La que pudo ser la rueda de prensa más importante de Mario Draghi se retrasó unos minutos. Era una señal de que algo importante podía pasar. Efectivamente, con la tranquilidad que caracteriza a este banquero italiano, le dijo a la economía mundial que él también era capaz de lanzar su programa especial y que por su parte no iba a ser el poner todo lo que estaba a su alcance para intentar devolver a la Eurozona a la senda del crecimiento.
A decir verdad, lo mejor que puede tener a día de hoy el Banco Central Europeo es la figura de su presidente. Independientemente de que podamos estar de acuerdo o no con sus medidas, fue el primer banquero que supo jugar perfectamente con las expectativas de los mercados.
Nacido en Roma, forjó su carrera en EE.UU. tanto académica como profesionalmente. Buena prueba de ello es que fue el responsable para Europa del mayor banco de inversión estadounidense Goldman Sachs.
De ideología americana, es decir, keynesiana. Supo luchar contra los intereses alemanes, que como sabemos no son tan proclives a llenar de dinero gratuito el mercado.
Muchas son las voces que dicen que dejará pronto el mando del BCE y se irá a reconducir la situación de su querida Italia. Todos sus colegas lanzaron un QE y él siguiendo su pasado estadounidense sabía que tenía que hacerlo. Sabía que el coste de no hacerlo era mayor que el coste de hacerlo, ya que los mercados anticipan todo y ya habían anticipado esas expectativas creadas de que lo iba a lanzar. Sabía que tenía que tomar medidas para llegar al objetivo de inflación, aunque estas medidas puedan ser insuficientes.
Por todos esos discursos magistrales donde ves como la prima de riesgo es capaz de bajar cinco puntos básicos mientras sigue hablando, Super Mario es un hombre que sabe bailar con los mercados. Unos mercados que viven de las expectativas, él sabe perfectamente jugar con ellas.
En una economía que vive completamente de la ilusión y de emborracharse para olvidarse de todos los males, él es una persona que sabe perfectamente qué darle en todo momento.
Pero ahora que lanzó su programa especial de compra de deuda igual que hicieron antes EE.UU., Reino Unido y Japón, es inevitable analizar las consecuencias de por qué es poco probable que funcione en Europa.
La primera razón que salta a la vista es que EE.UU. lanzó su programa especial de flexibilización cuantitativa cuando la rentabilidad de sus bonos a 10 años estaba por encima del 4%. En Europa vemos que la rentabilidad de los bonos está en mínimos históricos y que el incremento que vaya a suponer en el precio de los mismos las medidas tomadas no va a hacer que la inflación aumente considerablemente.
La segunda razón es que Europa está muy bancarizada, mientras que EE.UU. no depende tanto de los bancos para financiarse. La nuestra es una economía que depende enormemente de los bancos para financiarse, mientras que en EE.UU. las empresas se financian en mayor medida a través de los mercados de capitales (bonos, acciones…). ¿Corremos el riesgo de que ese dinero inyectado se quede en los balances de los bancos?
Al final volvemos a la conclusión de siempre. Europa no es ni será EE.UU. en términos de libertad económica. Vivimos en una Unión Europea llena de regulaciones por todos lados, donde los ciudadanos solo son vistos como un agente que proporciona la gasolina al Estado para alimentar un gasto público desmesurado. Unos mercados inundados de dinero si pueden ser capaces de hacer llegar ese dinero a la economía real, pero unos bancos inundados de dinero es más difícil que sepan canalizar esa inyección monetaria hacia la economía productiva.
¿Dejaron de ser los bancos los grandes canalizadores del binomio ahorro-inversión? En los mercados no hay incentivos perversos ni conflictos de interés, cosa que en los bancos desgraciadamente sí.
Al final nadie garantiza que fluya el crédito, que es de lo que se trata, ya que nadie va a obligar a esos bancos a prestar dinero. No es cuestión de que no haya demanda solvente, sino de que antes se pagarán las deudas antiguas. Y si sobra, habrá crédito, pero será algo complicado. Al final volvemos al punto de partida, crear más deuda para pagar laenorme deuda que ya había.
La tercera razón que puedo vislumbrar es que el hecho de comprar deuda soberana dependiendo de la participación que cada país tiene en el capital social del BCE, hace que casi la mitad de las compras vayan a Alemania y Francia. A España irá sobre un 15% de las compras. A Grecia nada por estar bajo otro programa de ayuda financiera. Buena manera de salvaguardar una posible salida del euro del país heleno.
El BCE está dejando de ser el Bundesbank, pero no sin un peaje anterior. Y muy lógico, ya que el BCE tiene que preservar su ráting triple A y tiene y debe escoger muy bien la deuda que adquirir. Lo que es indudable es que Super Mario es un presidente que supo hacerle frente a los intereses alemanes.
Limitar el riesgo de impago a solo un 20% dejando el otro 80% a cada país es lo que nos hace ver que Europa todavía no se parece a EE.UU. El Consejo de Gobierno según dijo Draghi fue unánime en la decisión tomada de lanzar el QE, pero también es unánime a la hora de reconocer que todavía hay muchas diferencias entre unos países y otros como para mutualizar completamente la deuda europea.
¿Rentabilidades negativas de la deuda española en el medio plazo hará aumentar la inflación? Creo que el problema es que debemos cambiar las variables para el cálculo de la inflación,
Ya nadie se acordará de tomar más medidas y reformas estructurales y menos con tantas elecciones a la vista. Rajoy, Hollande y Renzi ya tienen el crecimiento artificial que los justifique.
Y en España lo que nos espera está claro. Ahorro financiero por el descenso del coste de la deuda, unido al aumento en la recaudación fiscal llevaremos la inversión a sectores improductivos. Supongo que se dirá que necesitamos más obra civil para crear empleo y vuelta a empezar. Recordemos que así se inició la burbuja de hace unos años y parece que no hemos aprendido la lección.