Riesgo, Incertidumbre, son palabras que automáticamente nuestro cerebro asocia con situaciones negativas. Normal cuando definimos el riesgo como “contingencia o proximidad de un daño”, o la incertidumbre como “ausencia de certeza”. Pero también hay una lectura positiva del riesgo y de la incertidumbre: las oportunidades.
En 1921, Frank Knight publicó “Risk, Uncertainty, and Profit” donde explica la diferencia entre riesgo e incertidumbre, una formulación de la definición que se convirtió en la más utilizada.
· Riesgo: el resultado es desconocido, pero se puede establecer de forma clara cuáles son todas las opciones y determinar las probabilidades de cada una de ellas. Por ejemplo, el lanzamiento de una moneda al aire.
· Incertidumbre: el resultado es desconocido y no se puede evaluar de forma completa porque su mapa de probabilidades o distribución no se puede calcular de forma clara. Por ejemplo, la actividad empresarial o las cotizaciones bursátiles.
Aunque se han desarrollado diferentes modelos para ambas situaciones (teoría de la utilidad esperada para el riesgo, o teoría de juegos para la incertidumbre), las situaciones de riesgo son las que han recibido mayor atención. Los economistas, gestores y analistas de inversiones se han concentrado en el análisis de riesgo, probablemente debido a su bien definida distribución de probabilidad en comparación con las variables aleatorias que la incertidumbre implica. Pero, como explicamos en “La geometría de las decisiones de inversión”:
“Cuando observamos los mercados tal como son, desaparecen las formas geométricas “puras” y las relacionales lineales. El compás, la escuadra y el cartabón no sirven para gestionar sistemas complejos, no lineales y totalmente impredecibles”
La diferencia entre riesgo e incertidumbre no reside en si tenemos el control sobre el resultado. Ninguno lo tiene. Se trata de saber si conocemos todas las opciones posibles, y sus probabilidades (riesgo), o no (incertidumbre). Y con el riesgo estamos más cómodos porque se puede medir, permite establecer unas expectativas claras de todos los posibles resultados y eso nos tranquiliza. Aunque el resultado es incierto sabemos a qué nos enfrentamos. El problema es que en los mercados financieros, en las decisiones de inversión, en la gestión de empresas, hay más incertidumbre que riesgo.
Para la gestión de la incertidumbre encontramos un buen punto de partida en la lucha interna contra el sesgo de la ilusión de control. Esa tendencia a sobreestimar que se dispone del control o de la posibilidad de influir en algo sobre lo que objetivamente no se tiene ningún control. Fijemos una premisa: “el futuro es impredecible”, y además, en el caso de los mercados financieros, su naturaleza es mucho más salvaje y arriesgada de lo que la gestión del riesgo presupone. Y esto sucede porque las grandes ganancias y pérdidas se concentran en pequeños lapsos de tiempo. La volatilidad se concentra, no es ningún misterio. Pero bajo la escuadra y cartabón de la geometría «euclidiana» los eventos se modelan como una larga serie de acontecimientos aleatorios. Aunque su importancia y magnitud pueden variar, se asume que se distribuyen como una campana de Gauss, lo que implica que ninguno es preeminente por sí solo. Y esto no es lo que se observa en la realidad.
Evitar el sesgo de la ilusión de control, y comprender la naturaleza del mercado, son puntos de partida sólidos para la gestión de la incertidumbre de las decisiones de inversión. A continuación vienen las convicciones, que en el caso de la #InversiónAdaptativa son: (1) los ciclos existen y (2) precio no es valor. Y en el análisis y comprensión del entorno es donde encontramos algo de luz, no mucha, que nos ayuda a la gestión de la incertidumbre. A diferencia de la gestión de riesgos, no buscamos respuestas en forma de “máxima pérdida esperada”, “escenario central y de riesgo”, “presupuesto de volatilidad”, etc… En nuestro método para la gestión de la incertidumbre de carteras, siendo conscientes de la complejidad y del riesgo de caer en la ilusión de control, solo buscamos respuesta a esta pregunta: ¿Carteras de inversión al ataque o a la defensiva?