¿A qué se parecería una Unión Europea plena? es decir, una Europa con un solo gobierno, no disfuncional, un Parlamento no disfuncional, una justicia común, (hasta ahora inexistente), en la que, por razones de mínima eficacia, todos deberíamos hablar una lengua común (probablemente el inglés) aparte de nuestra lengua vernácula... Y la moneda común, claro. Ah! Y su ejército común, claro.
Se parecería muy poco a lo que hoy llaman UE. Una vez alcanzada la "normalidad" de funcionamiento, sería una gran nación hegemónica. ¿Pero cuánto tiempo tardaría en culminarse el objetivo final? serían los costes personales de las generaciones sacrificadas soportables?
Porque mientras no se alcanzara un nivel mínimo de normalidad, los sacrificios serían incalculables.
Es claro que desde esa solución óptima, los problemas de hoy serían fácilmente resueltos. Pero hoy tenemos los problemas, pero no esa solución institucional que permitiría verlos como gestionables, absorbibles.
Ah! Sin embargo, los problemas de hoy son tan inmanejables con las instituciones de hoy -y no van a congelarse en el tiempo hasta que pasen décadas y cristalice la Gran Unión Europea- son tan desafiantes, que es fácil ver que están poniendo palos en las ruedas de proceso de avance hacia la Unión Final.
Es así porque dichos problemas -el económico-social y los refugiados- no sólo han demostrado el fracaso de la UE, sino que además han generado fuerzas políticas muy fuertes contra ese mismo grandioso proyecto.
¿Quién tiene razón? ¿los burócratas que en su Manifiesto de los Cinco Presidentes quieren aherrojar cada vez más las libertades de cada país, para avanzar por la vía rápida del decreto hacia ese camino lleno de incertidumbre, o los que se oponen desde partidos extremistas que amenazan con acabar con las democracias nacionales, única que funcionan en Europa?
No lo sé. Desgraciadamente, una cosa alimentaba la otra: el desasosiego social alimentaba los partidos no democráticos. Lo único que sé es que la crisis de los refugiados se ha intentado paliar (que no solucionar) de manera chapucera cargando el muerto a los paises fronterizos, que son precisamente los ex países del Este de Europa, y que han irritado a sus habitantes con la UE. Esos países, ante el aluvión, se ha declarado en rebeldía de la UE, lo que da una idea de la fragilidad de de los lazos burocráticos. De modo que hay líneas rojas que la UE se ve obligada a respetar, en contra de sus principios.
En cuanto al problema económico, hemos comprobado el fracaso del modelo que se ha intentado aplicar a la crisis. Ese modelo de austeridad fiscal y, tras varios años, de expansión monetaria, no ha acabado con la amenaza deflacionista.
De todas formas, las estructuras fiscales tan diversas que hay entre los paises hace difícil ver cómo se podría haber articulado una solución fiscal-monetaria común. No hay ningún manual de economía donde se contemple un escenario tan borroso de diversidad política, y social, que admita sin rechinar una solución única satisfactoria para todos.
Y en cuanto a los problemas de estructura, no se ha avanzado un ápice en su modernización, ni durante la post crisis, ni menos durante la burbuja previa. Es difícil, o imposible, con las tasas de paro y la desafección creciente que hay. Ahora mismo es impensable que salga un gobierno en España bastante fuerte como para legislar en todo el territorio nacional, y menos en temas tan sensibles, a los que se oponen tantas fuerzas sociales.
Desde este punto de partida, que nadie me refutará (ni siquiera nadie del panglossiano Instituto Elcano), resulta difícil imaginar por donde se va a abrir la vía de avance hacia la Utopía. Pero pensemos un poco en lo que representa ese camino. Los optimistas dirían que, con sólo iniciarlo, ese camino hará surgir fuerzas positivas que ahora están dormidas por culpa de no haberse iniciado antes. Es decir, que las grandes masas de trabajadores desplazados de un lado a otro del continente, en busca de un salario mejor, se hará con alegría ilimitada; que el cierre de empresas improductivas será aceptada sin rechistar porque el numero de empleos aumentará a nivel de la UE. ¿Quién puedo creerlo?
Porque hay que suponer que una vez Europa sea una nación, forzosamente tendría que haber una gran redistribución de los factores productivos hacia sus zonas de mayor eficiencia. Es lo que dice la teoría de las Áreas Monetarias Óptimas (Mundell). Y lo que dice, además, es que tiene que haber flujos fiscales compensatorios desde las zonas con superávit fiscal cíclico a las zonas deprimidas (Kenen), lo que supone un embrión de política fiscal común opuesta a el ordoliberalismo de que cada uno tenga la de cuentas equilibradas y con es ya está. Se requiriría pues, un cambio radical de actitud de los paises del Norte, pero dicho cambio es cada vez más difícil por la oposición creciente de partidos nacionalistas, que recogerán la frustración social evidente.
Y mientras, ¿qué pasa con las ingentes deudas del Sur contra el Norte? Parece que la teoría de los acreedores es que primero se pagan esas deudas, cueste lo que cueste en tasa de paro e inestabilidad social, y luego se podrá endeudar cada país según el Pacto por la Estabilidad y el Empleo, qu al parecer sigue en vigor, pero no sé si con otro nombre. Para justificarlo, se alude a la teoría sin padre ni madre que dice que la consolidación fiscal incentiva la inversión, lo que se ha visto notoriamente falso en estos años.
En resumen, no veo posible un camino desde el presente hasta la Gran Unión son enormes fricciones y conflictos. Es más, no sé si vale la pena sufrirlos y sacrificar varias generaciones para no llegar a ninguna parte. Es claro que el resultado final es atractivo, pero el camino es fuertemente repulsivo... Y con final incierto.