God created gold. And if God hadn’t, then,
you will have to invent it. (Antal Fekete)
I
Sobre las buenas propiedades
del oro
Para defender las propiedades del oro como buen dinero que sirva de base a un sistema monetario globalizado anclado al metal precioso es necesario recurrir, en primer lugar, a la Ley de Gresham. Según este principio monetario, dicho de manera sucinta, o el oro es atesorado o el oro se marcha de la economía (en palabras de Anderson). Es decir, el oro como dinero es un perfecto indicador del estado de salud de una economía (conste que no digo que Bit Coin cumpla o no cumpla citado principio).
Lo más relevante del oro como base de un
sistema monetario es la disciplina que genera en todos los agentes económicos.
Con el poderoso incentivo de abandonar la economía, el oro crecerá en aquellas
economías que cumplan ciegamente con los requisitos necesarios para que éste
sea atraído a sus fronteras, dejando aquellas economías que resultasen más
permisivas. Así, por ejemplo, una economía que haya descontado en exceso (a
través de un poco prudente sistema bancario) una serie de activos entregando
promesas de pago convertibles en oro, en el momento en que esa expansión
crediticia explote los agentes económicos no tendrán tanta riqueza en oro como
flujos de caja futuros esperaban generar con sus inversiones, parte del oro habrá
sido expulsado de la economía a una que haya guiado su sistema crediticio de
manera más prudente.
Lo importante del oro es que hace coincidir,
en suma, que se atiende los descuentos pactados en sus cuantías y en su valor,
además, en su correcto plazo. En el momento en que esta férrea y estricta
regulación se incumple, el oro abandona las fronteras. Por ello, resulta osado
pensar que un sistema crediticio sin regulación alguna (un sistema free banking) generaría, debido a la
dinámica de mercado, suficientes incentivos para el respeto de los derechos de
propiedad y de los contratos voluntarios. Es necesario, a tal fin, una
regulación mayor que la mera fiducia en los procesos de mercado – y si no
estaríamos cayendo en falacias monetaristas – y no hay mejor regulación que el
oro.
Es importante que, a la hora de acudir a la
defensa del oro de la manera estudiada bajo la óptica de aquellos que
continuaron con la doctrina de las letras reales de Adam Smith (mejorando esta
teoría), cuando confrontamos al oro con BitCoin resulta complicado usar sus
argumentos. Al cabo, estos argumentos defienden el papel del oro como regulador
del mercado crediticio, impidiendo la sobre emisión de promesas de pago puesto
que el rápido descuento de las letras le da una “señal de alarma” a los
banqueros de cuándo se ha producido esta sobre emisión, banqueros que alzarán
inmediatamente ora los tipos de interés otra los tipos de descuento. ¿Por qué
era esto? Porque en cuanto un banquero excediera los medios de pago puestos en
circulación (con la correspondiente rebaja de tipos de interés) ello revertía
en una mayor velocidad del dinero que acababa regresando al banco en la forma
de más letras reales a descontar, aumentando el tipo de descuento y regulando
automáticamente su actuación.
Sin embargo, tal debate sobre BitCoin dudo
que pueda ser llevado con éxito, puesto que nada impide bajo estos argumentos
que BitCoin pueda servir para controlar, cuantitativamente, los medios de pago
creados contra BitCoin. Nada impide que, en un sistema monetario enteramente
anclado en BitCoin, se enciendan “luces de alarma” en el sistema crediticio
(siguiendo a Lord King sobre argumentando en este sentido sobre el oro) luego
el debate no ha de llevar esta senda y aunque es un punto muy interesante a
recordar para hablar de la siguiente función vital del oro no debe hacernos
caer en el error de subestimar BitCoin. Por ejemplo, y cerrando esta
argumentación, un medio de cambio basado enteramente en el acuerdo y la
confianza de los agentes en su uso (como lo es BitCoin) podría expandirse sin
control y erradicar las garantías que existieran para controlar su valor.
Empero, BitCoin posee una característica en su configuración que impide esta
destrucción de valor, la ampliación de la dificultad del minado según van
creciendo el número de BitCoin en circulación así como la fijación de un tope
máximo de emisión.
Y es que la verdadera preocupación que
muestran los economistas monetarios que estudian el patrón oro y exigen su
vuelta en escena es acabar con un sistema monetario que está conformado
únicamente por deuda (siendo todos los
medios de pago utilizados en el actual sistema promesas de entrega futuras). A
tal fin, los defensores de esta utilidad del oro, argumentan que el oro es el
ancla de la deuda, el que impide un crecimiento de la misma sin control puesto
que debe volver, en un determinado momento, a oro. Nótese que el detalle del
debate ha cambiado, puesto que ya no es importante la cantidad de oro en
circulación, ni tan siquiera la cantidad de deuda respecto del oro, sino lo que
es importante es la cualidad que posee el oro de eliminar la deuda del sistema;
mientras que actualmente la deuda se elimina del sistema entregando billetes
bancarios que, en puridad, son más deuda.
