El interés compuesto es un fenómeno poco intuitivo y la mayoría de las personas no suele apreciar su impacto en la realidad. Es por todos conocido la historia del rey que prometió dar granos de arroz duplicando su cantidad según las casillas de un tablero de ajedrez. Él tampoco entendía el interés compuesto. (En este caso había doble trampa porque había una primera operación 8x8 y una segunda de 2 elevado a 64 que enmascaraban la cantidad total de granos de arroz).
Pero no sólo los bienes económicos crecen de manera compuesta. Los conocimientos también lo hacen. Todos sabemos que hay personas que tienen una tendencia natural a aprender o informarse más que otras. Esto puede ser por factores biológicos o bien acontecimientos de su vida. Por ejemplo, si una persona es poco hábil socialmente y no ve probable poder alcanzar reconocimiento social mediante interacciones interpersonales, tenderá a buscar otros aspectos en los que pueda mejorar y conseguir ese reconocimiento.
Sea cual sea la causa de esta tendencia, siempre habrá personas que mejoren su conocimiento al 20% anual, mientras que otras a un 5%. Esta diferencia puede ser sutil en un principio, aunque marca la diferencia a largo plazo.
La mayoría de la gente divide su vida entre trabajo y ocio, de forma marcada. Las personas que lean esto seguramente tengan otro apartado para su educación. Este tiempo extra empleado a tareas de formación suele parecer irrelevante (un +5% en conocimientos no es especialmente notable), aunque es lo que marca la diferencia entre una persona que conoce en profundidad un tema y otra que no.
Kaizen exponencial.