La deuda española. Ironías de la historia

5 de noviembre, 2017 0
Treinta años Economista Titulado del Banco de España. Economía internacional. Autor del blog "Decadencia de Occidente", blog sobre los estragos... [+ info]
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1º en inB
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La deuda de los sectores económicos españoles tiene la siguiente configuración, en el II trimestre de 2017.

Primero. La suma total de la deuda de todos los sectores es se 3,3 billones de euros, lo que representa el 295% del PIB. Es decir, que debemos cada uno, en términos brutos, tres veces nuestros ingresos.

Segundo. El 131% del PIB, es la deuda pública. Por lo tanto, es falso que dicha deuda pública sea "sólo" del 100% de PIB, como pretenden engañarnos conjuntamente el Gobierno y Bruselas mediante el PDE, Procedimiento de Déficit Excesivo, sistema contable que elimina las deudas entre administraciones (por ejemplo, Cataluña al gobierno central), contablemente lógico, pero no económicamente, porque esa deuda nunca se va a pagar.

Tercero. El resto de la deuda bruta corresponde al sector privado: empresas no financieras, 100%, y hogares, 64%, que han reducido mucho su deuda.

Cuarto. El acreedor mayoritario de esa deuda es el sector financiero, con 177%, y el sector exterior, con 76%, aunque hay un resto importante del 42% del gobierno y sector privado no financiero.

Quinto. De estos datos resultan una cifras netas consolidadas que dan como resultado una deuda total neta frente al exterior del 76% del PIB. Por definición, la deuda exterior es la deuda de la Nación.

No son datos excepcionalmente malos, según como sea la calidad de esas deudas y de los avales o activos que están financiando. Es decir, ¿son esas deudas recuperables con seguridad, son esos avales lo quedice el mercado que valen? ¿No ponen en una pisvion difícil al acreedor principal, la banca?

Para empezar con la deuda pública, un 130% del PIB no es niguna broma. Sobre todo por el ritmo al que ha subido: del 61% de PIB en 2009 a más del doble. En ocho años, nos hemos puesto al nivel de deuda de Italia. Ahora la estamos financiando barato porque el BCE la está comprando, y el mercado acepta que el precio al que la compra - o el tipo de interés que rinde- es bueno. Por cierto, algo así debe estar pasando con la recuperación europea, tan alabada. Hipos de interés muy bajos, gracias al BCE, permiten mayor endeudamiento.

Pero España está jugando con fuego con su dilema catalán, y eso podría hacer subir el tipo de interés de manera crítica. A eso se añade que tarde o temprano el BCE dejará de apoyar esa deuda, a medida que vaya retirando sus compras, de las que de momento ha reducido su volumen, aunque las ha prorrogado en el tiempo.

Se puede decir, en cambio, que gracias a ese endeudamiento público - que se transforma en ingresos transferencias al sector privado mediante la compra de bienes y servicios más transferencias - los sectores empresas y hogares han reducido su deuda/PIB desde el 215% PIB al 164% de hoy.

Esto no lo suele comentar nadie, pero hay un evidente juego de vasos comunicantes entre lo público y lo privado, y hay que reconocer que, vaya o no a aumentos de productividad, la deuda pública palía y reduce la deuda privada.

Es decir, ha habido una política keynesiana, de expansión monetaria del BCE y de expansión de la deuda del gobierno, se llame como se le quiera llamar. Y esa política ha permitido crecer a España, a un ritmo del 3% anual en tres años. Otra cosa es que el Gobierno no haya sabido rentabilizar electoralmente este momio, por su torpeza oceánica en pisar charcos y no sacar provecho de lo que hace bien. Hizo bien en no dejarse intervenir, y luego conseguir manga ancha en su déficit, mientras se crujía a Grecia, pero hizo muy mala publicidad del resultado. Ahí está Cataluña para demostrarlo.

Por lo tanto, podemos agradecer a este gobierno su lección keynesiana de economía, pero no su gestión de la defensa de la Constitución española.

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