El 21 de diciembre vuelven a ganar las elecciones catalanas los independentistas-comunistas, pero reforzados si se presentan en coalición, declaran restituida la Republica Catalana que nunca se declaró, y de nuevo Madrid saca el 155 para impedir el incumplimiento de la Constitución. Europa se aburre y dice que nos decidamos ya, hay una presión mundial enorme para llegar a un "compromis", se hace una chapuza, que no gusta ni a Madrit ni a Barcelona, pero que no impide que los indepes sienten las bases para el próximo asalto. Y así.
Todo gracias a un sistema electoral que no define nada y da plaza en el tiovivo a cualquier mindundi, lo que le da espacio en toda televisión, en la que dicen las mayores burradas sin que la gente se lleve las manos a la cabeza. Soraya sigue gestionando el CNI y las TV. Por cierto, que esta inútil, presidenta interina de la Generalitat, ha despedido a los técnicos enviados por los ministerios para gestionar el 155. Prefiere a los que había antes.
Aburridos, los españoles que pueden deciden irse a remo, a nado, o como sea, a cualquier otro sitio. El dinero ya lo han mandado a Panamá.
Ante la deuda gigantesca y la falta de recaudación, España es intervenida "a la griega" y ya no se vuelve a hablar de ella. Total, sólo quedan cuatro viejos aburridos, sin pensión que cubra una semana, rascándose los piojos y espantando las moscas... y Puigdemont, al fin presidente de la República Catalana Virtual, que es como Mónaco pero sin circuito de fórmula 1. Forcadell le espanta las moscas.
Oriol Junqueras, el historiador, ha escrito un libro, "Historia de la República Catalana", que empieza allá por el 1100 dc. (O antes de Cristo, según se mire). En todo caso, Cristóbal Colón, Cervantes, Santa Teresa y don Quijote eran catalanes, como sospechábamos.
España en realidad nunca ha existido, salvo como territorio penínsular que un día se llamó Hispania, abandonada por los romanos en manos de los beréberes, pero sin entidad política real. Portugal sigue en pie, gracias a Aljubarrota. Ha extendido puentes y túneles a través de Galicia que enlazan con Francia perfectamente y se han olvidado del secarral que hay a la izquierda, dividido en reinos de taifas de los que no se sabe cuántos son. Las empresas que se fueron de Cataluña arribaron a Portugal, emporio económico de Europa.