“I don’t have to deal with the issues of the daily news cycle.” – Ron Suskind
Tan fácil de escribir como difícil de acometer. No por que no existan programas que mediante algoritmos lo lleven a cabo sino porque la concepción del riesgo varía en función del estado de ánimo de la persona. Y el estado de ánimo, lo queramos o no, viene condicionado por el entorno.
La conceptualización del riesgo conlleva a la seguridad. Por ejemplo, si nos perdemos con nuestro coche en una carretera, por la que no hemos pasado nunca, que carece de iluminación y en la que no vemos el final, la sensación de inseguridad hará que la de riesgo cobre fuerza. Sin embargo, en esa misma carretera, con iluminación y con un GPS que, aunque no se vea, nos indique nuestro punto de llegada la conducción será más segura y nuestro ánimo será de tranquilidad y de seguridad.
En finanzas, la situación es parecida. Si analizamos nuestra vida, habremos convivido con suficientes crisis económicas, políticas y sociales como para dar por sentado que la vida no es un camino lineal ni en la macro ni en la micro pues tales acontecimientos repercuten en el trabajo, en el hogar,… Sin embargo, los comportamientos continúan siendo erráticos. Todo al blanco o al negro según el titular de prensa del día.
Así, el dinero va trasladándose se depósitos a renta fija o variable con la única motivación de perseguir la rentabilidad a la que nunca se llega pues cuando ya hemos cambiado el activo llega Grecia o el petróleo o la divisa o China o Japón o España (que mancos no somos) y nuestro patrimonio se convierte un pozo de pérdidas y el mercado financiero en el gran déspota impasivo.
Para corroborar lo que hasta aquí se ha escrito basta con que escriba en un papel cuál eran sus sensaciones en cuanto a invertir en nuestro país hace 3 años (da igual si en renta fija o variable) y en el mismo papel escriba sus sensaciones actuales al respecto. Si a renglón seguido puede indicar qué factores condicionaron sus decisiones será una buena guía para el futuro.
El punto clave está en desgranar en ser conscientes de los riesgos que hemos de prever antes de afrontar inversión alguna. De este modo habrá que observar:
Riesgo inherente a la persona o Perfil de riesgo: en toda planificación financiera es el auténtico leibmotiv. Después del análisis personal, financiero y determinación de objetivos, el perfil de riego determinará la mejor estrategia a seguir para la consecución de los objetivos y, en consecuencia, concretará el factor tiempo.
Dicho perfil define lo que somos y nuestro compartimiento ante las incertidumbres. Es susceptible de variaciones tal y como nosotros lo somos. Nuestra energía vital varía con nuestra edad. Igual que lo hacen nuestras prioridades. No obstante lo anterior, nuestro perfil de riesgo como inversores define el porcentaje del mismo que estamos dispuestos a asumir y el porcentaje que estamos, del mismo modo, dispuestos a ver menguados nuestra inversión, esto es, nuestro patrimonio. Y eso es inamovible. O así debiera serlo.
Este riesgo será el conformará, como he señalado más arriba, la composición de la cartera; esto es, el porcentaje de liquidez, renta fija y renta variable que la compondrá. Por su parte, el riesgo de la carteravendrá, a su vez determinado, por la suma de los factores que no puedo controlar (riesgo sistemático) y los que sí puedo (bueno, mejor dicho, el equipo gestor) (riesgo no sistemático). A saber:
Riesgo sistemático: acudiré a Expansión para su definición: Es aquel que se deriva de la incertidumbre global del mercado que afecta en mayor o menor grado a todos los activos existentes en la economía. Es importante tener en cuenta que, dada la incertidumbre asociada con la economía en agregado, este riesgo no puede eliminarse mediante la diversificación; de ahí, que también se le denomine como riesgo no diversificable o riesgo de mercado. Por ejemplo, una recesión económica o una subida de los tipos de interés afectan de forma negativa prácticamente a todas las empresas (aunque no necesariamente en la misma magnitud).
Esto es, por ejemplo, lo ocurrido desde hace unas semanas con Grecia.Pero en una economía tan global, si algo como Grecia que pesa tan sólo un 2% en el PIB de la UE ha supuesto tanto no quiero imaginar las consecuencias de la caída sin freno de la bola de China con el trasfondo de la burbuja inmobiliaria, el petróleo, Estados Unidos o cualesquiera otro de mayor calibre.
Este tipo de riesgo sólo es defendible con una gestión activa, esto es, con un equipo gestor que sepa tomar las decisiones (y que tenga libertad para ejecutarlas) adecuadas para cada momento de mercado. Pero siempre bajo la prerrogativa del párrafo anterior: su perfil de riesgo. La inversión en bolsa, por ejemplo, le puede gustar o no. Pero siempre con independencia de lo que ocurra en la economía.
Riesgo no sistemático: es el riesgo específico asociado a cada uno de los activos que componen su cartera. Aquí la diversificación y, de nuevo, la gestión activa son factores clave para su control y para la obtención de rentabilidades minimizando las pérdidas. Y, una vez más, debe la proporción de activos sin riesgo con la activos de riesgo ser igual a la que ha determinado su perfil de riesgo como inversor.
De este modo, la planificación financiera deviene la mejor solución para los patrimonios no profesionales pues la delimitación de su perfil deviene el plan de ruta para la estructura de la cartera y el mejor pilar para no dejarse llevar ni por las emociones ni por los titulares de prensa. Al final, como en todo, basta con mantenerse fiel a uno mismo.