Voces insistentes, sobre todo en los medios correctos políticamente (véase mi admirado Jorge de Esteban, ayer en El Mundo) presionan al PP y a C’s para que se abstengan en la votación de investidura y el PSOE, así, ni tenga que aliarse con Podemos. Estas voces se suponen que están motivadas en un patriotismo que yo llamaría nada bizarro, por no llamarlo estúpido, salvo quizás en el dilema navarro.
¿Serviría de algo a los españolitos está actitud “patriótica” por parte del PP y C’s?
Por una parte, sería darle vía libre a Sánchez para desarrollar su política rojeras, que no es más que una política de ruina que lleva ya bastante avanzada. Esta política crearía más paro, más deuda, y más impuestos, ergo menos PIB cada año.
Una política de izquierdas sensata podría ser potenciar las inversiones públicas en cosas necesitadas, por ejemplo, una política hidráulica que mermará el problema de la sequía, o una política energética que no fuera la demagogia habitual de más molinillos. Son cosas que también puede hacer un partido de derechas, como el PP o C’s, pero el PP ha sido incapaz. En realidad, como se ve en la decisión del gobierno Andaluz (PP y C’s)de celebrar el día de la Memoria histérica, en este país no caben planteamientos prácticos, como inversiones necesarias que creen empleo y reduzcan nuestras escaseces.
Por eso soy escéptico sobre los benéficos efectos de que Podemos y C’s permitan tomar el poder a Sánchez para que éste se quite la garrapata de Pablenin y la otra no menos garrapata de los separatistas. El riesgo es que Pablenin consiga un ministerio, que Navarra caiga en manos de Bildu y poco después del PV, o que Sánchez convoque otras elecciones, que ganaría con una ventaja mayor. Bueno, pues en ese caso dependería aún menos de Pablenin & separatistas, aparte de que retrasaría la puesta en marcha de disparatado programa de Sánchez. Dice Jorge de Esteban,
En suma, la consecuencia de todo lo dicho es que aún falta, al margen de los pactos que se vienen realizando desde el 26 de mayo para resolver problemas importantes, pero de menor cuantía, la verdadera madre de todos los pactos que es el que tiene que realizar Pedro Sánchez para acabar con el golpe de Estado y resolver el problema básico de la subsistencia de España como nación. Estamos en una situación gravísima, aunque la mayoría de los españoles estén pensando en las arenas doradas de las playas soleadas. Si no se detiene el avance del separatismo catalán, es decir, si dejamos que los separatistas catalanes (ERC), que por primera vez son mayoritarios en el Congreso, sigan destejando la túnica de Penélope, se acabaran suprimiendo todos los vínculos, que son ya pocos, los que se mantienen aún con España. Pero no solo se trata del problema catalán, el verdadero problema es el de la organización territorial del Estado, cuyas bases para llegar a donde hemos llegado se pusieron en el nefasto Título VIII de la Constitución. No hay duda de que la única solución para intentar resolver este embrollo, pasa por la reforma forzosa de la Constitución. Y de ahí entramos ya en la cuestión fundamental que afecta hoy a España, esto es, la palabra la tiene Pedro Sánchez para saber si España sigue navegando o se hunde en las aguas del océano…
… Todo esto viene a cuento porque el dilema que se le presenta, consiste en elegir bien un Gobierno de coalición con Ciudadanos, lo cual sumaría 180 diputados, es decir, más de 176, que es la mayoría absoluta o bien, por el contrario, formar un Gobierno de coalición, o simplemente de apoyos concretos, con los partidos populistas, nacionalistas y separatistas. Si opta por esta segunda opción, no solo no resolverá el problema de España, sino que pondrá las bases para su disolución y entonces no solo tendremos el problema catalán, sino también el vasco, el navarro, el de Baleares, el de Valencia y hasta incluso el de Canarias.
Por tanto, si se decide por esta opción, no logrará ni la estabilidad necesaria para gobernar, ni tampoco le garantizaría los cuatro años por los que suspira para seguir en La Moncloa. En consecuencia, no tiene más remedio, como desea la mayoría de españoles sensatos, que formar un Gobierno de coalición con Ciudadanos para poder gobernar y para lograr la urgente reforma de la Constitución, pues contaría también para ello con el apoyo del PP. Así las cosas, la responsabilidad no es únicamente de Pedro Sánchez, sino, en este caso, especialmente, de Albert Rivera, quien debe no solo tener en cuenta sus intereses, sino los intereses de España,
No tengo ninguna Fe en que Sánchez sea patriótico. ¿Españoles sensatos? Quesque c’est ça? Y una estrategia “patriótica” de PP y C’s, ¿alejaría algo los riesgos de que Navarra sea absorbida por el Pais Vasco? En este problema hay un doble chantaje entre Sánchez, dispuesto a abrir a Bildu la puerta de la gobernabilidad (desde luego una catástrofe) y PP&Cs, pero éstos no se han mostrado dispuestos a dejarse ganar el pulso.
En fin, ¿de verdad vale la pena mostrarse condescendiente con Sánchez? ¿Se va a conseguir parar a Bildu si gobierna UPN gracias al PP y C’s? ¿No es mejor atenerse a sus propios principios?
Aparte de que ambas formaciones entregarían la derecha a VOX, que se relamería de gusto, estamos en una condenada situación, debida a un sistema electoral venenoso y unas autonomías perversas, cada una de su padre y de su madre. Todo esto demuestra, si no es tarde ya, que se necesita una reforma electoral y una redefinición de las CCAA, y para ese necesitamos un Ulises que nos lleve a Ítaca, o un Moisés a la Tierra Prometida. Es decir, un De Gaulle. Pero De Gaulle surgió en 1958 de una situación de emergencia que puso de acuerdo a todos los partidos para llamarle y que se encargara del marrón. Lo que construyó ha durado hasta hoy razonablemente.
Yo, sin embargo, no veo surgir por ningún punto cardinal un De Gaulle español. Lo que veo es que seguiremos moviéndonos y saltando de alarma en alarma, de conflicto en conflicto, y cada vez menos poder de las instituciones para frenar el desastre. Si se frena lo de Navarra, dentro de cuatro años volverá la alerta. Y eso no se cura con una repentina abstención del PP y C’s.
Lo siento, pero soy escéptico sobre las soluciones al límite, con paños calientes para un cáncer con metástasis, que es lo que tiene España. Y ni creo exagerar nada.