Europa se hizo como un proyecto para reforzar la democracia y debilitar los nacionalismos que habían provocado dos guerras mundiales. Particularmente importantes eran la sumisión de Francia y Alemania, los paises más combativos, al proyecto de la Unión Europea. En el lento proceso de integración, se decidió atar nuestra suerte para siempre creando el Euro, que tiene una disposición discutible , desde el punto de vista de la libertad de elección, base de la democracia: una vez dentro un país no podía abandonarlo libremente. En un club en el que se puede entrar y no salir, una mente abierta recomendaría quedarse fuera. Pero el entusiasmo obvió estas delicadezas, el empuje de Alemania para lograr su Unificación asustó a Francia, que se vio enfrentada de nuevo a la Gran Alemania del pasado; a Mitterand, presidente de la republica, no se le ocurrió mejor solución que exigir a Alemania que entrara en el euro y abandonara su fuerte y temido Marco, una manera - se creía - de maniatar uno de los brazos de Alemania. El tiro salió por la culata. Además, Francia presionó para que los paises del Sur se incluyeran, porque le ponía los pelos de punta pensar que ella estaría fijada monetariamente a Alemania mientras los demás países débiles podrían ajustar a voluntad sus tipos de cambio, sometiéndola a un constante pérdida de competitividad.
Obviamente el Euro no es muy democrático, si descontamos la participación de los miembros en el Consejo de Gobierno del BCE - que no significa mucho, dados los filtros que hay entre los escalones anteriores hasta llegar a dicho Consejo. El Euro te obliga a someter tu soberanía monetaria al BCE, y por ello, inmediatamente, tú soberanía fiscal, que por muy decidida que esté parlamentariamente en cada país, es manca en el sentido de que no cuenta con un Banco Central emisor de última instancia, lo que puede afectar y afecta a los tipos de interés a los que se financia el Estado nacional y demás sectores, porque el tipo de interés del Estado es el suelo de los tipos de interés privados. Esto se vio claramente en la crisis de 2012, cuando las primas de riesgo de españa italia Grecia y Portugal superaron a la de Reino Unido, un país con banco central emisor propio. Nadie temía una crisis de default de RU, sabiendo que el Banco de Inglaterra compraría la deuda británica para mantener su precio.
Un euro en Alemania no es igual a un euro en Italia, lo que es una contradicción con la definición de “un euro es un euro”. Si la deuda italiana ha de pagar más tipo de interés que la alemana, no inspira la misma confianza y no tiene el mismo valor como activo o portador de valor. Por supuesto, un italiano puede ir a Alemania con sus monedas y cambiarlas por euros alemanes, pero seguramente por un depósito, al italiano le cobrarán una prima diferencial que por un depósito alemán, si es que dispone de él. Los bancos alemanes saben que un instrumento que viene de Italia tiene primas adicionales sobre su homólogo alemán.
¿No es lógico que así sea? En el gráfico, las posiciones deudoras-acreedoras de los países en el sistema de compensación de créditos y débitos de pagos líquidos, TARGET2, donde se ve que todos somos deudores de Alemania, pero especialmente Italia y España, todos frente a Alemania, por casi un billón de euros. Lo lógico es que no hubiera saldos, pues lo que quieren decir es que el país Italia ha de liquidar una cantidad que se ha demorado en hacer liquida.
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Algunos dicen que éstos saldos no representan nada, porque no se va a exigir su cobro, pero Alemania no dice eso. Alemania dice que eso es deuda, y que la deuda española oficial hay que sumarle 400 mm €.
