Los resultados empresariales son fuertes, la macro está en la mejor situación de los últimos años y los bancos centrales seguirán apoyando a la economía para evitar una grave desaceleración. Hasta aquí todos conformes. Sin embargo, la incertidumbre política en torno a Donald Trump está provocando un gran desplome del dólar. El mismo Donald Trump, a principios de febrero mostró gran preocupación por la fortaleza del dólar y esto generó un fuerte giro bajista de la moneda. En una entrevista en el diario Wall Street Journal dijo: "Nuestro dolar se está valorizando mucho y, parcialmente, es culpa mía porque la gente me tiene confianza". "A la larga, eso será un daño", admitió.
Y es que el Dollar Index reaccionó con mucha fuerza a la victoria de Donald Trump. Sus promesas electorales de un fuerte aumento del gasto público, reducción de impuestos, así como apuestas por el proteccionismo auguraban fuerte repunte de la inflación, subidas de tipos por parte de la FED, y ello llevaría al Dólar a subir con fuerza. Sin embargo, las promesas no se están traduciendo en medidas y el Dollar Index ha vuelto a la zona de mínimos de 2015 y 2016. En el gráfico podemos ver cómo el índice está cotizando en importante zona de soporte y el RSI semanal está en los niveles más bajos de los últimos 10 años.
Ayer comentábamos que el euro cotizaba en resistencia de 1.20 y, mientras no se superase, la volatilidad en los mercados debería estar controlada. Hoy podemos decir lo mismo del Dollar Index. Si se mantiene sobre la media de 200 semanas y mínimos de 2015-2016, los mercados deberían mantenerse "tranquilos". Si pierde el nivel de 92 puntos (mínimos de 2016) podría corregir un 3%-5% adicional hasta el siguiente soporte, que situamos entre 88.5 y 89.5 puntos, donde el Dollar Index marcó máximos en el periodo 2008-2010. Si esto ocurre, las bolsas europeas podrían corregir y entendemos que tampoco sería beneficioso para los mercados de Estados Unidos. Una moneda débil beneficia en primera instancia por mejorar la competitividad, pero en el momento en el que una moneda no sólo es débil sino que los inversores empiezan a apreciar que puede estar en caída libre por factores no económicos sino políticos (como puede ser el caso), los inversores hacen caja y retiran la confianza en cualquier activo en dólares.
Prueba de esto último es que un inversor europeo que haya invertido este año en el Dow Jones, que ayer cerró en máximos históricos, no sólo no ha ganado el 11.40% de revalorización del índice, sino que acumula pérdidas del -0.98% por culpa de la depreciación del dólar este año. En definitiva, si el dólar se frena en este soporte y se gira al alza, será positivo para todos los mercados de renta variable en general. Para las bolsas europeas porque los beneficios empresariales no se verán tan afectados, y para las bolsas de Estados Unidos porque los inversores extranjeros dejarán de perder dinero por el efecto divisa.
Al igual que a lo largo del año hemos comentado que un petróleo estable, en torno a 50 dólares, es lo más beneficioso para los mercados, todo apunta a que un euro-dólar estable, en torno a 1.15, también sería lo que más aplaudirían los inversores de uno y otro lado del atlántico.
Pero no sólo estamos ante un verano extraño por el comportamiento de las divisas. A principios de año, la mayoría de análisis apostaban por la paridad entre el dólar y el euro, y hoy está el par cotizando un 18% por encima de estas estimaciones y el consenso ahora es que nos iremos por encima de 1,20. Está además siendo un verano extraño por el comportamiento de los índices. Hay muchísima divergencia en el comportamiento de los sectores o de las acciones dentro de los índices. Ayer por ejemplo vimos que el Dow Jones cerró en máximos históricos (por primera vez por encima de los 22.000 puntos) con una leve subida del 0.24%. Esta subida significa un repunte del índice de 52 puntos, de los que 48.5 los aportaron las acciones de Apple que subió un 4.73%. El resto de acciones apenas subió, como demuestra el hecho de que el S&P500 (donde Apple pesa menos) subió sólo un 0.05% y, sobre todo, lo demuestra la caída del 1.08% del Russell 2000 (índice de pequeñas compañías de Estados Unidos). En el gráfico siguiente podemos ver que el Russell 2000 no está siguiendo la tendencia del Dow Jones y se acerca a niveles de mínimos junio y julio.
Por tanto, si el dólar se estabiliza en los niveles actuales, los inversores deben mantener el apetito por el riesgo, pero hay que extremar la precaución por si se producen recortes adicionales a los que estamos viviendo en muchos índices desde marzo. Siguiendo con el diferente comportamiento por sectores o tipo de compañías, podríamos decir que estamos en una situación idónea para apostar por compañías o índices de menor volatilidad. Estas compañías se comportan mucho mejor en situaciones de incertidumbre, y para este verano pueden ser buena opción. Actualizo el comportamiento de este año del S&P500 low volatility (amarillo) frente al S&P500 High Beta (blanco). En el gráfico comparativo podemos apreciar que en las dos últimas sesiones las compañías de mayor beta (más arriesgadas) corrigen con fuerza en la última semana (-2.46%) mientras que las de baja volatilidad suben algo más de un 1%.
Por tanto, si el dólar pierde niveles actuales, las compañías de corte más defensivo seguirían comportándose mejor mientras que si el dólar rebota, las más arriesgadas volverían a liderar el mercado. Mantener en la situación actual un sesgo más defensivo por lo que pudiese pasar parece tener lógica. El único riesgo que tendríamos estando en sectores más defensivos sería subir menos que el mercado. Pero lo que sí que tenemos claro es que la situación actual, que es la que hemos resumido en la primera frase, no nos invita a no tener riesgos en cartera.
El artículo original se encuentra en el Blog de Unicorp Patrimonio S.V.
(http://blog.unicorppatrimonio.es/)