Guerra Comercial Z: Capítulo 10 – “El artificio del engaño”

19 de abril, 2020 Incluye: AAPL 1
Cuando era pequeño me quedé prendado de los mercados financieros y cuando crecí aprendí el valor del interés compuesto. A lo largo de mi... [+ info]
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A principios de junio 2019, el gobernador del banco central más poderoso del mundo (FED), Jerome Powell, prescindió por primera vez en muchas semanas de la palabra “paciencia” para pasar a la fase de estudio de un recorte de los tipos de interés.

La incertidumbre del equipo americano y chino en referencia a las negociaciones comerciales nos tenía en vilo a todos, pero la FED contemplaba el peor de los escenarios para actuar en el caso de que hubiera que sostener el crecimiento económico. De materializarse, este recorte sería el primero en más de 10 años, cuando Ben Bernanke realizó una serie de recortes en los tipos antes y durante el estallido definitivo de la crisis de las hipotecas subprime. El precio del dinero se mantuvo constante en niveles cercanos a 0%, hasta que Janet Yellen, sucesora de Bernanke, decidió incrementar los tipos en diciembre de 2015. Desde ese momento, los tipos se han incrementado nueve veces.

La prevención de la FED se justificó cuando Donald Trump comunicó la decisión de imponer aranceles del 5% a los productos mexicanos si su gobierno no detenía el flujo de inmigrantes indocumentados. El temor de los mercados en esos días nos mantuvo con el ojo en retaguardia, pues Trump tenía puesta su mira en imponer aranceles a los coches de procedencia europea y japonesa.

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Unos 10 días antes de la reunión del G-20, Trump reafirmó vía Twitter que mantendría una prolongada reunión con el primer ministro chino, Xi Jinping. Para el mercado financiero era un punto de inflexión bastante importante, esa reunión resolvería la duda de si la Casa Blanca aplicaría la amenaza de más aranceles por valor de otros 300.000 millones de dólares. Estos aranceles estaban sujetos a un proceso de audiencias públicas por parte de la Oficina de Comercio. Más de 600 empresas estadounidenses advirtieron que los aranceles serían mortíferos, pondrían en peligro 2 millones de puestos de trabajo, incrementando 2.000 dólares de costes adicionales medios a las familias norteamericanas y el PIB retrocedería un 1%.

Desde comienzos de mayo 2019, China se ocultó en el silencio de declaraciones externas agresivas, sólo se limitaba a trabajar en los despachos, sin dejar que los “mensajes de ira” de Trump interfirieran en el buen hacer de los funcionarios chinos. Eso enfadaba más a Trump, esperaba la reacción de China como objeto de su estrategia de comunicación. El equipo chino se mantuvo firme hasta la fecha que su primer ministro tenía que reunirse con el presidente de EE.UU.

Mientras tanto, en el sector privado, Apple se encontraba planeando su diversificación de la cadena de producción. Pidió a sus grandes proveedores que trasladaran entre un 15%-30% de su producción en China hacia países del sudeste asiático. Para poder finalizar ese traslado se tardaría un año y medio aproximadamente. La empresa Foxconn, el ensamblador de origen taiwanés del iPhone más importante, reconoció días antes que estaba preparado para trasladar parte de la producción fuera de China. Esta información se transmitió a fabricantes del MacBook (Quanta Computer), el iPad (Compal Electronics) y el AirPod (Inventec, Luxshare-ICT y GoerTek).

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Fuente: Tecnonucleous

 
Llegó la tan ansiada reunión del G-20 en Osaka (Japón), el sábado 29 de junio 2019, Trump caracterizado por su impecable impredecibilidad e impulsividad lanzó al mundo dos noticias relevantes que estabilizaron los mercados financieros:

  • Levantamiento de veto a Huawei para permitirle de nuevo negociar con empresas estadounidenses.
  • Confirmaba que no impondría nuevos aranceles a las importaciones chinas.

Durante la rueda de prensa, el presidente de USA, afirmó que suspendió los aranceles porque China les prometió comprar productos agrícolas en grandes cantidades. Era una gran noticia para todos en general, pero siguieron pasando los días sin acuerdo rubricado por escrito que nos llevará a la confirmación legal de un pacto entre las dos potencias más importantes del mundo.

Me pareció relevante saber que pensaba Ren Zhengfei, fundador de Huawei, sobre el levantamiento de veto por parte de USA. Fue revelador conocer que se habían comenzado a adaptar al nuevo paradigma de no depender de Estados Unidos, por lo que él pensaba que beneficiaba más a las empresas estadounidenses que a ellos mismos. En sus declaraciones insistió mucho sobre su estrategia de no depender de nadie, afirmando que “si no se nos permite utilizar los componentes de EEUU, confiamos en nuestra capacidad para usar componentes chinos y de otros países”. Puede que sea el primer paso para que esos componentes se fabriquen en Europa y en otros países en detrimento de USA, lo veremos con el tiempo.