El problema es el siguiente, ¿qué ocurre
cuando un incremento sobrenatural de la velocidad del dinero provocado por una
rebaja artificial – o más bien imprudente –
de los tipos de interés ha generado un ciclo económico y hay que pagar
esa sobre emisión de medios de pago? Bien, bajo el actual sistema la única
solución que tienen los agentes que han expandido el crédito – los bancos – es
la de liquidar sus activos con el menor descuento posible para atender sus
obligaciones. Como sabemos, a mayor expansión crediticia mayor será el colapso de
la velocidad del dinero a posteriori y mayor será la iliquidez de los agentes
económicos. Semejante iliquidez forzará a ventas con grandes descuentos lo que
acabará empobreciendo la calidad de los créditos que circulan en el sistema.
Cuando a los acreedores se les abona con más
deuda (es decir, con billetes bancarios) lo normal sería que desconfiaran de la
misma, puesto que mientras siga cayendo la velocidad del dinero y aumentando la
iliquidez en la fase de corrección del ciclo todo lo que sea, desde el punto de
vista del acreedor, refinanciar a sus deudores no es un movimiento inteligente.
Lo normal es que los acreedores quieran escapar del sistema crediticio
acudiendo al dinero, a atesorar dinero, a la espera de que vuelvan a surgir
planes de negocio rentables en los que invertir su dinero a un buen tipo de
interés con la confianza de que los activos serán sanos de nuevo. Para ello, es
necesario que este dinero que sirve como vía de escape al sistema crediticio
sea un buen dinero, tenga marketability y hoardability.
Y es aquí cuando aparece el oro, siendo el
oro el bien más líquido y que mejor permite el atesoramiento es el bien más
dinerable y, por ello, al que acudirán los agentes económicos en caso de una
crisis crediticia. O no necesariamente una crisis crediticia (cabría
preguntarnos si son estas posibles en un sistema con un patrón oro, aunque ya
anticipamos que sí lo son), pero sí ante un desajuste con los deudores que
fuerce a los acreedores a regresar al oro saliendo del sistema crediticio y volviendo
al dinero.
En definitiva, el oro es un ancla para la
deuda pues permite su extinción, permite que los agentes escapen a la continua
refinanciación a la que obliga un sistema monetario cuyos medios de pago son
todos deuda, es decir, que todo es un sistema crediticio (como el actual) y no
hay mercado de dinero en sentido puro.
II
Sobre las buenas propiedades de
BitCoin
BitCoin, por otro lado, posee unas
propiedades muy interesantes que no podemos dejar de señalar. Se señala que, en
una sociedad futura, BitCoin será mucho más manejable, mucho más transportable
e, incluso, mucho más seguro para el usuario (siendo más difícil su robo por un
tercero).
Sin embargo, querría pararme en dos de las
cualidades de BitCoin que con mayor repetición suelen utilizar sus defensores:
la cuantía finita y el anonimato de su uso. Empecemos por éste último.
BitCoin es anónimo si quieres que sea
anónimo. Esto no significa una inseguridad en los intercambios (puesto que el
propio sistema descentralizado provee para cada intercambio una serie de fedatarios públicos que comprueban el
buen funcionamiento de la transacción), simplemente significa una serie de
ventajas para sus usuarios. ¿Por qué? Porque el anonimato protege a los
usuarios de BitCoin de que, al poner en circulación sus BitCoin, estén
manifestando una forma de riqueza y se conviertan en el punto de vista de todo
avaricioso de apropiarse indebidamente de la riqueza (y ahora mismo me estoy
refiriendo al Estado). Obviamente, con el anonimato, protegemos nuestros patrimonios
de las garras de la Hacienda Pública y protegemos nuestro patrimonio de
terceros en general que no sabrán cuánta riqueza estamos manifestando con las
transacciones. Y ello sin mencionar, ya que no viene al caso, el número
inalcanzable de bienes y servicios que están fuera del mercado – por imperativo
legal – cuya adquisición nos permitiría realizar BitCoin protegiéndonos de
posibles consecuencias legales.
Por otro lado, el algoritmo de BitCoin tiene
un diseño estupendo desde el punto de vista cuantitativo. Como queda recogido
en BitCoin, la moneda del futuro, el
algoritmo está diseñado para emular al oro. En citado libro, así como también
aparece recogido en internet, se nos enseña cómo BitCoin tiene una cuantía
limitada y como el algoritmo va complicando el minado cuanta mayor sea la
cuantía de BitCoin puesta en circulación.
