Cuando miras alrededor y ves que la mayoría de lo que te rodea está viciado es cuando te planteas si existe otra manera de realizar las cosas para verlas de otra forma.
Una madre tiene un hijo de 2 años con una enfermedad que le hace no poder moverse por si mismo. Esa madre tiene que dejar de trabajar y sin ningún tipo de ayuda económica o muy reducida acometer todos los gastos que su hijo requiere. ¿Dónde está el Estado de Bienestar? La teoría me dice que esos gastos tendría que poder llevarlos a cabo un Estado eficiente. Esa familia no tiene ningún tipo de ingreso y a diferencia de los ejemplos siguientes la ayuda es imprescindible.
Un señor de 50 años cobra 16.000 euros/ anuales y le comenta a todos sus vecinos en el bar de al lado de su casa que el Estado no para de robarle en impuestos. En ningún momento alude a que los más ricos tengan que pagar más, sino a su propia situación. Ve que esos 6.000 euros que le quitan en impuestos si los tuviera en sus manos podría hacer lo que quisiera con ellos. Desde pagar una educación privada a sus hijos o un seguro médico privado. Pero tendría la opción de elegir y no resignarse por algo que le viene impuesto.
Una chica trabajadora de 26 años se encuentra que le llegan dos multas de tráfico por exceso de velocidad. Esta persona no circula normalmente rápido y es una persona comedida al volante. La infracción fue en un tramo donde el límite de velocidad pasa de 100 km/h a 60 km/h en cuestión de metros sin aparente razón. Esa reducción no evita que se produzcan accidentes, sino lo que consigue es que se puedan recaudar unos cuantos miles de euros. Cuando un Estado tiene que recurrir insistentemente a estos mecanismos recaudatorios es la clara evidencia que la gestión no es la adecuada.
Una familia se encuentra con que paga mes tras mes y año tras año más y más en la factura de la luz. Escucha en la televisión que el precio de la luz baja un 15%, pero dentro de unos meses sube un 20%. Un país que tiene esa volatilidad en el precio de la factura de la luz a mi me hace pensar que algo falla, que algo mal, que no se están haciendo bien las cosas desde hace muchos años. Esa familia a lo mejor no sabe que casi el 70% del importe de la factura son impuestos o coste regulado. Es decir, primas a empresas de energías renovables u otros costes que el Estado tiene que acometer en relación a las eléctricas por promesas que ahora tienen que pagar los ciudadanos. En EE.UU. una empresa de energías renovables estudia si le es rentable abrir una planta de producción y compite con el resto de energías, pero en la Unión Europea se crea una ley para imponer ese tipo de energía y luego ya se verá si es rentable o no. Y si no lo es, que paguen los ciudadanos a través de la factura de la luz.
Y lo paradógico de todo esto, es que la gente piensa que paga más por culpa del libre mercado, la liberalización del sector eléctrico en España y por las empresas que ponen esos precios. Y muy pocos ven que están pagando los errores de planificación del Estado. Unas empresas que actúan haciendo el mal y un Estado que actúa haciendo el bien es un prejuicio que tiene esta sociedad que le hace enquistarse y vivir en unos valores superficiales y donde cedes el devenir de los acontecimientos a un devenir colectivo que nunca va a llegar.
Estas son solo cuatro situaciones donde vemos que todo funciona para salir del paso, sin ningún tipo de conocimiento de causa ni de estudio previo y desde la imposición. No funciona el Estado de Bienestar.
Un Estado de Bienestar eficiente, bien gestionado y en busca verdaderamente del bien común e individual de sus ciudadanos no dejaría que estas cuatro situaciones pasaran.
Pero un Estado que deja que se lleven a cabo estas situaciones, es un Estado corrompido, viciado y que no merece que diga que defiende el Estado de Bienestar. Porque no tiene Estado de Bienestar justo, igualatorio y productivo. Esto no es Estado de Bienestar.
Y la otra parte de la ecuación que hace que funcione el Estado de Bienestar y, en consecuencia, la sociedad y un país crezca; es el libre mercado y la libertad económica. Un Estado rico y próspero es aquel que facilita: un capitalismo dinámico, igualdad de oportunidades, meritocracia y todo ello gracias a unas instituciones sólidas y al servicio del ciudadano.
A lo largo de la historia el progreso de la mayor parte de los países siempre fue gracias a revoluciones liberales y capitalistas. El crecimiento fue gracias a un capitalismo abierto al mundo, donde las empresas se ganan el derecho a competir en un mercado global.
Por eso la mejor manera de recuperar ese Estado de Bienestar transparente, eficaz y productivo es dejando a los ciudadanos que creen empresas, que el libre mercado funcione sin trabas. Llamándole a las cosas por su nombre, no teniendo miedos de llevar a cabo ciertas medidas. No podemos permitir que un Estado diga que va a gastar y gastar sin saber de dónde lo va a recaudar antes, no podemos permitir que se creen infinidad de cosas improductivas. Eso no es libre mercado y tampoco Estado de Bienestar.
Estamos viviendo actualmente en un mundo donde estamos viendo los peligros y las consecuencias negativas de ese monstruo que es actual Estado de Bienestar. Un mundo de promesas utópicas, irreales en muchos casos y desmedidas. Éste solo funciona cuando está bien gestionado y cuando la cultura del exceso de derechos no se instaura en la sociedad. Esa cultura del tengo derecho a eso porque sí.
Tenemos que tener un país donde haya igualdad de oportunidades, donde cualquier hombre o mujer que tenga ganas de hacer algo no tenga ningún tipo de traba para realizar lo que realmente quiere. Unas instituciones al servicio de la gente, de las empresas y de los emprendedores.
¿Puede la meritocracia instaurarse en España? Para que pueda haber una sociedad con este valor tienen que derribarse muchos privilegios y tiene que facilitarse que el talento aflore y que el sentido de la responsabilidad sea enorme y el sentido del deber también.
También es importante dejar de lado ideologías políticas y entrar en una nueva cultura de sumar y aportar, de buscar consensos para poder crecer y prosperar. Las pasiones políticas solo nos llevan a inflar de promesas y exceso de derechos un Estado de Bienestar que de Bienestar no tiene nada. Es una desfachatez enorme defender tal despilfarro de dinero público bajo la excusa de la defensa de una Educación y Sanidad públicas.
Sanidad, Educación, Seguridad y Dependencia son unos pilares necesarios en cualquier sociedad. Un Estado no tan sobredimensionado puede gestionar perfectamente estos campos para que todo el mundo tenga derecho a ellos.
En España casi el 50% de los trabajos son potencialmente sustituibles por máquinas en un futuro. ¿A qué se debe esto? A que la cultura del conocimiento en la que vivimos de conocimiento tiene poco.
La base para poder tener una sociedad con estos valores que he mencionado es apostar enormemente por la educación de la gente. Ampliar así el valor del capital humano de un país para que siembre el progreso del mismo.
Estado de Bienestar sí, pero que sea la consecuencia de un libre mercado que haga crecer al país. Porque solo un país próspero tiene un Estado de Bienestar rico e igualatorio. No queramos crecer a base de más Estado de Bienestar, porque a lo mejor nos quedamos sin él y todos esos derechos se vuelven en deudas y pobreza.
