La economía monetarista de Milton Friedman se basa en una falacia gigantesca. Pueden ver una buena descripción de ella en David Glasner, que sin embargo no hace mención del craso error del monetarismo. Como explica Glasner, en la economía de Friedman lo importante son los precios relativos, no el nivel de precios. Si un día multiplicáramos por dos el dinero en circulación, el nivel de precios se multiplicaría por dos, pero los preciso relativos seguirán manteniendo la relación, se supone que de equilibrio, que tenían antes. Ergo, no sirve de nada aumentar la oferta monetaria para estimular la economía, salvo que que haya un problema de nivel de precios, que puede afectar al nivel medio salarial real y por ende al PIB real. Si el nivel de precios se ha quedado detrás del avance del nivel salarial, los empresarios ven mermados sus márgenes, y un manera de restablecer la armonía es aumentar la oferta monetaria, y el nivel de precios, pero a corto plazo y limpiamente, sin alimentar expectativas de inflación.
Dejemos de lado la pretensión de que los precios relativos tienden al equilibrio. Lo que quiero resaltar es que el modelo de Friedman parte de la ecuación Cuantitativa, que dice que el dinero en circulación, multiplicado por su velocidad, es idéntico al volumen de las operaciones realzadas en el periodo.
M*V = P*T
Siendo T el número de transacciones realizadas en el periodo, P el nivel de precios - fiel resumen de los innumerables precios de cada operación -, M el dinero y V su velocidad de circulación. Es obvio que bajo determinadas condiciones esto es una identidad. Las condiciones son un los precios relativos se mantienen, lo que hace al producto equilibrado. Y que las transacciones se movilizan con el dinero M. Entonces es lógico, inapelable, que el número de transacciones, cada una multiplicada por su precio, debe ser igual al stock de dinero por la velocidad a que circula.
Pero resulta que esta ecuación identitaria, imperativa, se reconvierte en
M*V = P*PIB, lo que ya es una historia muy distinta.
Porque hay un montón de transacciones financieras que no entran en el PIB, y sin embargo se hacen con dinero. Por ejemplo, gran parte de las transacciones financieras. El PIB es la suma de valores añadidos por cada transacción, y las de segunda mano no entran en el PIB, pero sí entran en la M. Por ejemplo, ud compra un piso de segunda mano. Esa transacción no debe entrar el en PIB, porque ese piso ya se computó cuando se vendió por primera vez. La segunda venta no añade nada a la producción. Es un piso ya existente. Lo mismo pasa con la riada de operaciones especulativas financieras, que se hacen sobre bienes y títulos ya existentes que ya fueron computados en su tiempo.
Por lo tanto, cuando queremos ver cuál es la velocidad de circulación del dinero como índice de actividad, encontramos el siguiente gráfico, según el cual la V ha estado cayendo en los últimos años, pese a la recuperación económica.
Si las operaciones mencionadas se incluyeran en el PIB, la historia sería al revés, dada la ingente cantidad de operaciones bursátiles que se han hecho, lógicamente con dinero.
Esto es un problema insalvable para el Banco Central, porque tiene la misión de mantener la inflación por debajo de una cifra, pero a la vez impedir que el PIB caiga muy por debajo de su potencial - es decir, cerca de la tasa de paro más baja posible. El gráfico le está diciendo a la FED que la economía languidece, cuando no es verdad. La FED se centra en el PIB y el índice de precios escogido, y ha de olvidarse de las operaciones no incluidas, por mucho que las vigile de cerca.
Es decir, exactitud no hay mucha en la política monetaria. Friedman, en el fondo, veía la teoría monetaria como una adición a una economía de trueque, que es lo que gusta a los economistas conservadores.
¿Que ha pasado en estos diez años de crisis? Los bancos centrales han tenido que expandir el dinero y mantener bajos los tipos para salvar el PIB, lo que ha propiciado un auge de los mercados financieros, mucho más allá de lo necesario para financiar la economía real. Es decir, ha propiciado la especulación en bolsa hasta extremos injustificables.
Y así estamos. Una economía real en ascenso, unas finanzas insultantes, y unas deudas que se pregunta uno cómo se van a pagar.
En realidad la economía nunca está en equilibrio. Y hoy menos que nunca. Lo que no se debe hacer nunca es empezar por una economía de trueque.