Los fanáticos de las impresoras 3D tuvieron un sobresalto cuando el pasado jueves 3D Systems Corporation, fabricante del invento de moda, anunció la necesidad de más capital. La cotización de la compañía, que presentó un oferta pública de 5,95 millones de acciones nuevas, cayó un 10% en un solo día. Sin embargo, moldear el plástico al gusto del consumidor tiene los pronósticos a largo plazo a su favor y las finanzas expansionistas de esta empresa aún dan gas a los sueños de sus inversores.
Cube 3 no mide más de 6 pulgadas, podría ser el microondas de la cocina, y es una de las impresoras de 3D Systems pensada para el usuario no profesional. Desde este segmento hasta la producción industrial, al que proporciona máquinas especializadas como la ProX™ 500, la compañía ha incrementado durante los últimos 3 años el abanico de sus productos con la adquisición de más de 50 empresas del sector.
La compañía registró hasta 80 millones de dólares de beneficio operativo en 2013 y las ventas aumentan año tras año. Pero la cotización que oscila ahora los 50 dólares indica que los inversores esperan mucho más de lo que ofrece actualmente y, por ello, pagan hasta 120 veces sus beneficios. Según Motley Fool, la oferta de accionesrecaudaría entre 297,5 millones y 342,1 millones de dólares y les permitiría seguir su línea de expansión de los últimos años.
¿Son las impresoras 3D una moda o la base de un nuevo sistema industrial? La inyección de plástico para moldear figuras parece haber revolucionado la economía como la conocíamos hasta ahora y agrupa términos tan queridos en Silicon Valley como "software libre" y la "fabricación en cadena adaptable". Se acabó el "fabricaré cualquier coche siempre que sea negro" de Henry Ford, ahora las pequeñas compañías pueden manufacturar series cortas al gusto del consumidor. Esta es la utopía de la industrialización 2.0.
Carl Bass, en cambio, desmitificaba algunos puntos de estas premisas que conducen la revolución. Según el periodista, no se trata de una sustitución en la producción tradicional, sino un complemento. La inyección de plástico es personalizable, pero lenta, y difícilmente escalable. Por este motivo tiene las de perder en el mismo terreno dónde los robots y la aplicación práctica del Taylorismo triunfó hace años.
A Barcelona hemos visto abrir bares que sirven capuccinos y a la vez dejan trastear una impresora; lo llaman FabCafé. La cirugía también se ha beneficiado de esta inovación con el el primer implante fabricado con técnicas en tres dimensiones. La cuestión es saber si las compañías como 3D Systems se encuentra en la cresta del boom, o aún hay que descubrir más aplicaciones prácticas para justificar el crecimiento del interés por estos aparatos.