Facebook ha conseguido lo
impensable. Hasta no hace mucho no existía un momento más soporífero en
cualquier reunión, familiar o de amigos, que ver álbumes de fotos. La empresa
de Zuckerberg en un tiempo record consiguió que alrededor de 900 millones de
usuarios subiesen a la red su particular álbum de fotos. El enorme éxito se
traduce también en su impacto en la cultura popular: al día millones de
conversaciones están relacionadas con las consecuencias del uso de la
aplicación; miles de monólogos se han escrito en su nombre; cientos de
telediarios abren con noticias cuyo origen primigenio fue en Facebook; y hasta
Mark Zuckerberg puede presumir de un biopic
dirigido por el mismísimo David Fincher.
Por si no fuera suficiente
la repercusión mediática, la compañía comenzó a cotizar en bolsa el pasado 18
de Mayo, y lo hizo a lo grande, acaparando titulares.
Las acciones de las compañías,
con anterioridad a su salida al mercado,
se les adjudican un precio de
colocación. Las entidades financieras – o colocadores – estiman el valor de la empresa, en este caso,
$104.000.000 lo que supone que cada acción se valoraba en $38. La primera
sesión de Facebook fue accidentada debido a problemas técnicos que obligaron a
suspender el valor, y además muy
volátil, siendo el mínimo $38 y el máximo $45.
Desde aquel día no ha
vuelto a recuperar el precio de la colocación, este es el gráfico histórico
Facebook no pasaría el análisis de un value
investor. Varios serían los motivos:
El primero que se encuentra la competencia en el sector de las nuevas
tecnologías es feroz, sin cuartel como
demuestran las batallas judiciales por patentes, la constante obligación de
incrementar los servicios tanto en calidad como en cantidad… lo que se traduce
en el largo plazo en una reducción de los márgenes de beneficio y elevadas
tasas de defunción – out of business-.
En segundo lugar, el corto historial de resultados de las compañías y lo
que es más preocupante, la incertidumbre sobre el modelo de negocio. Esto es,
la popularidad en la última década de Facebook es incontestable y sus ingresos
por publicidad son satisfactorios. ¿En la próxima década seguirá teniendo
creciendo y consolidándose como red social? ¿Las fuentes de ingresos serán
constantes y predecibles? Esta es la pregunta del millón, y la enseñanza del Value Investing es que si es
extremadamente complejo responder a estas preguntas cuyo modelo de negocio es
el textil o el alimentario, con las empresas .com se complica sobremanera.
Prever
los cambios en el mundo de Internet
en el corto plazo, es extremadamente complejo. Sin ir más lejos, su rival Twitter crece más
rápido que Facebook y Google+ por lo tanto hacer cualquier predicción en el
largo plazo tiene muchas probabilidades de no ser acertada. Aquí, cualquier inversor en valor que se precie no
contemplaría la opción de invertir en Facebook, incluso aunque se considerase
un experto en el asunto –margen de competencia- sabría valorar los riesgos del
sector.
Mark
Zuckerberg, el jueves 30 de septiembre en la presentación de resultados de
Facebook, trató de disipar las dudas sobre el futuro de la compañía. Afirmó que
la apuesta por los dispositivos móviles estaba fundamentada en una estrategia a
largo plazo. Debido a que cada vez son más los usuarios que acceden a la red
social desde su móvil, la efectividad de la publicidad podría verse afectada en
la pequeña pantalla de un teléfono en contraposición con la de un ordenador
portátil o sobremesa. Así, la política de la empresa se ha centrado en
desarrollar aplicativos para los teléfonos que asegurasen tanto un interfaz
sencillo e intuitivo como la difusión de anuncios. El lado negativo de este
desarrollo técnico se traduce en gastos, los cuales se dispararon un 82% hasta
superar los 1.000 millones de dólares.
Otra
gran preocupación sobre Facebook es su dependencia cuasi exclusiva de la
publicidad para generar ingresos. De igual manera que se debe recelar de
aquellas empresas que tan solo tienen un proveedor -por ejemplo una clínica
dental y un laboratorio protésico- pues
en caso de que el proveedor no responda a las demandas de la empresa esta
terminará por perder clientes e ingresos, debemos también desconfiar si una
compañía genera sus beneficios exclusivamente por medio de una vía, en el caso
de Facebook la publicidad.
La
apuesta de Mark Zuckerberg para superar esta dependencia se llama Facebook Gifts, a través de la Facebook Card cuyo funcionamiento es
idéntico a una tarjeta monedero, se puede recargar y utilizar el dinero para
regalárselo a un amigo. Quien regala es quien decide la cantidad y la tienda donde se
podrá canjear el regalo. El agasajado recibirá un correo electrónico y
posteriormente, obtendrá la tarjeta física a través de correo postal. Actualmente solo está disponible para cuatro
tiendas en EE.UU.
Quizás
tengan que seguir innovando desde Facebook para encontrar nuevas fuentes de
ingresos, David Ebersman el máximo responsable de las finanzas de la compañía
confesó que era una apuesta a largo plazo, y que el impacto de las Facebook Cards sería mínimo en los
próximos resultados.
Al conocerse el detalle de los resultados de Facebook el 30 de Enero la
acción respondió con tímidos avances. Una de las justificaciones reside en que
el BPA -la parte del beneficio neto total de la empresa
que le corresponde a cada una de las acciones que componen su capital social – estimado por los especialistas en $0,15 fue
finalmente de $0,17, lo que se conoce en el argot financiero como batir las expectativas del mercado.
La alegría duró poco, y en la última sesión de la semana cerró a $29,73, un
4,04% en negativo.
Extraño comportamiento. Los resultados de Facebook son considerablemente
superiores a la previsión de los especialistas consultados, sin embargo, la
cotización de la acción no se ajusta a esa sorpresa positiva y los recibe
indiferentemente, ni frío ni calor. En las dos sesiones siguientes castiga a la
acción hasta corregirla severamente. ¿Qué está pasando aquí?
Muchas pueden ser las justificaciones, desde una fuerte posición vendedora tomada por una mano fuerte del mercado pasando por
ajustes en las carteras de fondos de inversión, hasta incluso porque los
fundamentales y la línea de negocio de Facebook han provocado la huida de
algunos accionistas. O, sencillamente, la exuberancia irracional.