El proceso cíclico de inversión – incluyendo la obtención de información, la elección de acciones y las inversiones, la tenencia y venta de inversiones, seguido por una nueva selección – está lleno de dificultades.
Éstas pueden llegar a tener un precio alto para los inversionistas en el sentido literal de la palabra. Como Benjamín Graham decía, “El peor enemigo del inversionista es probablemente él mismo”.
Así comienza el apartado de sesgos conductuales del estudio llevado a cabo por los Profesores Dr. Thorsten Hens y MSc. BA Anna Meier de Behavioral Finance Solutions GmbH presentado en un informe por Credit suisse.
Desde Enbolsa os resumimos una serie de sesgos y trabas que hacen que la mayoría de los inversores tomemos decisiones erróneas a la hora de invertir.
El sesgo de confirmación – Se refiere al fenómeno de la búsqueda de información selectiva para respaldar las opiniones propias o interpretar los hechos de manera que se adapten a nuestra propia visión del mundo. Los inversores, analistas o trader cuando se deciden por un valor es muy probable que solo vean, aquello que quieren ver. Además, aun de forma casi inconsciente, es muy posible que obtengan con facilidad conexiones con su hipótesis que corroboren su análisis.
El sesgo de atención – Afirma que las cosas como productos, empresas y emisores que se presentan con mayor frecuencia en los medios de comunicación serán recordadas más rápidamente por los inversionistas cuando buscan un instrumento de inversión adecuado. La información mala o apenas accesible no es considerada.
El sesgo de la disponibilidad – Es una tendencia a valorar las probabilidades en base a los ejemplos más sencillos que acuden a nuestra mente. Es decir, como los organizadores de la lotería continuamente ensalzan a los ganadores y se olvidan de los millones de personas que han comprado un billete, pero han perdido, entonces nuestra mente solo se centra en aquellos que han ganado desechando todos los que han perdido (que, irónicamente, es la inmensa mayoría). Desde este análisis, asumimos que tenemos mayores probabilidades de ganar que las realmente existentes.
Sesgo nacional – Las estadísticas muestran que la mayoría de los inversionistas tienden a comprar acciones de las compañías de su país de origen. Estas acciones parecen más dignas de confianza y los inversionistas crecieron con los nombres de estas empresas. También se mencionan con más frecuencia en los medios locales de comunicación.
Sesgo improbable favorito – Las personas que caen en esta trampa psicológica siempre van por la apuesta arriesgada porque promete ganancias muy elevadas. Por desgracia, se olvidan de que la probabilidad de ganar la apuesta arriesgada anula el beneficio en el mediano plazo.
Sesgo anclaje – Al tomar decisiones, los inversionistas no se basan en factores fundamentales. Por el contrario, tienden a basar su decisión en el precio al cual se compró la posición original o la última posición de una acción. Este precio de compra es el ancla y provoca decisiones irracionales. A diferencia del costo de adquisición, el nuevo precio parece barato para el inversionista. El anclaje influencia las decisiones individuales en base al hecho de que los inversionistas no se dan cuenta de cómo se presenta la información. Cuando se trata de tomar decisiones, la gente parece estar influenciada por datos aleatorios, incluso si saben que los datos no tienen ningún valor informativo o que son escandalosamente altos o bajos.
Aversión miope a las pérdidas – La mayoría de los inversionistas teme más a las pérdidas de lo que gozan las utilidades. Si estos inversionistas miran su desempeño en acciones demasiado a menudo, generalmente ven que han perdido dinero y venden todo de nuevo. Una visión a largo plazo sería mejor. Muchos inversionistas hacen contabilidad mental, es decir, hacen distinciones en su cabeza que no existen financieramente. A menudo, las pérdidas incurridas son consideradas de forma separada de las pérdidas en papel. Esto significa que la gente vende acciones de su cartera demasiado pronto cuando obtienen una ganancia y demasiado tarde cuando sufren una pérdida.
Efecto de disposición – Las ganancias se realizan muy temprano y, como resultado, las pérdidas muy tarde. Es lo que convierte las utilidades de papel en ganancias reales que nos hacen felices, mientras que evitamos convertir una pérdida de papel en una pérdida real.
Exceso de confianza – En la mayoría de los casos, sobreestimamos nuestras propias habilidades y pensamos que estamos por encima de la media. Se observa mucho más cuando los mercados están al alza.
Sesgo retrospectivo – La afirmación “Yo sabía todo el tiempo que esto iba a pasar” demuestra que la retrospectiva es 20/20 y que tenemos una explicación para todo después de que el hecho ha ocurrido. El problema principal es que nos impide aprender de nuestros errores.
Necesidad de alcanzar el equilibrio – Una vez que hemos perdido dinero tomamos un mayor riesgo para recuperarlo. La necesidad de alcanzar el equilibrio puede hacer que pongamos todo en una sola canasta y probablemente perdamos aún más dinero.
Sesgo de representatividad – Incluso después de un breve período de retornos positivos en los mercados financieros, podemos pensar que el mundo ha cambiado para volverse mejor. Las personas tienden a pensar en los esquemas y estereotipos que aprendieron en el pasado. Llegan a un resultado demasiado rápido y en base a información imprecisa.
Falacia del jugador – Aquí, las probabilidades efectivas son ampliamente subestimadas o sobreestimadas. Esto puede significar que, en base al supuesto (falso) de que los precios están a punto de caer, vendemos demasiado pronto y viceversa (asumiendo que los precios se recuperarán pronto, aunque (todavía) no lo van a hacer.
Sesgo de encuadre – Las decisiones se basan en gran medida en cómo los hechos son representados en términos estadísticos. Por ejemplo, no consideramos que “Cuatro de cada diez son un ganador” y “Seis de cada diez son un perdedor” significan lo mismo. La afirmación es idéntica pero la mayoría de la gente no se da cuenta de ello.
Evitación del arrepentimiento – Si invertimos en una acción de primera clase y no se desempeña como se espera, llamamos a esto mala suerte. Sin embargo, si invertimos en un producto de nicho que no se desempeña correctamente, tendemos a lamentar esto más que el fracaso de las acciones de primera clase. Esto es porque muchas otras personas han cometido el mismo error y, por lo tanto, nuestra decisión de comprar no parece tan errada.
Espero que te haya gustado el resumen y nos comentes con cuál de estos efectos te has topado más veces.
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¡Buen trading amigos!
No olviden que tanto para este como para los demás tipos de análisis a la hora de operar en los mercados financieros se debe de hacer de manera responsable teniendo en cuenta aspectos como la gestión monetaria y la gestión del riesgo para poder gestionar de una manera adecuada y eficiente su cartera de valores, considerando además otros aspectos como el broker con el que se invierte, psicología entre otros muchos factores.
Un saludo, formese en análisis bursátil para conocer que acciones comprar en bolsa y buen trading.