No todo lo que nos parece novedoso es en realidad original, en muchos casos sólo nos hacemos eco de lo que ya vienen haciendo otros. Y eso en sí no es siempre malo, pero cuando lo que se copia es la forma y no el fondo, pues muy positivo no es, la verdad.
Desde hace un tiempo a esta parte nos hemos acostumbrado a ver cómo algunos gestores, al publicitar sus carteras, hablan de la revalorización esperada de cada uno de los valores que la componen, o del conjunto de la misma, sin detalle de cada valor. Y eso, que, lo lleva haciendo Buffett, entre otros, desde tiempos inmemoriales, tiene varios problemas prácticos. Primero, que Buffett es difícil de imitar, no sólo en su forma de invertir, sino también en sus circunstancias y sobre todo en su track record. Y es cuando uno tiene esos antecedentes, prácticamente todo lo que haga nos parece bien. Y aunque no nos lo parezca, pues da lo mismo realmente, porque ya no tiene nada que demostrar. Y segundo, que a lo mejor no hay que copiarle todo, no porque no sea valioso, sino porque hay que reconocer las limitaciones que tenemos cada uno.
Pero resulta que lo hemos copiado, y que además vende, la verdad sea dicha. Porque por un lado nos asimila en las formas a una leyenda (la idea de estar invirtiendo con el siguiente Buffett es muy atractiva), y por otro crea expectativas tangibles de ganar dinero.
Pero al inversor esto debería darle igual, o al menos debería prestarle una atención relativa. Y lo decimos porque esa afirmación se queda coja, en primer lugar, si no se acompaña de una estimación de tiempo. Si decimos que una acción X tiene un revalorización esperada del 50%, es una afirmación con poco valor objetivo en sí, por las siguientes razones:
- Si esa revalorización se produce en los próximos 10 años, pues la rentabilidad anual ya no es tan impresionante como parecía al principio.
- Cuanto más caiga la cartera, mayor es la potencial revalorización de la misma ... Si no ha invertido usted en el fondo en cuestión, pues bueno está (suponiendo que no siga cayendo), pero como esté ya invertido, el consuelo es pequeño.
- Las estimaciones de revalorización son subjetivas. Teniendo en cuenta que lo seres humanos tenemos escaso éxito prediciendo el futuro, y que además las valoraciones son muy "relativas" (lo que está muy caro para unos, no lo está tanto para otros...), dicha afirmación más parece fruto de algún sesgo cognitivo (exceso de confianza, endowment effect, status quo bias, entre ellos), que otra cosa.
- Y por último, si seguimos con la narrativa de que las inversiones son a largo plazo, cada valor de la cartera debería permanecer en la misma por un período largo, cosa que no siempre es así, y en algunos casos casi nunca. Por tanto hablar de revalorizaciones esperadas cuando la acción tiene muchas probabilidades de no permanecer tanto tiempo en la cartera, carece de valor real.
Habría que añadir al elemento tiempo, la otra cara de la moneda, es decir la potencial pérdida, suponiendo que quisiéramos que la afirmación de la revalorización fuera totalmente informativa. Pero esto, claro, desincentivaría a muchos...
Y por último, como ya comentamos en algún otro post, salvo que desde que se produce la inversión, la acción suba de manera consistente hasta alcanzar el precio objetivo, existe un elemento adicional que es el coste de oportunidad. Elemento éste que se termina traduciendo en una posible rentabilidad perdida (o mayor tiempo para realizar la esperada, que viene a ser lo mismo).
"Intelligent people make decisions based on opportunity costs - in other words, it's your alternatives that matter". Charlie Munger
Pongamos un ejemplo, del cual fuimos protagonistas (lamentablemente), y que sirve para ilustrar tanto el coste de oportunidad como el tiempo, ya que van íntimamente ligados.
Nuestro precio medio no fue el más alto del rectángulo azul, pero tardamos casi dos años en hacer break-even... En el mismo período donde nuestra inversión no tuvo rentabilidad alguna, el SPY se revalorizó un 42%. Es verdad que posteriormente la rentabilidad fue muy superior (aunque también podría no haberlo sido), pero esos dos años tuvieron ese coste de oportunidad.
La rentabilidad esperada de una inversión sin definir el tiempo en el que se puede producir, hace imposible realizar la comparación con inversiones alternativas.
En definitiva, tanto rentabilidad como tiempo deben venir de la mano si es que hacemos algún anuncio sobre ello. De otro modo, las afirmaciones son gratuitas y poco informativas. Son buenas para hacer marketing, pero deberían ser insignificantes para el inversor. Y como las rentabilidades son casi siempre relativas, para poder analizar las mismas, es importante tener en cuenta ese coste de oportunidad, es decir, compararlas con las de diferentes alternativas.
Irrational Investors
Nota: Artículo previamente publicado enwww.irrationalinvestors.com
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