En mi condición de socio del Real Madrid Club de Fútbol hace unos días recibí en casa, en lujosa edición, el Informe Anual correspondiente al ejercicio 2014 – 2015.
No es el objetivo de este artículo realizar un concienzudo análisis de las cuentas del club. Ese honor se lo cedo al Profesor Gay de Liébana quien, a buen seguro, pronto aparecerá criticándolas allá donde le hagan caso mediático.
En el Informe Económico, firmado por la prestigiosa compañía de servicios de auditoría, Ernst & Young, una de las llamadas Big Four leo lo siguiente: “El Fondo de Maniobra, diferencia entre activo circulante y pasivo circulante…”
No seré yo quien pretenda corregir desde mi humildad profesional a tan reputada agencia, pero sorprende afirmación tan errónea en un report que recoge el trabajo de profesionales de primera línea.
El Fondo de Maniobra es una magnitud de largo plazo que se obtiene mediante la siguiente fórmula: recursos de largo plazo o capitales permanentes (Patrimonio neto + Pasivo no corriente) – Activo no corriente:
Expresa la parte de recursos a largo plazo que financian activos a corto plazo. Es decir, qué parte de los recursos financieros de largo plazo, bien aportados por los accionistas, bien por terceros, se dedicará a financiar las partidas del activo corriente (tesorería, clientes, existencias, etc.)
Distinta magnitud es el Capital Corriente, medida de corto plazo que se obtiene mediante la siguiente fórmula: Activo corriente – Pasivo corriente (CC = AC – PC)
Nos indica la parte del activo corriente que no es financiada por el pasivo corriente, esto es, qué partidas del activo corriente son financiadas por partidas de largo plazo.
De acuerdo con el principio de la partida doble, numéricamente el capital corriente ha de ser igual al fondo de maniobra. De ahí la habitual confusión que lleva a definir el segundo como la diferencia entre el activo corriente y el pasivo corriente, como hizo en nuestro caso el auditor.
Es un errorconceptual que debe ser subsanado ya que el hecho de que coincidan no quiere decir que sean lo mismo. El fondo de maniobra está formado por los recursos financieros de largo plazo que se destinan a financiar activos de corto plazo, mientras que el capital corriente representa los activos de corto plazo que son financiados por recursos a largo plazo.
Por lo tanto, si bien son cuantitativamente iguales, su sentido es completamente inverso. El primero supone financiación de largo plazo y el segundo inversión en activos de corto plazo.
Esta confusión se aclara aún mejor con el cálculo de las NOF (Necesidades operativas de fondos) entendidas como la diferencia entre el activo corriente operativo (ACO) y el pasivo corriente operativo (PCO). Dicho de otra manera, las partidas de corto plazo de naturaleza estrictamente operativa y cuya comparación con el Fondo de Maniobra ofrece información muy útil para entender la posición de liquidez de la empresa. Las NOF nos indican los fondos que tiene que tomar la empresa para financiar sus activos operativos en el caso de que la financiación de proveedores no sea suficiente.
Al distinguirse las NOF del Capital Corriente, separando las partidas operativas de las bancarias en las masas de corto plazo, y confrontarlas al fondo de maniobra, se pueden poner de manifiesto tensiones de liquidez que a primera vista no eran tan evidentes.
La primera fuente de financiación de las NOF debe ser el fondo de maniobra, que aporta los recursos financieros de largo plazo excedentes con el fin de facilitar la liquidez de las operaciones de la compañía. Si no es suficiente, la empresa tendrá que recurrir a deuda bancaria de corto plazo para terminar de financiar las NOF.
Las NOF, si bien son de corto plazo, son recurrentes, se renuevan permanentemente. Por eso, aunque la comparación entre el Capital de Circulante y el Fondo de Maniobra nos diera idéntica magnitud, al sustituir el primero por las NOF veremos posiciones diversas sobre posibles tensiones o excedentes de tesorería: superávit, equilibrio o déficit.
Resumiendo, las compañías invierten sus fondos en activos no corrientes, en necesidades operativas de fondos y, en ocasiones, en activos corrientes bancarios o no operativos. Los activos corrientes operativos más importantes son las existencias, las cuentas por cobrar y la tesorería operativa. Su primera fuente de financiación es el pasivo corriente operativo (saldos de proveedores y acreedores, remuneraciones pendientes de pago, Hacienda Pública acreedora, etc.).
Las necesidades operativas de fondos resultantes deben ser financiadas, en primer lugar con el fondo de maniobra, que es el excedente de los recursos financieros de largo plazo tras la financiación del activo no corriente. Del equilibrio entre el fondo de maniobra y las necesidades operativas de fondos, se generan los déficits (necesidad de recursos negociados con las entidades financieras) o los superávits (materializados en inversiones financieras temporales).
A buen seguro, el equipo auditor de Ernst & Young no es ajeno a este desarrollo teórico, motivo por el cual sorprende aún más su inexactitud. No es cuestión baladí, como hemos demostrado, teniendo en cuenta además que una de las herramientasfundamentales de gestión de las empresas es la tesorería y que, por tanto, cuánta más información y más precisa ofrezcamos, mejores decisiones podrán tomar los responsablesfinancieros y mayor será su aportación a la creación de valor.