Seguramente no exista mayor entelequia que el consenso y beneplácito entre los pueblos y sus gentes, las sociedades actuales y las de antaño, las concepciones Occidentales y Orientales, las izquierdas y la derechas, las Repúblicas y las Monarquías y como no, las familias.
Somos renuentes a la hora de aceptar que existen otras formas de ver, de conocer, de hacer o de sentir. Nos auto arrogamos el criterio y la responsabilidad moral de enjuiciar otros paradigmas, incluso períodos históricos ya vetustos, creyéndonos virtuosos de nuestra propia complacencia en un ejercicio que el insigne historiador Fernando Paz define como “solemne mamarrachada”. Amén.
Sin embargo, podemos encontrar un atisbo de entendimiento en un colectivo tan díscolo y fatuo como es precisamente el de los historiadores. Una parte sustancial de ellos conviene aún en nuestro días, la singular relevancia que tuvieron las aportaciones del Pueblo de Roma a la configuración definitiva de las sociedades de Occidente y también de Oriente.
Juvenal, poeta y satírico romano autor de las Sátiras legó la deliciosa y sobria locución latina: “Panem et circenses” refiriéndose a las prácticas de los burócratas romanos destinadas a mantener tranquila a la población y ocultar hechos controvertidos, dispensando a las masas alimento y entretenimiento de manera asistencialista y déspota. Los legendarios duelos en la Arena romana y las bacanales Patricias vieron su fin con la decadente y libertina moralidad de la Roma Principesca.
Desgraciadamente, el pan y circo sigue vigente, solo que en lugar de en el Coliseo, se ditribuye en un rectángulo de césped de 105x70 m.
Esta quizá sea la verdadera metáfora que con mayor o menor acierto elaboró Karl Marx con su altanero “opio del pueblo”.
Es por ello que, con el ocaso de la Liga 2014/2015 se antoja perentorio aclarar algunos matices sobre el nuevo modelo de reparto y explotación de los derechos televisivos de nuestro fútbol. Los aspectos fundamentales son los siguientes:
1. Todos los clubes juntos. Se acabó lo de hacer cada club la guerra por su cuenta. La titularidad de los derechos audiovisuales seguirá siendo de los clubes, pero no podrán negociar por separado. Realizarán una cesión obligatoria de la comercialización al organizador de cada una de las competiciones, en el caso de la Liga a la Liga de Fútbol Profesional, en el caso de la Copa y la Supercopa, a la Federación Española de Fútbol.
2. Uno o varios operadores. La Liga establecerá las condiciones generales de configuración de la oferta pero con una “intervención importante” de la Comisión Nacional del Mercado de la Competencia. La comercialización puede ser de tipo exclusivo, con un proceso de licitación pública, transparente, competitiva y no discriminatoria a un solo licitador, o en régimen de comercialización no exclusiva a más de uno en condiciones de igualdad.
3. Más dinero para todos. Con la comercialización centralizada, se espera que la Liga española recorte las diferencias con la Premier League. Si actualmente, el pastel no llega a los 800 millones, se pretende que a corto plazo se superen los 1.000 millones y que en último término, se llegue a los 1.500. Aún así, va a ser díficil alcanzar los más de 2.300 millones de euros que van a pagar a la Premier.
4. Porcentajes del reparto a los clubes. Del total del dinero, el 92% le corresponde a los clubes. El 90% de ese dinero será para los equipos de la Liga BBVA y el 10% para los de la Liga Adelante. En la máxima categoría, un 50% se reparte a partes iguales entre todos los equipos, un 25% se reparte según los resultados de las últimas cinco temporadas y un 25% por el criterio de implantación social. En Segunda, el reparto es del 70%-15%-15% respectivamete.
5. Porcentajes del resto del dinero. El 8% restante del total recaudado se repartirá de la siguiente manera: Federación (2%), Liga (1%), Consejo Superior de Deportes (1%), fútbol aficionado (0,5%) y un seguro de descenso (3,5%).
6. Pugna con la Federación. Especialmente polémico es el porcentaje que le va a corresponder a la Federación, ya que aunque de esta manera se calcula que recaudará 34 millones, siete más que los actuales, sus aspiraciones serían más elevadas: alrededor de los 55 millones de euros.
7. Mayor equilibrio. Se calcula que se puede pasar del ratio actual del 7 a 1 (entre el club que más ingresa y el que menos) a uno que, cuando finalmente los ingresos superen los 1.500 millones de euros, debe ser 3,5 a 1, aunque inicialmente se establece de 4,5 a 1.
8. No se podrá cobrar menos que ahora. Se establece una fórmula transitoria de seis temporadas, para que ninguno de los clubes perciba cantidades inferiores a las de ahora. Esta última cláusula ha sido imprescindible para que los dos gigantes, Madrid y Barcelona, den su apoyo.
9. Reticencias en el Gobierno. Si se ha tardado tanto tiempo en sacar adelante este Decreto Ley, ha sido en gran parte por el recelo existente en un sector de Moncloa, que interpretaba que este tipo de medidas van en contra de la libre competencia. Pero finalmente, dichos argumentos han decaído ante la necesidad que tenía el fútbol español de poder competir con las mismas armas que el resto de ligas europeas.
10. Paliar la deuda. Otro de los argumentos que se han puesto sobre la mesa es el de la tabla de salvación que va a suponer esto para los clubes. El Gobierno espera que se mejoren el control económico y financiero de los clubes y las sociedades deportivas que tienen una deuda de 3.000 millones de euros. Los acreedores más importantes son los bancos pero que también adeudan a la Agencia Tributaria y a la Seguridad Social unos 600 millones de euros.
Estando así las cosas, los aficionados tenemos que plantearnos si lo que queremos es un modelo centralizado, injusto e intervenido por el Establishment gubernamental (llámese Gobierno, Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, Federacón Española de Fútbol o como se quiera) o preferimos un modelo libre, meritocrático y competitivo de explotación de los derechos televisivos garantizando la libre concurrencia de los operadores y distribuidores mediáticos. ¿ Es lícito o aprobable que se haga un reparto homogéneo de los beneficios procedentes del lucro de estos derechos cuando no todos los equipos despiertan el mismo interés ni suponen los mismos ingresos para las televisiones ?
Esto corresponde una agresión intolerable hacia los clubes que mejor hacen las cosas, premiando de manera automática a los equipos ineficientes y que llevan a cabo una gestión pésima de sus activos al meterlos en el mismo saco que a los primeros. Si se me permite la expresión, es una especie de Campana de Gauss de los incompetentes, donde a pesar de que un 50% de la cuota asignada es fija e invariable para todos, otro 50% atiende a criterios de clasificación de las últimas temporadas y al ignoto asunto de la “implatación social”. No somos inútiles, sino cobardes.
Dicho todo esto, también es cierto que ha sido un acuerdo suscrito por los clubes de Primera y Segunda División y que deberán respetar, en aras de armonizar el mercado audiovisual español y hacer una Liga más pareja, o eso dicen. O eso creen.