La desesperación de Trump con la Reserva Federal EEUU y la ignorancia que mostró China hacia él, se vieron transformados en una ira que suscitó los peores acontecimientos que se recuerdan de la “Guerra Comercial Z”. El 1 de agosto de 2019 Donald Trump dio un golpe en la mesa anunciando que castigaría a China con nuevos aranceles. De esta forma, USA impondría a partir del 1 de septiembre de 2019 un arancel del 10% sobre 300.000 millones de dólares sobre importaciones de productos procedentes de China. Por lo que los aranceles, en caso de hacerse efectivos en septiembre se incrementarían hasta los 550.000 millones de dólares en productos chinos. Los mercados comenzaron a bajar violentamente a raíz de sus declaraciones y a sumergirse en una vorágine de esquizofrenia diaria, a medida que la ira y las falsas esperanzas aparecían en los medios de comunicación.
Trump lo anunciaba de esta forma a través de su “medio oficial”, Twitter:
“Nuestros representantes acaban de volver de China, donde han tenido conversaciones constructivas sobre un futuro acuerdo comercial. Pensamos que ya habíamos llegado a un acuerdo con China hace tres meses, pero, tristemente, China decidió renegociar el acuerdo antes de firmarlo”.
“China aceptó comprar productos agrícolas de Estados Unidos en grandes cantidades, pero eso no ha pasado”.
El sector agrícola de USA, en especial el de la soja, estaba soportando las consecuencias de la gestión ineficiente en ese aspecto, perdiendo cientos de millones de dólares y sin poder vender las cosechas que, normalmente, absorbía el país asiático sin problemas. China llevaba un tiempo comprando en Argentina esos productos agrícolas con resultados satisfactorios, una medida silenciosa que presionaba a Estados Unidos. En la imagen podemos ver la ruta marítima que se sigue para enviar dichos productos a China.
Para el presidente Trump, la guerra es el medio para llegar a la paz. Es consciente de que las hostilidades de cualquier tipo son sus mejores armas en el circo político, con la capacidad de emprender ataques a grandes aliados internacionales con el mismo ahínco con el que desprecia a sus enemigos políticos nacionales o critica la estrategia de la Reserva Federal (FED). Se ha dado cuenta de que cuanto más humilla, mayor es la lealtad de su base de votantes.
La respuesta de China sobre los aranceles no tardaría en llegar, el 6 de agosto 2019 en un comunicado publicado por el Ministerio de Comercio chino consideró esta subida arancelaria, como “una grave violación de la reunión entre los jefes de Estado de China y Estados Unidos”.
“Se ha acordado que la Comisión de Aranceles Aduaneros del Consejo de Estado no descarte gravámenes a la importación a productos agrícolas de Estados Unidos recientemente adquiridos después del 3 de agosto, y las empresas chinas relacionadas han suspendido la compra de productos agrícolas estadounidenses”.
No crean que todo quedó ahí, un día antes de la comunicación, China hizo de las suyas devaluando su moneda (yuan), rompió la barrera psicológica de las siete unidades por cada dólar, algo que no ocurría desde abril de 2008. Un yuan más débil significa que los productos chinos denominados en dólares son más baratos, algo que amortiguaría el efecto negativo de los nuevos aranceles que vendrían. La contra respuesta fue tildar de nuevo por parte de USA y particularmente por su Departamento del Tesoro, que China era un país “manipulador de divisas” y lo amenazó con tomar represalias para acabar con esas injustas estrategias.
La furia del banco central chino por esas declaraciones los llevó advertir al mundo afirmando: “Esto no solo socavará gravemente el orden financiero internacional, sino que también desencadenará turbulencias en el mercado financiero, obstaculizará en gran medida el comercio internacional y la recuperación económica mundial”.
Como no podía ser de otra forma, Trump mandó su recadito habitual vía Twitter: “China dejó caer el precio de su divisa a casi un mínimo histórico. Se le llama manipulación de divisas. ¿Estás escuchando, Reserva Federal (FED)?”
A raíz del recadito de Trump, los últimos 4 ex-presidentes de la FED (Paul Volcker, Alan Greenspan, Ben Bernanke y Janet Yellen) enviaron una carta a Wall Street Journal requiriendo la independencia en la política monetaria y advirtiendo de que los ataques que sufrieran por parte del gobierno republicano sólo causarían inestabilidad en los mercados y en la economía. Fue un gran apoyo al actual presidente, Jerome Powell, que a pesar de todos los ataques siempre ha actuado bajo sus principios sin verse influido en sus decisiones.
Conviene recordar que Trump ejecuta con determinación el asunto que afronte, pero la persona que “le calienta la cabeza” es el genuino Peter Navarro, el asesor de comercio de la Casa Blanca. Pidió públicamente que la FED bajara los tipos de interés entre 75 y 100 puntos básicos, algo exagerado y peligroso para la situación que vivíamos en aquel momento.
De izquierda a derecha: Janet Yellen, Paul Volcker, Alan Greenspan y Ben Bernanke- Fuente: Nuevo Microcosmos
Los datos de julio en referencia al comercio arrojaron más respuestas que los ataques de ira de ambos países. Se vio que China dejó de comprar productos estadounidenses ya que descendió un 14% la adquisición de dichos bienes. La suma de los siete meses es peor ya que las importaciones descendieron un 24,2%, mientras Trump no veía más allá de su ego, los chinos llevaban meses planeando en el silencio la reducción de compras. Hasta julio, el superávit comercial de China con respecto a USA fue de 145.329 millones de euros, un 10,8% mayor al de los primeros siete meses de 2018. Peor aún, nuestro augurio de que la guerra comercial desplazaría hacia abajo la sociedad comercial de USA con China se cumplió, en el análisis de enero a julio de dichos socios, se puso en primer lugar la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) y en segundo la Unión Europea (UE), desplazando a USA a la 3º posición. Con esto se ve quien estaba ganando las últimas batallas, sin dar un solo grito o insulto.
