No se pierdan el frío y clarividente alegato de Paul Krugman contra el nuevo presidente de EEUU. Magistral.
Claro, que todo es opinable. Hoy, Roberto Centeno (voluntario en la campaña de Trump) escribe un artículo sobre las bondades que Trump va a traer a EEUU y al mundo en general. Puede que Centeno tenga razón en algunos de sus críticas a Obama, sobre todo en política exterior. Cuenta una historia que si es verdad es para agradecer que Obama se vaya para siempre:
Y en el summun de los disparates, Obama ordenó la realización de ejercicios militares en Lituania y Estonia, en las fronteras mismas de Rusia, como si buscara un incidente. Maniobras en la que los riesgos de colisión entre aviones de EEUU y Rusia han sido enormes, algo que los comandantes operativos han evitado (“probablemente” a sugerencia de su antiguo jefe, el mítico y condecorado general James Mattis, nuevo secretario de Defensa, ya que aún no podía darles órdenes). Esa ruptura se hizo clamorosamente patente el pasado día 4 en la base militar Myer-Henderson Hall en Arlington en su discurso de despedida a la Fuerzas Armadas, en la que la mayoría de los asientos estaban vacíos.
Obama ha tenido un papel oscuro, sino siniestro, en la primavera árabe y la guerra de Siria. Casi deja caer a Egipto manos de los Hermanos Musulmanes. Pero las cifras son clarísimas: su política económica ha logrado el pleno empleo. Krugman dice con razón que qué va a pasar cuando el paro empiece a subir, pues no puede bajar más. Esto, a pesar del proteccionismo programado, que, vía retaliations, no puede más que sumir al mundo en una contracción del PIB; aparte de la más que probable subida del dólar. Es posible que esto sea algo lento en desarrollarse, y que este año sea de gran crecimiento mundial. Pero es posible también, dada la transparencia con la que Trump agrede a sus ciudadanos y a los demás países, sin respetos mínimos por las reglas de la diplomacia más elemental, que surjan más pronto que tarde expectativas pesimistas sobre la economía mundial. Dado su narcisimo incontenible, como lo llama Krugman, la única ventaja del personaje es que no oculta nada, cumple su palabra, y que lo más que podemos desear es que no alcance un segundo mandato. Trump es un signo de los tiempos que vivimos. Su estética de pesadilla, desde su peinado a su obsesión por el color oro, que ha puesto en las cortinas del Despacho Oval, es una muestra perfecta del "todo vale" de hoy en día. Desgraciadamente estoy de acuerdo con Krugman, que nos quedan por ver cosas mucho peores todavía.