En Juan Carlos Barba, nos pinta un panorama desolador del futuro de España por la caída constante del gasto, publico y privado, destinado a I+D. Estas siglas son Investigación y Desarrollo - a lo que habéis que añadir I de innovación (aplicación práctica de las invenciones al proceso productivo) -; los datos que maneja Barba son de la OCDE.
En todo caso España es de los últimos paises, muy por detrás de otros como Corea, Israel, y otros que sí se preocupan del futuro.
Juan Carlos ofrece unas razones plausibles para este desastre:
Aquí nadie se preocupa de la I+D, y la poca que se hace tiene unos rendimientos bastante escasos. En 2014, registramos solo el 2,6% de las patentes de la UE, cuando nuestra población es el 9%. Y eso que Europa no es ni mucho menos la región del mundo que más patenta (solo Corea patenta más que toda la UE). Cierto que en publicaciones científicas estamos mejor, pero si eso no se traduce en una mejora de la estructura económica, es que algo está fallando.
Dentro de unos años vendrán los lamentos, cuando veamos cómo nuestra situación se va deteriorando cada vez más comparados con otros países que lo están haciendo mucho mejor que nosotros.
Está claro por qué los políticos que gobiernan no aplican políticas que preparen nuestra economía para el difícil mundo que nos ha tocado vivir. Por qué la población no valora que se apliquen es más complicado de analizar. Entran muchos factores en juego, desde los propios intereses de la clase dirigente que manipula a conciencia a la población hasta la tradición cultural española de desprecio por la innovación. No sabemos cómo romper este círculo vicioso en el que estamos metidos, pero sabemos que si no sabemos hacerlo, las consecuencias serán nefastas para nosotros y las generaciones futuras.
Hay, en efecto, un lastre cultural que juega un papel importante: nos importa una higa el I+D y las consecuencias de su caída. La desintegración del Estado ha desviado - o fomentado - el interés al folclorismo, pero tampoco le gobierno ha sabido imponer un criterio sensato. España es un reino de taifas cada uno con su peso importante, pero esos pesos no suman, sino que restan, en la acción de interés colectivo. Las CCAA fue el peor invento de la transición, siguiendo de cerca la ley electoral, que ahora C's quiere reformar a peor, es decir, a su interés de partido pequeño y mediocre.
Leyes electorales, reinos de taifas, hacen imposible una política de interés nacional en cualquier ámbito.
Sin I+ D no hay avance, no crecen los recursos disponibles, por lo que es inútil berrear por una política de una energía no contaminante y barata, o una educación excelsa. Al revés, nos hemos gastado el dinero en una tecnología que no es productiva, y la educación la deciden los fracasasos indenpendentistas y los reyezuelos autonómicos, que imponen por narices una lengua regional que ni siquiera es propia (¿no es así, Pablo Bastida, con el catalán en Valencia y en Baleares?).
Lo primero que debería hacer España es recentralizarse, para poder distribuir los recursos públicos racionalmemte. El gobierno debería recuperar competencias, empezando por la educación.
Pero es difícil, porque hay mucha resistencia por parte del mismo "pueblo", ese que dicen que está lleno de sabiduría. El pueblo está enganchado a una serie de adicciones, desde los puentes a las Ferias de su pueblo, la Semana Santa, a ver quién la hace más piadosamente, el Rocío, la Feria, las Fallas, la Semana Grande, san Isidro, todo eso veteado por un acueducto qué hace de pasillo para saltar de puente a puente.