El futuro es incierto. Los ahorradores lo han empezado a sufrir y deben preparar su estrategia de los próximos años. En primer lugar vivimos más años y en segundo lugar el nivel actual del sistema público de pensiones no parece ni mucho menos asegurado debido tanto al envejecimiento de la población como al deterioro de las finanzas públicas de los países occidentales. Por eso ahorrar y gestionar el ahorro se está convirtiendo en un aspecto clave de la economía familiar para poder afrontar el futuro y tener asegurada una estabilidad financiera a lo largo de toda la vida.
Pero en la situación actual algo ha cambiado, y cuanto antes seamos conscientes mejor preparados estaremos para gestionar el ahorro. En la actualidad, nadie te da nada por tu dinero en los países occidentales. ¿Qué quiere decir esta afirmación? Si quieres obtener algo de rentabilidad debes asumir riesgos. Es una de las consecuencias de la crisis global. El mundo está diseñado para favorecer y apoyar al que se endeuda. Se castiga al ahorrador, se le fuerza a contribuir al crecimiento de las economías, a mover el dinero. El sistema necesita que el ahorrador mueva su dinero y contribuya a financiar la deuda enorme creada. ¿Cómo se consigue forzar a alguien a que se arriesgue? Fijando unos tipos de interés muy bajos.
Como ejemplo se muestran, para cada país, datos del rendimiento del bono a 1 año seguido de la inflación anual calculada en diciembre de 2012: Japón (0,04% y -0,10%), Alemania (0,08% y 2,05%), Holanda (0,11% y 2,90%), Estados Unidos (0,14% y 1,74%), Francia (0,15% y 1,33%), Suiza (0,15% y -0,43%), Gran Bretaña (0,30% y 2,71%), Italia (1,15% y 2,20%), España (1,60% y 2,87%). Como vemos el inversor no obtiene prácticamente retorno, y además está muy por debajo de la inflación.
Esta es una visión básica y muy sencilla para entender qué está pasando en el mundo y cómo nos afecta. Y aquí tenemos la consecuencia concreta de algo que nos puede parecer lejano: con los tipos de interés tan bajos, sin riesgo no hay retorno.
Hasta ahora en España esta tendencia estaba amortiguada gracias a la guerra de depósitos, que permitía obtener una rentabilidad decente con muy poco riesgo. El Banco de España le ha puesto fin y España se ha colocado en una situación semejante a los países de su entorno. La rentabilidad de los depósitos ha bajado drásticamente, y por ejemplo un plazo de 1 año tiene un tope de rentabilidad del 1,75%.
Conforme vayan venciendo los depósitos antiguos, el ahorrador se enfrenta a un dilema. Tiene dos opciones.
En la primera, si contrata un nuevo depósito el ahorrador irá viendo cómo se erosiona su patrimonio. ¿Por qué? Por la inflación. En España actualmente se encuentra entre el 2,5% y 3,5%. Por lo tanto el coste de la vida aumenta más rápido que nuestro ahorro, y a efectos reales perdemos poder adquisitivo. Es lo que se llama tipo real negativo. Por lo tanto, si no arriesgo mi dinero, el sistema me lo acaba quitando poco a poco.
La segunda opción es evidente. Arriesgar con el ahorro. Si quiere ir construyendo un capital para el futuro, el ahorrador se ve empujado a invertir, a asumir riesgos. Y aquí empieza un problema generalizado. Muchas familias van a mostrarse interesadas en obtener buenas rentabilidades, pero no están acostumbradas a las consecuencias de asumir riesgos. Numerosas entidades van a aprovechar para ofrecer productos con mayores rentabilidades pero también mayores riesgos. Y muchos inversores van a contratarlos, sin ser del todo conscientes de qué contratan y de si quien les aconseja tiene el conocimiento suficiente sobre inversión.
Además hemos vivido unos meses de grandes subidas bursátiles en todo el mundo. Y de nuevo el inversor se ve atraído por los titulares y el optimismo generalizado. Es el cóctel perfecto para “picar” y cambiar el dinero de la seguridad de los depósitos a la renta variable. Sin embargo el salto en el riesgo es mayúsculo y la mayoría de ahorradores no están preparados para afrontarlo. El IBEX puede caer un 10% en pocos días. ¿Un ahorrador acostumbrado a bajo riesgo va a asumir una pérdida como esa? Por lo tanto muchísima precaución con los productos que contratamos.
Hay muchos grados de riesgo que se puede asumir en una inversión, no es necesario arriesgarlo todo en renta variable. Los expertos financieros conocemos las alternativas y las podemos recomendar a cada perfil de inversor. Mi recomendación para las personas que decidan asumir más riesgo, es que encuentren a alguien que les pueda guiar y recomendar sobre las mejores opciones.
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