriel Roubini, el economista agorero (le avala que predijo la crisis del 2008)

NEW YORK – La inflación aumentó considerablemente a lo largo de 2022 tanto en las economías avanzadas como en los mercados emergentes. Las tendencias estructurales sugieren que el problema será secular, más que transitorio.
Específicamente, muchos países ahora están involucrados en varias “guerras”, algunas reales, otras metafóricas, que conducirán a déficits fiscales aún mayores, más monetización de la deuda y una inflación más alta en el futuro.
El mundo atraviesa una forma de “depresión geopolítica” coronada por la creciente rivalidad entre Occidente y las potencias revisionistas alineadas (si no aliadas) como China, Rusia, Irán, Corea del Norte y Pakistán. Las guerras frías y calientes están en aumento.
La brutal invasión rusa de Ucrania aún podría expandirse e involucrar a la OTAN. Israel, y por lo tanto Estados Unidos, está en curso de colisión con Irán, que está a punto de convertirse en un estado con armas nucleares. El Medio Oriente más amplio es un polvorín. Y EE. UU. y China se enfrentan por las cuestiones de quién dominará Asia y si Taiwán se reunirá por la fuerza con el continente
En consecuencia, EE. UU., Europa y la OTAN se están rearmando, al igual que casi todos en Oriente Medio y Asia, incluido Japón, que se ha embarcado en su mayor acumulación militar en muchas décadas. Los niveles más altos de gasto en armas convencionales y no convencionales (incluidas las nucleares, cibernéticas, biológicas y químicas) están casi garantizados, y estos gastos pesarán en el erario público.

Esperemos que nos hagan el menor daño posible, y recemos para que esta guerra se termine ya. Las guerras no las gana nadie. Ni el vencedor.,

¡Feliz año nuevo!

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