Mucho se ha escrito sobre la deflación. Algunos opinan que es un problema muy grave y otros opinan que no lo es tanto. En fin, opinemos lo que opinemos lo cierto es que Japón lo ha sufrido y el empeño que ha puesto para salir de la situación nos indica que los gobiernos lo temen. Europa y el banco central europeo también lo consideran un grave problema.
¿Qué suele suceder en una situación de deflación?
En primer lugar, hay que buscar el motivo de una situación de deflación. Normalmente, los procesos de deflación son una consecuencia de un bajo o negativo crecimiento de una economía. Como consecuencia, la demanda se debilita mientras la oferta toma la vía del descenso de precios para lograr la venta que de otra manera no se produciría. Como los precios descienden se puede entrar en un círculo vicioso, como sucedió en Japón, donde la población no compra esperando nuevos descensos.
En este caso, la inversión en activos tales como bolsa no parece recomendable al mermar las expectativas de beneficios, "vender es fácil, lo que es más difícil es vender con beneficios". El dinero cada vez vale más pero las únicas inversiones rentables son aquéllas que no suponen un riesgo de pérdida. Estos claramente son los llamados activos refugio, que "no pierden su valor", tales como oro o mejor aún deuda del Estado. Sin embargo, en la situación actual no sabría decir si la deuda del Estado sería una buena inversión teniendo en cuenta el fantasma de las quitas. El problema de un activo refugio como el oro es que si no se produce la deflación o ésta no tiene la suficiente fuerza dicho activo puede perder valor por lo que perderemos dinero. Otro problema es que este activo funciona mejor cuando la crisis es mundial ya que el aumento en la demanda de un país no implica una inmediata presión alcista del activo, lo que realmente importa es el aumento de la demanda global.
Caída del precio de combustibles
Y, ¿cómo está afectando la caída del precio de las materias primas combustibles? Es evidente que en un mundo cuyo motor es la energía, este coste se convierte en una variable capaz de provocar el descenso de todos los productos y servicios. Por poner algunos ejemplos, podemos decir que el intercambio del comercio y competencia mundial se incentiva convirtiendo la producción global en local. ¿Por qué? Por la sencilla razón de que el peso del combustible en los costes del transporte es elevado y, como sabemos, estos son repercutidos en el precio final del producto. Es decir, a menores costes del transporte menores costes del producto en un mercado no local. Otro ejemplo podría ser la caída de los costes producción, especialmente de algunas industrias como la química.
Como comenté en su momento nuestra balanza saldría beneficiada, por un lado, por un descenso del precio del material que tiene mayor impacto en las importaciones españolas. Claro, siempre que las exportaciones y el turismo no se vean a su vez perjudicadas por la nueva situación en la misma o mayor medida. No obstante, el Gobierno vería mermado sus ingresos por impuestos sobre hidrocarburos, por ejemplo. Aunque siempre existe la opción de mantener artificialmente el precio nacional de sus derivados y perder competitividad frente al resto de los países en aras del "bienestar del Estado".
Lógicamente el precio del combustible tiene un suelo y éste viene determinado por los costes de producción, algo que parece que ya se está alcanzando en algunos países.
Sueldos y precios
Volviendo al tema que nos ocupa, sabemos que se está produciendo un ajuste tanto de precios de productos como de servicios lo que puede hacernos más competitivos por el lado del precio. Este aumento de competitividad viene impulsado en parte por la reducción de sueldos que, de alguna forma, a causa de una menor renta disponible provoca el descenso del precio de los productos. Por otro lado, el Gobierno ha subido una y otra vez los impuestos hasta el momento, reduciendo aún más la renta disponible de familias y hogares. Todo ello, dificulta un aumento de la inflación.
Debemos hacer una mención especial al hecho de que incluso algunos de los intocables hasta no hace tanto tiempo, los funcionarios, han sufrido recortes en sus ingresos. Sin embargo, hay un colectivo que aún disfruta de una congelación o mínimo aumento por fines probablemente meramente electorales, los pensionistas. Y que conste que no estoy realizando juicios de valor, ya que entiendo que algunas pensiones dan justo para vivir. Lo único que quiero decir es que, dado el creciente gasto en esta partida y las expectativas actuales, una situación de deflación sostenida en el tiempo sería peligrosa. Si bien es verdad que hay situaciones de despilfarro mucho más sangrantes en la Administración Pública que, por mucho que se ha anunciado, no ha realizado ninguna reforma en mi opinión, más allá de cambios estéticos de cara a la galería.
En este gráfico, el dato de 2013 es una estimación en base a un informe de Adecco que afirma que los salarios habrían caído un 0,3% en 2013 con respecto a 2012. El resto de datos se han obtenido de fuentes oficiales.
El gasto en pensiones, por otro lado, no ha dejado de crecer como se puede observar a continuación.
Por lo tanto, y aún siendo conscientes de que este año hay una cierta mejora en el mercado laboral, debemos tener presente que una situación de deflación con un gasto creciente y una débil creación de empleo no es sostenible en el largo plazo.
Y el gasto no deja de crecer...
Y, a modo de botón de muestra, podemos ver la comparativa entre cotizantes y pensionistas que muestra la insostenibilidad del sistema, con una pirámide de población invirtiéndose (una población cada vez más envejecida).
Por ello, con un Gobierno empeñado en meter la mano en la caja de las pensiones, un paro elevado y un creciente gasto y endeudamiento, esperemos que una situación de deflación, si se produce, o sea muy suave o tenga una duración corta de tiempo. O, mejor aún, que no se produzca.
Por último, no he mencionado la caída de recaudación en concepto de impuestos si las empresas no obtienen tantos beneficios por una situación de deflación pero doy por descontado lo evidente de este hecho.
Y aunque parezca que soy un agorero, nada más lejos de la realidad porque la deflación es un riesgo pero si, a pesar de una deflación, se sigue creando empleo y se controla el gasto sería bastante optimista. No obstante, si creo que una situación de deflación continuada (no un sano ajuste de precios puntual) sería peligrosa.