El dato de empleo de la semana pasada unido a unos índices bursátiles en máximos y recuperando niveles previos a la crisis económica lleva a muchos a una sensación de falsa euforia. En Estados Unidos ya ha terminado la crisis o, al menos, casi ha terminado la crisis. Bien es cierto que algunos datos nos invitan al optimismo en el caso de Estados Unidos (sí, la reducción del desempleo, la mejora del sector inmobiliario o la reducción de la deuda privada) aunque mucho se pueda comentar sobre estas variables (por ejemplo, decir que la reducción del desempleo ha sido un efecto bastante estadístico caracterizado por la reducción de la población activa) en general, son óptimas. A su vez, también nos llegan otras noticias de la primera potencia mundial, como una reducción salarial del 5% desde el inicio de la crisis, el aumento de la deuda pública, las flexibilizaciones cuantitativas de la Fed o el reciente secuestro del presupuesto.
El gran público, al leer todas estas noticias, acaba dudando sobre la estabilidad de la economía americana, su verdadera recuperación, la gravedad real de esta crisis en Estados Unidos y lo lejos que se encuentra (o no) la luz del final del túnel. Y como no es exigible para el gran lector que sea un experto en macroeconomía, en teoría del ciclo o en coyuntura económica, o esté lo suficientemente especializado como para interpretar de manera objetiva cada uno de los datos que nos vienen desde Estados Unidos, analizaremos lo que se conoce como el Big Four de los datos macroeconómicos: producción industrial, empleo, ventas al por menor y renta per cápita.
Evolución desde la zona cero:
Desde que, a mediados de 2009, dejó de caer la producción industrial en Estados Unidos el empleo ha crecido en casi un 4%, la renta per cápita - en términos reales - ha crecido cerca de un 6%, las ventas al por menor - términos reales - cerca del 14% y la producción industrial más de un 18%. Estos datos no son nada malos (y más si tenemos en cuenta que el crecimiento de la renta per cápita está en términos reales y se le ha sustraído las transferencias estatales). Sin embargo, debemos realizar diversas matizaciones en lo que respecta a los años 2011 y 2012.
Mientras que los indicadores de producción y de ventas en términos reales han mantenido un crecimiento sostenido y regular durante estos últimos 4 años desde que en 2009 volviera a crecer la economía norteamericana (en torno a un 4% anual las ventas al por menor y un 6% la producción) los datos de 2012 de estos indicadores no son muy optimistas. La producción sólo creció un 2% manteniéndose prácticamente estancada y sufriendo excesiva volatilidad interanual. Mientras que en 2009 llegó a crecer hasta un 8% desde el mínimo. Por otra parte, las ventas al por menor en 2012 también crecieron sólo un 2% tras el crecimiento acumulado del 12% en los tres años anteriores. Si bien es cierto que se están alcanzando, en estos dos indicadores, los volúmenes previos a 2008, la ralentización de la mejoría de los mismos en 2012 debe ponernos en alerta.
Mucho más preocupante es el crecimiento de la renta per cápita en términos reales y descontando las ayudas de Obama. La misma, tras subir con fuerza durante 2009 y 2012, se estancó y en los últimos 23 meses sólo ha crecido un 1% en términos reales, llegando incluso a caer en el pasado año. Por último, el empleo (aunque haya sido la variable de menor crecimiento) debe ser considerado como la mayor alegría de todas ellas analizadas. Esto es debido a su amplia regularidad, un crecimiento sostenido del número de nuevos trabajadores cada mes que no ha dejado de crecer ni tan siquiera con el parón del resto de variables en 2012.
En términos generales, no son malos datos. Al cabo, una media de los cuatro grandes indicadores nos indican, desde el mínimo de 2009, un crecimiento medio en términos reales del 10%. Aún así, generan grandes dudas los datos de 2012 y la evolución en los próximos meses debemos analizarla con lupa.
Y, ¿cuánto queda para salir de la crisis en Estados Unidos?
En primer lugar, decir que no es fácil saber cuándo un país ha salido de una crisis. Es más, aunque un país esté volviendo a generar riqueza o vuelva a los mismos niveles de empleo de antes de una gran recesión, esto no implica que haya salido de la crisis, o, al menos, que haya salido de la crisis de una manera saludable.
Aún así, podemos tomar como baremo estos cuatro indicadores para ver cuánto le falta a Estados Unidos para llegar a los mismos niveles que tenía en 2007. Respecto de la media de los indicadores, tendrían que crecer todavía un 2% para llegar al máximo alcanzado en 2007. Las ventas al por menor sí han alcanzado, en términos reales, los niveles de 2007. Sin embargo, no ocurre lo mismo con el resto de indicadores que todavía se encuentran bastante por debajo. Además, es muy preocupante el dato del -4% de la renta per cápita real respecto a 2007, sobre todo porque debido a la asfixia tributaria de Obama la mejoría, en este indicador, parece hoy lejana.¿Tan grave ha sido esta crisis, según los indicadores, para Estados Unidos?
No cabe duda de que esta es la crisis de la era contemporánea. Aún así, también podemos decir con certeza cartesiana que es la crisis más grave a la que se ha enfrentado Estados Unidos (utilizando estos indicadores) desde 1959 (no hay datos antes de venta al por menor). La caída en estos cuatro indicadores, desde máximos, ha sido de un -12% de media. Mientras que en la peor crisis anterior, la de 1973, la caída media de estos indicadores fue de un -8%. Además, tras la recesión provocada por la crisis del petróleo, en tan sólo 2 años se volvió a máximos en media de nuestros cuatro indicadores. Sin embargo, la presente crisis no sólo se ha caracterizado por una recesión muchísimo mayor sino que, tras 4 años tras el fin de la recesión en términos de producción industrial, aún queda mucho por recorrer para ver la luz al final del túnel.
En conclusión, a la economía norteamericana todavía le falta bastante para salir de la recesión. No lo tiene tan difícil, aunque se enfrenta a una maquinaria estatal de cada día mayor poder, cada día más intervencionista. La presión fiscal deja muy poco espacio para la recuperación del sector privado. Además, la pauperizadora política de la Fed y su nueva aventura en la guerra de divisas es una auténtica ruina para el país y destroza la división internacional del comercio. No seamos optimistas con los datos que llegan de Estados Unidos, siempre debemos tomarlos con cautela.