El 10 de agosto de 2019, Donald Trump se mostró abierto a continuar con las negociaciones, incluso estuvo más asertivo que de costumbre. Una actitud inquietante en medio de la tensión que provocó en el mercado un sentimiento extremo de confusión y de una lateralidad explosiva. Nadie especulaba con el próximo paso, dado que podías esperar cualquier cosa del señor presidente. Así fue, tres días más tarde, el Gobierno de Estados Unidos anunció que decidía retrasarparte de la subida de aranceles del 10% a productos chinos que tenían que entrar en vigor el 1 de septiembre, hasta el 15 de diciembre. Productos como teléfonos móviles, portátiles, consolas, ciertos juguetes, monitores de computadora y algunos artículos de calzado y ropa son ejemplos de los productos que retrasarían. La Oficina del Representante de Comercio Exterior de USA (USTR)informó, además, de que algunos productos se eliminaron del listado de bienes por motivos de “salud, seguridad nacional y otros factores”. Nunca se llegó a especificar cuáles eran los motivos en profundidad.
Como no podía ser de otra forma, Donald Trump nos elucubró con su justificación navideña. “En caso de que algunos de los aranceles tengan un impacto en los consumidores estadounidenses, aunque hasta ahora no ha habido prácticamente ninguno, pero en caso de que puedan tener un impacto en las personas, lo que hemos hecho es retrasarlo, para que los aranceles no sean relevantes para la temporada de compras navideñas”.
Personalmente, eso de que no había tenido ninguna trascendencia, habría que haberles preguntado a los agricultores norteamericanos. A mi me sonaba más a que se le había ido de las manos y había que justificarlo de alguna manera.
Fuente: Expansión
Un día más tarde, el 14 de agosto de 2019, la economía alemana se contraía un 0,1% en el segundo trimestre. Una de las naciones más castigadas por las tensiones comerciales era Alemania. La producción industrial cayó en junio un 5,2% en términos interanuales, el mayor descenso en una década, y las exportaciones un 8%, el mayor desplome en 3 años. Fue revelador las declaraciones de Sebastian Dullien, director del Instituto de Macroeconomía e Investigación Económica (IMK), ya que consideraba que “las perspectivas para los próximos meses son más dramáticas que el pequeño retroceso del PIB”.
Advierte sobre los efectos de la caída de la demanda sobre el sector manufacturero en general y la industria del automóvil, en particular, primer empleador y exportador del país. Las ventas de Mercedes-Benz, BMW y Audi han caída en lo que va de año en comparación a 2018.
Para colmar el día, Donald Trump volvió a la carga para humillar de nuevo al presidente de la FED, ya os diré por donde se pasó la carta que mandaron los anteriores mandatarios y que hemos comentado antes. La tensión de Trump, unida a la noticia de Alemania más la posible recesión si todo continuaba en esta dinámica, le llevó a seguir despotricando al pobre Jerome Powell.
“Nuestro problema es la FED. Subieron los tipos de interés, demasiado y demasiado rápido. Ahora demasiado lento para bajarlos; otros países se lo están agradeciendo al despistado de Jay Powell y la FED”.
Canciller Federal de Alemania, Angela Merkel - Fuente: El Español
Mientras tanto, el 16 de agosto de 2019, despierta la furia china comunicando que no tenían otra alternativa que tomar más represalias contra EEUU, sin especificar qué medidas utilizarían en concreto. La portavoz del ministerio de Exteriores china apuntó, “China se opone decididamente a que Estados Unidos dañe los intereses de China y del mundo a través de acciones unilaterales y políticas proteccionistas”, reclamó que pusieran fin a estrategias oscuras y que resolviera los problemas de igual a igual.
Sin embargo, la respuesta de Trump no se hizo esperar, asegurando que “a China, le gustaría firmar un acuerdo, y tiene que ser uno en los términos apropiados. Francamente, tiene que ser un acuerdo en nuestros términos. Si no, ¿cuál sería su sentido?”. Con esa actitud sosegada y de prepotencia se erigía el presidente norteamericano, había conseguido su objetivo de enervar y transmitir la tensión al gobierno chino.
¿Creen que quedó ahí? La continuación de los dos días siguientes alcanzó la misma estela. Una cena con Tim Cook, CEO de Apple, compañía a la que ha criticado en repetidas ocasiones por no fabricar un mayor volumen de sus productos en Estados Unidos. En la sobremesa con el ejecutivo de la manzana, lanzó el tuit de que Apple gastaría grandes sumas de dinero en EEUU, pobre iluso. Al día siguiente, se vino arriba con todo el equipo y cómo no tiene abuela este hombre, defendió su estrategia con China como magnífica y autoproclamo la economía de USA como la mejor del mundo.
Mientras tanto, en el planeta Tierra, más particularmente en Pekín, seguían maquinando las contramedidas a Trump, ¿cómo actuarán? Y lo que es más importante, ¿Dónde desembocaría toda esta “Guerra Comercial Z”?
CONTINUARÁ…
Fuente: Expansión