El miedo es una emoción primaria que la tiene cualquier animal. Es un instinto básico que sirve para protegerte de posibles amenazas. Como todo en la vida tiene su utilidad pero también su debilidad. Gracias a que una de las consecuencias del miedo es la disminución de la atención racional el hombre se ha aprovechado para su beneficio. Desde siempre, tanto para la caza de animales, como para la lucha contra otros hombres, el uso de esa emoción ha dado mucho juego. Pero no sólo el temor ha sido útil en situaciones de violencia y de daño físico como en las guerras, sino que también en la convivencia cotidiana el uso de esa emoción por parte de Estados, instituciones y grupos con poder, les han dado una gran ventaja sobre el resto de los individuos. El miedo es algo natural que todos hemos sufrido alguna vez, y que como bien sabemos hace que empecemos a dudar de nuestras capacidades, de aumentar nuestras dudas y de volvernos menos racionales. Si ese temor aumenta y llega al pánico o al terror, ya nos volvemos casi animales, nuestra parte racional es desplazada y el impulso toma el control. Otra particularidad es que nos transformamos en seres de manadas. Ya no pensamos como individuos y seguimos, muchas veces ciegamente, al colectivo, al rebaño. El miedo se lleva mucho mejor en grupo y parece que el peligro es menor si lo afrontamos todos juntos que si lo hacemos en solitario.
Todo ello es aprovechado por los grupos que tienen el poder de hacerlo para llevar a la población a dónde les interese y de manera cómoda. Esto no es algo nuevo, sino que a lo largo de toda nuestra Historia se ha ido haciendo. Los motivos eran cambiantes, los medios de transmitirlos también eran diferentes, pero el objetivo y el resultado era el mismo. Sacar provecho del miedo ajeno.
En algunas ocasiones el miedo tenía una base cierta y real, y desde ese punto, se aumentaba hasta convertirlo en una amenaza mucho más grande que la real. Otras veces, directamente la amenaza entera era inventada, sólo había que saber utilizar los medios y momentos adecuados y de la nada aparecía un peligro inexistente, pero igualmente útil.
El mundo de la inversión es competitivo, utilizando metáforas bélicas, es una lucha, y en muchos casos para obtener beneficios propios se ha utilizado esta herramienta tan antigua pero tan eficaz. Además el uso de las nuevas tecnologías de la información, tan masivas y tan rápidas, han aumentado en mucho su eficacia. Ahora con cualquier comentario, o noticia interesada, se produce una reacción explosiva que afecta al mundo entero. Esto lo sabemos todos, pero como está en nuestra naturaleza grabado a fuego en los genes, pues es muy difícil de controlar.
Así que mucho cuidado y atención con todos estos mensajes de posibles horrores y de escenarios apocalíticos, que bien pudieran estar siendo utilizados para llevarnos a su terreno; coger nuestros ahorros y no darnos nada por ellos, hacernos trabajar a destajo sin apenas pagarnos, o obligarnos a comprar y vender lo que les pueda interesar a ellos y no nosotros.
El mundo de la inversión a veces produce vértigo, genera dudas, incluso miedo, pero es necesario pensar fríamente. Y sobretodo, hacerlo por nosotros mismos.