El mayor fallo de la economía que se ejerce es quizás su descontextualizacion, es decir, el intento de crear una ciencia válida en toda circunstancia, con sus leyes inmutables (hasta que la experimentación revela sus fallos), como si se tratara de la física. La economía no se puede sacar del contexto histórico a riesgo de hacerla inane. En ese contexto circunstancial los elementos más importantes son el cultural, el social y el político. Cada uno de éstos tiene complejidades sin fin, y naturalmente eso debilita, aún más si cabe, la pretensión de encontrar leyes generales de comportamiento económico.
La cita del post anterior, magnífica, es un ejemplo de los condicionantes que juegan un papel preponderante en la economía de España. Vuelvo a repetirla, ya que es breve. Subrayados míos:
Las lealtades a los liderazgos dentro de los partidos siempre están correlacionadas con el número de nóminas que el liderazgo en cuestión puede garantizar. Que se lo preguntaran si no a Sánchez o a Rajoy cuando aún no habían llegado a la Moncloa y tenían que sufrir los desplantes altivos de sus barones y baronesas. El verdadero poder político siempre nace de un presupuesto de libre disposición.
No pretendo decir que esto pasa sólo en España; obviamente se produce en muchos países, pero de una cultura (incluida la religión, por supuesto) de la que surgen esas deficiencias. En España, no se puede ejercer un papel de control sobre el poder político porque, a nadie se le debería escapar que esto es una partitocracia, es decir, en la que el poder supremo (a veces opresivo) lo ejercen las cúpulas de los partidos, que tienen maniatados a sus diputados (o seudo diputados) por el solo hecho de que su cargo y la renovación no depende de los electores, sino del puesto en la lista en la que va incluido.
Si no es fiel al máximo líder, es muy posible que se lo quiten de encima en las siguientes elecciones. Además, las cúpulas de los partidos negocian directamente el nombramiento de los jueces según su fidelidad al partido. Esto es de una gravedad extrema, pues quiere decir que en España no hay justicia independiente, y en multitud de casos, con la infiltración de las ideologías en sedes judiciales, una sentencia está cada vez más condicionada por la ideología del juez.
Finalmente, los partidos que son monolíticos también negocian monolíticamente La leyes que se van a aprobar en el parlamento, salvo en caso de que el partido gobernante disponga de mayoría absoluta y pasó su aplastante “rodillo”. Las leyes deberían ser negociadas, pero por diputados independientes de sus siglas. No hay cosa más ridícula y patética que ver una votación en el Congreso en que, prietas las filas, cada diputado vota la consigna dictada previamente.
Y esto se repite 17 veces a nivel autonómico, en el que pocos escapan, si alguno, a la partitocracia.
Esto se deriva de la cultura civil y social laxa, en la que han intervenido siglos de historia. Por eso es difícil pretender aislarse de la historia para dictaminar aentencuas económicas y acertar.
Por el contrario, se puede decir, creo, que en España las cosas de la economía no funcionarán nunca como, digamos, en EEUU, por ir al otro extremo, pero tampoco como en Dinarmaca, Suecia, Holanda, a los que algunos aspiran a parecerse, pensando quizás que si económicamente nos acercamos a la funcionalidad de esos modelos, seremos más eficientes y más ricos. Es que esos países funcionan más eficientemente en economía porque tienen una historia completamente distinta a la nuestra, y no al revés. Es más, aquí la mayoría de la gente es muy reacia a que les lleven a paraísos ignotos, “porque en España se vive muy bien”, frase que resume la actitud pasotista que deviene de los factores indicados.
Indagar de dónde proviene esos factores sería muy largo, nos llevaría muy lejos, pero no debemos olvidar que venimos del Concilio Trento, mientras que los holandeses se independizaron de España a base de sangre y fuego, y que fue un ejemplo para la democracia inglesa, que se estabilizó en la revolución pacífica “La Gloriosa” cuando La Corona fuere heredada por un príncipe de la casa holandesa de Orange, creo que en 1698.
¿Qué tengo contra Trento? Todo. Fue un concilio propiciado por Carlos V, con la finalidad de hacer una fusión entre la Iglesia y Lutero. Fue aplazado más allá de su muerte, y su hijo Felipe II y el papa de entonces no pusieron ningún interés en lograr ese objetivo. Todo lo contrario: Trento fue la reafirmación de las diferencias abismales entre protestantes y la Iglesia.
He escrito un libro (Economía desde el principio) sobre estas cuestiones, que espero reeditar pronto.
En fin, que Ortega y Gasset no andaba muy desencaminado en su concepto de “circunstancias” como un condicionante para la vida personal u de los pueblos. Lo que llamo Cultura, como decantación de la historia, va entretejiendo una tela finísima pero resistente que impide que la conciencia individual y social se exprese desde cero. No somos una página en blanco. Nacemos en una cultura. Si. Ella no podríamos expresarnos, ni actuar, ni interrelacionarnos con los demás. Que esta cultura sea difeente en cada localización es lo que produce fricciones y diferencias insalvables.