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Fuente: Infobae

Por otra parte, el director general del Banco de Pagos Internacionales (BPI), Agustín Carstens, le preocupaba especialmente el elevado endeudamiento de las empresas en varios países avanzados porque le recordaba a la crisis de las hipotecas “subprime”, germen de la crisis de 2008, pero también entiende que los bancos podrían gestionar sus exposiciones financieras consecuencia de que hoy se encuentran mejor capitalizados. “El mercado de préstamos apalancados tiene actualmente un tamaño próximo a los tres billones de dólares estadounidenses, comparable al volumen del mercado de bonos de titulización de deuda garantizados que amplificó la crisis de la deuda subprime”. La realidad es que se ha producido un fuerte incremento de los bonos de titulización de préstamos garantizados y las condiciones de concesión de crédito se han relajado.

Los bancos centrales se han visto obligados a frenar el proceso de normalización de sus políticas monetarias ante el debilitamiento económico cuando el comercio mundial se atenuó. Por no decir, el Banco Central Europeo o el de Japón, que continúan sumergidos en tipos de interés ultrabajos. 

Cuando se conocieron los datos sobre el bajo crecimiento económico de China, el presidente de USA realizó unas declaraciones que me alertaron. Después de más de 15 días sin el acuerdo legal entre ambos países, Trump atacaba y humillaba al país chino. Si el silencio de esos días me mosqueó, estas declaraciones confirmaban que China no estaba por la labor de cumplir las promesas que hizo en la reunión del G20 y que el mismo Trump después de haber claudicado con sus propuestas amistosas se estaba quedando con una cara de iluso que se transformaría en ira por el artificio del engaño.

Estos fueron los mensajes vía Twitter:

“El crecimiento económico en China en el segundo trimestre es el menor que han tenido en 27 años. Los aranceles de EE.UU. están teniendo un efecto enorme en las compañías que quieren salir de China hacia países sin aranceles. Miles de empresas se están yendo”.

“Mientras tanto, estamos recibiendo miles de millones de dólares en aranceles de China, con posiblemente muchos más en camino (la clave). Estos aranceles están siendo pagados por China devaluando e inyectando, no por los contribuyentes estadounidenses”.

Unos días más tarde, se presentó en San José (California, USA) el nuevo “Mac Pro” de Apple. Un modelo de ordenador pensado fundamentalmente para profesionales del diseño y la edición de vídeo, su precio… 6.000 dólares. El contratista elegido para la producción, la empresa china Quanta Computer Inc. Un gran dispositivo considerado de lujo, con una producción reducida que justifica su traslado a China donde los costes unitarios se reducen respecto a USA. Una decisión racional y lógica que tomaría cualquier empresario, pero que no fue visto con buenos ojos por el presidente norteamericano. Así lo afirmó en Twitter: “Apple no recibirá exenciones o alivio por los componentes del Mac Pro que se fabriquen en China. ¡Háganlas en EE.UU., no hay aranceles!”.

Trump reconoce que los aranceles afectan negativamente a Apple

Fuente: La Manzana Mordida

A finales del mes de julio 2019, sucedió una nueva ronda de negociaciones en Shanghai (China), la reunión de dos días en medio de una tensión desbordante por la multitud de declaraciones en el último mes por parte de Donald Trump desafiando y amenazando al país chino se mascaba en el ambiente.

Mientras tanto, en USA se celebraba la reunión de la Reserva Federal (FED) dónde se daba a conocer el cambio de estrategia con una bajada de los tipos del 0,25%, situando las tasas en el nivel de entre el 2% y el 2,25% en el que estaban en diciembre de 2018. Como Trump aumentaba su ira, tenía panes para dar y repartir a diestro y siniestro. Le tocó el turno a la FED, un día antes que se conociera la bajada de tipos. “Me gustaría ver una gran bajada… estoy muy decepcionado con la FED”, sentenciaba Trump. El señor presidente deseaba con todas sus fuerzas una guerra de divisas que se fue originando durante el verano de 2019.

A partir de ese momento, vendría la batalla más agresiva por parte de ambos países. China dejó aparte la elegancia y el silencio para unirse al grado de ira de Donald Trump. En contra, el presidente americano desplegó todas sus armas y sus mensajes más agresivos en toda la Guerra Comercial Z.

Xi Jinping expresa a Trump su preocupación por la injerencia de ...



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