El cisne negro de Marine Le Pen

12 de febrero, 2017 5
Treinta años Economista Titulado del Banco de España. Economía internacional. Autor del blog "Decadencia de Occidente", blog sobre los estragos... [+ info]
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A Marine Le Pen no se la espera. Es muy difícil que gane las elecciones de mayo... pero no imposible. En Francia las elecciones se celebran a dos vueltas. En la primera, todos los candidatos, si son más de dos, obtienen una cuota de votos. Los dos que más han obtenido, se presentan a la segunda vuelta a todo o nada. El o la que saque la mayoría ha ganado.

En la primera vuelta habrá presumiblememte cuatro candidatos aparte de Le Pen, lo que descarta virtualmente una victoria de cualquiera. En la segunda, se supone que los demás partidos, todos más o menos europeistas, se coaligarán para apoyar al candidato no lepenista. Ha sucedido otras veces. En realidad, es un sistema mayoritario, pues al final el resultado es un ganador. No hay espacio para negociaciones y trapicheos. Las elecciones parlamentarias son iguales. Este sistema fue impuesto por De Gaulle en 1958, para acabar con la inestabilidad de la IV República, parecida a lo nuestro de hoy, candidata a caer en el chantaje de minorías. Es mucho más eficaz un parlamento mayoritario que uno fragmentado, en el que las decisiones importantes están al albur de estrategias de poder de varios grupos sin verdadero interés común.

Según nos dice Gavyn Davies, los mercados estiman que las probabilidades de victoria de Le Pen son del 10-15%, algo que no preocupa a los mercados excesivamente, salvo cuando se producen noticias como la caída en desgracia de Fillon, el más dotado para derrotar a Le Pen. Sin embargo, esa baja probabilidad puede ocultar un "cisne negro": un riesgo pequeño de una bomba, por inesperada más catastrófica.

Madame Marine pretende sacar a Francia del euro convocando un referéndum. Se comprende que el riesgo puede ser colosal, porque esto no puede hacerse sin repercusion en toda Europa, no sólo Francia. Ella pretende que no hay ninguna dificultad, pero en cuanto ganara las elecciones, una cadena de reacciones se pondrían en marcha, desde la huida de dinero de Francia al aumento consecuente de la deuda del país con el Sistema de Bancos Centrales, vía TARGET 2 (sistema centralizado de casación de deudas intradía), que los alemanes no consentirían eternamente. Aparte de esto, habría efecto contagio en países sospechosos, como España, Grecia, Italia, etc.

Es decir, es muy poco probable que Madame Le Pen tenga la mínima oportunidad de aplicar su poco desarrollada idea sin que se le caiga el castillo de naipes antes de empezar. Francia puede quedar financieramente arrasada. Y lo malo es que los demás también.

Lo malo del euro es que cualquier intento de borrarlo civilizadamente y por acuerdo mutuo daría lugar a inestabilidades, huida de capitales, etc. Pero no hay ninguna probabilidad de ello, porque si se intentara hacer bien, por acuerdos, unos -Alemania - perderían un Potosí. Alemania vería su nueva moneda subir a las estrellas, lo que le mermaría su competitividad y el borraría su superávit exterior del 9% del PIB.

Tampoco ganaría Alemania si se decidiera por la vía opuesta de consolidar la unión fiscal y convertirse en exportadora de transferencias, totalmente en contra de su más íntima filosofía.

Es más, Alemania se está deslizando también hacia una oposición contra el euro, y no sólo por el partido nuevo de extrema derecha. Merkel tiene en sus filas euroescépticos, sentimiento que va creciendo, como cuenta Wolfgang Münchau, con cada vez más votos.

Por lo tanto, el euro va estar durante un tiempo indefinido condicionado a este tipo de riesgos, de los que hasta ahora se ha salido metiendo los problemas debajo de la alfombra. Pero es que eso demuestra que el intento de borrar el espíritu nacional de las naciones más fuertes ha fracasado. Ese espíritu ha sido más correoso de lo que se pensaba cuando se firmó Maastricht. ¿Como se soñó alguna vez que se iban a vencer esas fuerzas telúricas?

Desde entonces, el euro no ha dado más que sustos, mientras ha contribuido a la situación actual de fraccionamiento entre acreedores y deudores.

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Este artículo tiene 5 comentarios
antiguo usuario
Yo creo que el cisne negro seria que resucite su padre y mande jajaha
13/02/2017 10:03
la individua Le Pen (que vaya nombre tiene), quiere entre otras mamarrachadas reducir la edad de la jubilación a 60 años. Vamos, una medida óptima para mejorar la sostenibilidad del sistema de pensiones.

EL problema es que cualquiera, con poca o ninguna formación y lo que es peor, sin un CV pro de campanillas, llega a ministro, primer ministro o presidente. Véase ZP, Mas, Puig, los del PP de Valencia, el tuerto de ERC etc o esta candidata del FN o su doble hispano el camarada Iglesias.

Mientras se siga viendo la meritocracia como algo elitista, derechista y desigual iremos de derrière..

Idem si no se ponen límites constitucionales al poder de la cosa pública pues sin esos límites la democracia y la libertad están amenazados.

La ignorancia, el populismo y el poder sin límites del estado, menudo futuro nos viene..
13/02/2017 18:23
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