Cuando terminó la Segunda Guerra Mundial, hace casi 70 años, Estados Unidos acumulaba la mayor deuda pública de su historia en relación con el PIB al situarse ésta por encima del 100 por cien.
Para que se haga una idea, en la actualidad el ratio de deuda pública y PIB de la mayor economía del planeta se sitúa en el 80 por ciento. Aunque se trata de una deuda gigantesca, algunos países incluso la superan como por ejemplo es el caso de España (si desea ver una estimación a tiempo real de la deuda pública en España, visite www.elrelojdeladeuda.com).
Para ganar la guerra, el Gobierno de Estados Unidos pidió prestados 200.000 millones de dólares de la época, el equivalente a 2,8 billones de dólares en la actualidad teniendo en cuenta la inflación. Una cantidad colosal.
¿Cómo iba a devolver Estados Unidos semejante préstamo?
No parecía fácil, pero el Gobierno siempre tiene ciertas ventajas.
Imagínese que su banco le concede un préstamo y además le permite decidir a usted qué interés va a pagar por su préstamo. ¿Qué haría usted? Naturalmente, usted reduciría el interés a pagar a cero.
Algo parecido es lo que hizo el Gobierno de Estados Unidos: venderles a sus ciudadanos bonos del tesoro que pagaban un interés irrisorio.
¿Pero quién los iba a comprar? Ningún banco querría comprar esos bonos con un interés tan bajo.
Para solucionarlo, se apeló a la emoción más visceral para forzar a los ciudadanos a comprar productos financieros que no les convenían: el miedo.
La imagen de abajo es un
anuncio publicado durante la Segunda Guerra Mundial en Estados Unidos.
“¡Antes de que sea demasiado tarde! Compre bonos de guerra.”
Pero manipular a la opinión pública y bajar los tipos de interés no era suficiente.
El banco central de los Estados Unidos se dedicó a comprar 24.000 millones de dólares en deuda pública para reducir aún más los intereses que pagaba el Estado por la deuda pública.
Considerando la inflación, la inyección monetaria de los años 40 equivale a 336.000 millones de dólares en la actualidad. Es mucho dinero, pero estamos hablando de cuatro veces menos en términos reales de lo que ha comprado la Fed en estos últimos años en bonos del tesoro y CDOs.
Con las cifras sobre la mesa, la burbuja que han creado Obama, Bernanke y Yellen es mucho mayor a la que creó Franklin Roosevelt para ganar la mayor guerra de la historia.
EL DESENLACE
Con la gran expansión monetaria de por medio y a pesar de que millones de hombres estaban combatiendo en el extranjero, el Dow Jones se revalorizó desde abril de 1942 hasta junio de 1946 más de del doble; de 98 a 207 puntos. Extraño, ¿no?
Entonces, al igual que ahora, la Bolsa parecía ajena a la marcha de la economía real y la creación de una enorme masa monetaria catapultó a la renta variable.
Sin embargo, la fiesta de los tipos bajos y la expansión monetaria se terminó justo después de la Segunda Guerra Mundial. En 1946, con la guerra terminada, el tiempo para medidas excepcionales llegó a su fin y la Fed dejó de comprar bonos de tesoro.
La Bolsa reaccionó con una caída brusca caída. Entre junio y octubre de 1946, el Dow Jones perdió un 20 por ciento de su valor.
Además, durante los siguientes años la Bolsa estadounidense se movió en una tendencia lateral de la que no saldría hasta 1950.
Es ahora, cuando un porcentaje mínimo de inversores cree que la Bolsa va a bajar, cuando todos los bancos de inversión unánimemente hablan de que el S&P 500 va a alcanzar los 2.000 puntos el año que viene, cuando Paul Krugman dice que el gasto improductivo es mejor que el ahorro; justo ahora es cuando debe recordar que existe un antecedente, y que ese antecedente fue desastroso para inversores como usted y yo.
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