El FMI ofrece un artículo sobre el impacto de la guerra de Ucrania en las economías europeas. No será baladí. 5 millones de expatriados a los demás países son una cantidad difícil de asimilar, sobre todo porque la subida de costes de las materias primas alientan la inflación y reducen las capacidades de inversión y producción. Es un choque de oferta, indudablemente, pero que los Bancos centrales no pueden atajar como cuando la inflación se ve acompañada de fortaleza de la economía. EL peso de la Guerra supondrá un crecimiento menor, como se ve en el gráfico, incluso una recesión en algunos países, mermando en todo caso el crecimiento de PIB previsto.
Estas previsiones están hechas a datos de hoy, lo que significa que la profundidad de la caída puede - y será - mayor.
Esto por no hablar de la reconstrucción de Ucrania, quizás entelequia por lo que tememos del comportamiento de Rusia en Ucrania: que no quede piedra sobre piedra.
En realidad no sabemos cuando acabará esta guerra, a la que Rusia no ha puesto objetivos claros y puede extenderse a reconquistar las fronteras de la antigua URSS.
Por lo que puede ser perfectamente una catástrofe económica, que afecte a toda a Europa, a su proyecto de integración (que es claro que Putin repele), y a la misma existencia de Occidente (también objeto de la ira de Putin) que parece que a EEUU se la trae al pairo.
España, con su economía puesta ya en duda por la OCDE, puede verse inmersa en un torbellino de deuda pública sin recursos para incentivar la economía productiva. Lo que no veo claro es que una Europa en precario tenga el peso suficiente para intervenir- ayudarnos - a salvar el escollo de deuda con recesión.