Italia, país fundador de la UE y tercera economía después de Francia. Se encuentra en una situación atascada política y económicamente, ante el referéndum de hoy, 4 de diciembre, de una importancia difícil de exagerar. Si ganara Renzi, se salvarían de momento las instituciones. Si perdiera, y dimitirá como ha prometido, se abriría la puerta a la incertidumbre radical. Las reacciones inmediatas de los mercados no serían halagüeñas, como ya anuncia la prima de riesgo bastante más alta que otros países como España.
Italia tiene un problema de disfunción económica y política: ¿cual es la causa y el efecto? difícil saber, pero si nos atenemos a la cronología, Italia lleva 17 años, desde la creación del euro, arrastrándose: desde entonces ha crecido tan solo un 6%, que es como decir que está estancada. El malestar causado por esta situación no es comparable al que puede haber en otros países grandes de la Zona Euro.
En el gráfico, vemos
Que Italia ha crecidos menos, tiene más alta tasa de paro, que Francia y, por supuesto, Alemania. Sin embargo, Italia ha hecho un esfuerzo fiscal, visible en el superávit primario, más intenso que Francia, pero también incluso Alemania.
Es decir, ha cumplido mejor con sus obligaciones de austeridad, lo que viene a demostrar que la austeridad en un tiempo de estancamiento y deflación (véase que está en inflación cero), son perjudiciales para la salud económica: se consigue un superávit exterior, signo inequívoco de que la demanda interna - y de la Zona Euro - es deficiente. Al no crecer, la Deuda/PIB no mejora, y sigue en el 130% de PIB, pese al superávit primario.
Italia es un país encorsetardo fuertemente, que cuando tenía su divisa crecía fuertemente, que ahora este probablemente un 30% sobrevalorada, y que no puede tomar decisiones decisivas porque sus instituciones - el Senado - son redundantes y boicotean las decisiones del parlamento. Es lo que trata de corregir Renzi con su referéndum de hoy, pero de momento ha conseguido dividir al país en dos. Será menos malo para todos si gana, pero la tarea que le queda después es hercúlea, no sólo para reformar la Constitución, sino después para hacer reformas económicas "de oferta" estructurales. Éstas, con su lento resultado, no garantizan La Paz social de un país profundamente dividido que necesita ante todo crecer, crear empleo, y esperanza de futuro. Pero en Europa, dentro del estrecho marco diseñado por Alemania, no hay otra salida.