¿Cómo se forman y aumentan estos saldos? Según Paul de Grauwe,
Cuando los mercados de bonos soberanos en la eurozona se ven afectados por el miedo y el pánico (como lo han hecho desde 2008), los tenedores de bonos venden los bonos de los países que desconfían y compran los bonos que se consideran seguros. Esto tiene el efecto de elevar los rendimientos de los bonos del gobierno de los países de los que se desconfía y reduce los rendimientos de los bonos de los países seguros. Por lo tanto, los movimientos de los rendimientos de los bonos del gobierno pueden usarse como indicadores de movimientos de miedo y pánico (ver De Grauwe & Ji, 2012). Cuando surgen tales movimientos especulativos, es probable que observemos desequilibrios en Target2. Las crisis de deuda soberana tienden a extenderse a las crisis de deuda en general. Así, por ejemplo, cuando España fue golpeada por una crisis de deuda soberana, los deudores españoles privados también se vieron atrapados por la crisis, es decir, los acreedores extranjeros, dicen los alemanes, dejaron de renovar sus préstamos a las instituciones financieras españolas. Estos recurrieron al Banco de España para obtener fondos, y los acreedores alemanes descargaron sus reclamos al Bundesbank. Por lo tanto, en tiempos de pánico y miedo, tanto los diferenciales entre el deudor y los países acreedores aumentan y los desequilibrios aumentan.
Por lo tanto, las posiciones del TARGET2 nos delatan desequilibrios potenciales ante los cuales que los operadores se ven impulsados a actuar, cubriendo sus posiciones o vendiéndolas. Eso al final se traduce en movimientos frente a sus bancos centrales, que ven aumentar (disminuir) su posición el el TARGET2. No es casualidad que Italia y España ocupen el lugar más destacado en los pasivos. Obsérvese que no hay ninguna relación entre estos movimientos y la balanza de pagos, siendo la de España de saldo positivo, pese a lo cual es deudor en su saldo frente a TARGET2.
Luego el euro no es una moneda que de confianza por igual, pese a tener el Banco Central “más fuerte del mundo”. No lo es porque cada deuda soberana necesita de un prestamista de última instancia que no lo puede ser el BCE, como queda patentemente demostrado. La cesión de la soberanía monetaria a un ente supranacional ha supuesto también la transferencia de soberanía democrática de los paises miembeos, no a un parlamento, sino a un Banco Central no ha sido ejemplar, cuando se inmiscuyó en acciones de gobierno e incluso en remover el asiento de jefes de gobierno (Italia, Berlusconi) con la complicidad de Francia y Alemania. Estos hechos demuestran que el Euro es disfuncional, y que para sostenerlo ha sido necesario transgredir leyes nacionales y Tratados Europeos. Y esa disfuncionalidad no ha desaparecido. Europa no ha conseguido un acuerdo para las reformas que harían del euro una moneda más estable y confiable. Pero esos acuerdos se han chocado de frente con los sentimientos soberanos más fuertes, casualmente Alemania, y Francia, los paises cruciales para acuerdos de esta envergadura. Hemos visto recientemente atisbos de una nueva crisis de deuda como resultado de la elecciones italianas. No esperemos que el BCE tenga potencia de fuego suficiente para cubrir todos los flancos de riesgo de que las acciones especulativas desborden la capacidad de las autoridades. Todo esto se traduce que para que el euro tenga más potencia y eficacia, habría que ceder más, quizás TODA la soberanía, a unas instituciones supranacionales no exactamente amadas por los pueblos europeos. Hay diferencias culturales que no se pueden soslayar, no absorber, no laminar, son grandes fricciones. El mecanicismo de la Unión tiene evidentes límites. Esos límites están en contradicción con el discurso oficial emanado de las autoridades, que cada vez suena más hueco. Lo malo es que disolver el euro se antoja imposible, dada la dislocación de las deudas entre los paises miembros. Sin embargo, Italia tiene como programa de gobierno salirse de él, con la correspondiente quita de deuda. Eso sería el disparadero del estallido del euro que sería difícil de contener. Si Italia renuncia a esas pretensiones, como Grecia, y se somete, seguiremos en la mediocridad que nos marca la disfunción eurista. Véase el marasmo griego, o italiano. En definitiva, el euro no es democrático, y su perfeccionamiento tiende a reducir nuestra democracia. No se han tenido en cuenta los caracteres tan diferentes de los pueblos, se ha olvidado que primero es la nación, luego la democracia.