Iceberg de Valor | #16 - Disrupción tecnológica

2 de diciembre, 2017 0

El valor de una empresa viene determinado por la capacidad de generar flujos de caja futuros. Por lo tanto, el reto al que se enfrenta el inversor es el de estimar estos flujos de caja. Para ello, salvo que sea propietario de cierto DeLorean, sólo dispone de datos del pasado. Sin embargo, intentamos saber a dónde va a ir la pelota, aunque sólo sepamos dónde ya ha estado. 

En la comunidad “value” es habitual poner énfasis en “el Excel” (imaginaos estas letras con estrellitas y colores). La capacidad de desgranar la contabilidad de una empresa es, sin duda, una parte importante de valorar de una compañía. Sin embargo, y ya que todo dato futuro es una estimación, me gustaría poner el énfasis en la fe en estas estimaciones.

La seguridad que podamos tener en “el Excel” (otra vez, con estrellitas y melodía celestial) vendrá determinada por los conocimientos que se tengan sobre la compañía y sector, además del espíritu crítico/creativo necesario para predecir amenazas y oportunidades futuras.

Por esta razón, quiero dar importancia al proceso de análisis de debilidades, amenazas, fortalezas y oportunidades de una empresa. La paciencia y la calma son atributos vitales para el inversor. Sin embargo, y salvo predisposiciones biológicas, estas cualidades deben sustentarse en una base real que nos haga creer en la empresa.

¿Esto por qué no lo hace Google? ¿Qué pasará cuando lleguen los coches autónomos? ¿Y si el competidor tira los precios? ¿Y si Amazon destruye todo el retail?

Siempre existe un escenario futuro en la que una empresa vale cero, por improbable que ésta sea. Estudiar cómo se llegaría a esta situación, lejos de mostrar debilidad, afianza la fe en la tesis de inversión. Si piensas que es imposible perder dinero en una inversión, no la has analizado lo suficiente.

Un caso de disrupción tecnológica fue Casper Mattress, que empezó a vender colchones online. El no tener tiendas físicas permite eliminar muchos costes, que permiten tener precios atractivos. Vendía un modelo, barato y las devoluciones eran gratis: el negocio triunfó.

Pero los colchones se tienen que tocar para comprarlos, ¿no? Parece que no.

Sin embargo, hay que tener cuidado con la disrupción tecnológica, porque tampoco basta con saber las bondades de una tecnología para extraer conclusiones. Por ejemplo, la persona que compró acciones de Amazon en 1999 tuvo la visión correcta, sin embargo, la realidad era tan diferente a su visión, que sufrió duras consecuencias. Sin embargo, hoy Amazon es una gran compañía y esa visión inicial se ha cumplido.

Este fenómeno se entiende mejor con el ciclo de sobreexpectación de Gartner. Según esta teoría, toda tecnología pasa por 5 ciclos: lanzamiento, pico de expectativas sobredimensionadas, abismo de desilusión, rampa de consolidación y meseta de productividad. Este comportamiento se ha visto en múltiples ocasiones: internet, iPhone, realidad virtual (probablemente), etc.

En conclusión, al inversor se le presenta la encomiable tarea de plantearse los múltiples escenarios futuros, pero, a la vez, saber ponderar lo cerca o lejos están de materializarse.

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