Desde hace décadas, el modelo económico español ha tenido dos pilares en su sistema financiación exterior: la exportación de turismo y automóviles. Es un modelo que viene de la dictadura “ominosa”, de cuyo nombre hay que olvidarse, por interrupción obligatoria de la historia (lo que quizás explique el desprecio por el Turismo expresado por la extrema izquierda). Siempre me ha sorprendido la capacidad de absorción de los países turísticos, que, como España, recibe al año el doble de su población, sin apenas ningún tipo de fricción social. Se ha dicho muchas veces, y es verdad, que el turismo ayudó a modernizar la cultura y la mentalidad española, algo sin duda crucial en la apertura democrática. Bien, pues es un modelo cuestionado a corto y medio plazo. A corto plazo es claro que el Covid va a ser un golpe tremendo para éste modelo. La campaña de este año se ha frustrado definitivamente. No hay más que viajar por la costa española y ver los hoteles de cinco estrellas cerrados a cal y canto. Parte de ese turismo extranjero ha sido sustituido por turismo nacional, pero en nivel de ingresos, y sobre todo del exterior, su aportación nunca será igual. La caída de capitales exteriores y del volumen de negocio va ser, por lo tanto histórica.
A esto hay que añadir el rebrote del virus, y la amenaza formulada por algunos expertos de que va a estar con nosotros años, incluso décadas. Esperemos que no, pero el Turismo y el Automóvil están amenazados de cualquier forma por la persecución del los ecologistas, que afirman que son industrias altamente contaminantes y pro Calentamiento - por el transporte de ida y vuelta en un caso, y el tipo de consumo que conlleva, y en el otro por el mismo producto final -. En resumen, están en el punto de mira de los grupos de presión cada vez más influyentes anti Calentamiento.
Todo cambia, pero me temo este cambio va a meter a España, por falta absoluta de preparación, en una economía decadente. Si con estas dos industrias competitivas tenemos un paro mínimo del 13-15%, sólo un giro radical en el modelo económico podría enderezar las cosas. Este giro requería para empezar una modernización del gobierno, que se orientara a menos ideología y más eficiencia, siguiendo el ejemplo de países como Corea, modelo de colaboración entre gobierno, universidad y empresa... lo cual se me antoja difícil de creer, tal como es nuestra mentalidad anárquica, descentralizada en modo continuo.
En suma, si España se ve en la necesidad de no contar ya con estas dos piezas importantes, pilares de sus finanzas, el futuro puede ser muy oscuro. El turismo ha sido despreciado muchas veces por su baja productividad, y por ser una actividad de “camareros”, de poca exigencia tecnológica. Eso es en gran parte falso - la industria se ha incorporado a la tecnología moderna por necesidad -, pero es que la estructura del empleo en esta actividad es mucho más diversa que lo que dice el bulo - aparte de que en todos los niveles se puede exigir un nivel de destreza que llega a los estamentos más más bajos. En todo caso, el problema es la sustitución por otra actividad, y me temo que el desarrollo tecnológico actual no tiene la respuesta. Como la sustitución en las aerolíneas del combustible fósil es imposible hoy por hoy.
Lo que nos lleva a la amenaza potencial del ecologismo y sus exigencias en muchas más industrias, que de momento no tienen sustitución fácil y rápida como les gustaría a muchos, quizás demasiado ensimismados con su ideología y falta de realismo en su visión de la economía, de la que no se puede esperar transiciones fáciles de lo que funciona ahora a un futuro idealizado. Muchos sectores no tienen todavía sucesión. No podemos todos, además, dedicarnos a producir lo mismo. Lo mejor sería que las transiciones fueran por decisiones privadas guiadas por las expectativas a largo plazo, con el apoyo de una estrategia del gobierno en alianza con instituciones como la Universidad.
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