Psicología inversora:
La inversión en valores requiere un esfuerzo psicológico importante; se podría decir que no todo el mundo está psicológicamente preparado para obviar las oscilaciones en los precios de las acciones. En la práctica el valor real de una empresa no oscila tanto como su cotización, debido a que en el día a día de la empresa las actividades de inversión y financiación de la misma no se producen de forma tan rápida como refleja un gráfico de cotización.
En análisis financiero se usa a menudo el coeficiente Beta (β), una medida de la volatilidad de un valor en relación con la variabilidad del mercado, de modo que valores altos de Beta denotan más volatilidad, un valor de Beta igual a 1 representa la equivalencia con el mercado.
La diferencia entre Beta (β) de una acción y 1 se expresan en porcentaje de volatilidad. Por ejemplo una acción con Beta igual a 1,63 nos indica que dicha acción es un 63% más volátil que el mercado. Igualmente, un valor con Beta 0,7 representa que dicho valor es un 30 % menos volátil que el mercado.
La experiencia nos ha demostrado que una acción más volátil no implica que sea más arriesgada. El riesgo proviene de otro tipo de factores como: mala gestión, excesivo endeudamiento, falta de adaptación al entorno, etc. La volatilidad es algo innato al mercado debido a la naturaleza maníaco-depresiva de la bolsa, el optimismo provoca la sobrevaloración de las empresas, mientras que el pesimismo tiende a infravalorar en ocasiones muchos valores. El brillante B. Graham decía que un buen inversor es un realista que compra a un pesimista y vende a un optimista. La tarea del inversor es aprovechar la miopía del mercado para invertir en empresas extraordinarias a precios razonables. Cuando hablamos de miopía nos referimos a que el mercado en muchas ocasiones valora las acciones basándose en períodos de tiempo demasiado cortos y olvida la evolución extraordinaria de algunas empresas. Si observamos un gráfico con un horizonte temporal de más de 10 años de alguna empresa rentable observaremos que la cotización sufre muchas variaciones a lo largo del tiempo pero que siempre tiene una pendiente positiva.
En contraposición a este razonamiento la Teoría del Mercado Eficiente defiende que los precios de cotización de las empresas reflejan toda la información existente y se ajustan total y rápidamente a los nuevos datos que puedan surgir. Esta teoría puede que sea válida en el corto plazo, dejando de ser cierta en el largo plazo para unas cuantas empresas. Por este motivo siempre se recomienda al inversor que evite tomar decisiones de inversión basadas en noticias económicas ya que de forma inconsciente se verá arrastrado por el propio mercado. El hecho de que una empresa reduzca su beneficio en un determinado trimestre no tiene que preocuparnos si la evolución de la empresa es favorable tomando como base el BPA medio de 2 o 3 años. La contabilidad empresarial y los ratios financieros son fundamentales para tomar decisiones de inversión, ya que consideramos que ofrece al analista una información más valiosa y objetiva. Por otra parte si hacemos un seguimiento de nuestra cartera de inversión a través de la información contenida en los estados financieros comprobaremos que es mucho más sencillo soportar las fluctuaciones que sufren las acciones que componen nuestra cartera de inversión; además este planteamiento nos brinda la posibilidad de ajustar nuestra cartera de inversión con la compra y la venta de valores de una forma más inteligente que guiándonos por la gran cantidad de noticias financieras que se publican diariamente. Resumiendo proponemos objetividad de la contabilidad frente a la subjetividad y una actitud inversora a largo plazo frente al corto plazo.
Por otro lado el precio de compra de una acción nos va a determinar la rentabilidad de dicha acción de dos formas distintas. Por un lado tenemos que cuanto más barata compremos la acción, mayor será la rentabilidad por dividendo de dicha acción, siempre y cuando la empresa en cuestión reparta dividendos a sus accionistas. Por otro lado, cuanto menor sea el precio en el momento de comprar el valor, mayor potencial de revalorización tendrá la cotización si hemos seleccionado la empresa correcta. Por tanto, se puede decir que las oportunidades de inversión se presentan cuando caen las cotizaciones de las empresas y no cuando suben. El problema es que en el momento en el que se desploman las cotizaciones resulta menos atractivo invertir porque el miedo a mayores caídas va contra una actitud positiva a invertir. Sin embargo desde un punto de vista racional es el mejor momento para adquirir acciones, por lo que será necesario hacer un esfuerzo psicológico importante para desviarnos del pesimismo existente en el mercado. Con el tiempo y si la evolución de la empresa se ajusta a lo que habíamos previsto, nuestra recompensa vendrá en forma de rentabilidad. Hay que tener presente que comprar una acción implica convertirnos en propietarios de una parte de la empresa, por lo que al igual que cuando compramos un coche le hacemos un mantenimiento, cuando compramos una participación en una empresa es conveniente hacerle un seguimiento para ver de cerca la evolución de nuestra porción de la empresa. Todo ello con la idea de ir ajustando nuestra cartera de inversión en el caso de que fuera necesario incrementar o reducir nuestra participación en cada una de las empresas. Si la empresa sigue una evolución favorable, en principio no habría motivo para deshacernos de ella. Al contrario de lo que muchas veces se piensa, lo más recomendable en bolsa no es comprar la acción y olvidarnos de ella, sino que para obtener buenos resultados es imprescindible hacer un seguimiento de nuestra cartera de inversión. También por este motivo es recomendable una cartera diversificada pero concentrada, es decir que no cuente con demasiados valores para simplificar su seguimiento y para focalizar la inversión sólo en empresas extraordinarias; hay que tener en cuenta que el número de valores distintos que podemos asumir en nuestra cartera de inversión dependerá del tiempo del que dispongamos para hacer un seguimiento completo de las diferentes empresas.