Sin embargo, y pararemos más adelante en este
aspecto, la configuración de BitCoin resulta excesivamente similar a la
propuesta por los economistas monetarios cuantitativistas del siglo XX,
especialmente los seguidores de Friedman. Por ejemplo, el límite estricto de
21.000.000 de BitCoin recuerda a lo que se plantea Eric Tymoigne en Demand for Money and Expectations,
ligando la calidad del dinero a la cantidad del dinero. Así pues, pareciera que
la cantidad de dinero en circulación pudiera determinar por sí sola el buen
funcionamiento de dicho dinero como medio para atesorar valor en el largo plazo
(o su mal funcionamiento impedirlo). En primer lugar, ya los escolásticos españoles
de la escuela de Salamanca se preocuparon por señalar la calidad del dinero
como elemento indispensable para su buen funcionamiento y, en segundo lugar,
señalar que la fijación de una cuantía sea cual sea (como si no existiera
siendo ésta infinito) no implica que el medio empleado vaya a ser deflacionario
o inflacionario. En palabras del padre Juan de Mariana:“No hay duda sino que en esta
moneda concurren las dos causas que hacen encarecer la mercaduría, la una ser,
como será, mucha sin número y sin cuenta, que hace abaratar cualquier cosa que
sea, y por el contrario, encarecer lo que por ella se trueca; la segunda ser
moneda tan baja y tan mala que todos la querrán echar de casa y los que tienen
mercadurías no la querrán dar sino por mayores cuantías.”
Me explico, usando el mismo razonamiento que utiliza John T. Harvey, el
economista Eduardo Garzón demostró que la cantidad de dinero en una economía no
tenía por qué crear inflación. Si bien su conclusión es correcta, la
argumentación que utiliza para sostenerla no es completa. Es importante dejar
señalado que crear inflación no es sencillo, por mucho que la base monetaria se
incremente. Asímismo, generar deflación tiene el mismo inconveniente, por mucho
que la base monetaria se reduzca no tiene por qué acontecer el fenómeno
deflacionario. Al final, la seña inequívoca de este fenómeno no vendrá por la
cantidad de dinero que haya en la economía, sino por el número de veces que
éste se intercambie de manos (la velocidad del dinero) y esto tendrá que ver
con el grado de liquidez (o de iliquidez) de los agentes. Por ello, el hecho de
que se fije un límite máximo de BitCoin a minar nos indica un gran fallo en su
configuración: BitCoin no tiene por qué ser una moneda deflacionaria. BitCoin
tasa el tope máximo de su cantidad pero la inflación no dependerá de ella, sino
de su velocidad de movimiento y ésta, en definitiva, se verá mermada cuando los
agentes liquiden sus posiciones y vuelvan al dinero, es decir, cuando dejen de
moverse dentro del sistema crediticio para volver al monetario. Es entonces
cuando la cantidad de dinero en circulación podría tener alguna relevancia. No
antes.
III
Sobre las cualidades del buen dinero
No me detendré de manera extensa en este
apartado sino que, simplemente, me sumaré a la definición que da José Luis
Ricón sobre las cualidades que tiene que
tener el buen dinero y las daré como válidas, que lo son, añadiéndole luego una
más al final:
En primer lugar, hemos de establecer qué es el
dinero y para qué sirve. Una definición (la mía) es que el dinero es un
invariante intertemporal, interespacial e intersubjetivo de valor. O más
correctamente, un bien es más dinerable cuanto
más se aproxime a ese concepto. Como usos, los clásicos: depósito de valor
(Debe ser capaz de atesorar valor en el tiempo, de ahí la invarianza temporal),
unidad de cuenta, y medio de cambio.
Una definición mengeriana estaría en la línea de “Ser el bien cuya utilidad
marginal decrece más lentamente o lo que es lo mismo, ser el bien más
líquido”.e ser aceptado por individuos dispersos a cambio de mercancías, de ahí
la invarianza espacial) y la unidad debe ser valorada, céteris paribus igual
por la gran mayoría de la gente (la invarianza subjetiva).
Podemos deducir de esta concepción del dinero que
aquello que tenga que servir como tal debe reunir una serie de propiedades:
- Invarianza física o atesorabilidad: Las propiedades
físicas del bien deben permanecer constantes a lo largo del tiempo.
- Homogeneidad: Las unidades del bien deben ser
idénticas entre sí.
- Bajo ratio flow/stock: Siendo el flow la cantidad
del bien producida en un periodo de tiempo y el stock la cantidad de ese bien
producida en toda la historia y que se tiene almacenada, este ratio es
indicativo de la estabilidad del dinero en cuestión. Si se produjese demasiado,
se produciría inflación. Por otro lado, tampoco debería ser un ratio demasiado
bajo: si se produjese demasiado poco, se produciría deflación.
- Empleabilidad: Su formato debe de ser práctico. Un
dinero consistente en gigantescas piedras no sería
un buen dinero.
- Accesibilidad: Una gran cantidad de personas deben
poder ser capaces de emplearlo.
A todas estas cualidades del dinero habría que añadirle una más: la
posibilidad de salir del sistema crediticio para escapar de la continua
refinanciación de deuda de losa gentes económicos y poder, así, atesorar
realmente valor en el medio elegido como dinero a largo plazo. Es decir, que
sirva el dinero para impedir que la deuda crezca y crezca sin control. Con
esto, se logra un buen funcionamiento del sistema crediticio y se generan los
suficientes incentivos como para que la Ley de Gresham se cumpla beneficiando a
la economía que opera con este sistema monetario.
IV
Sobre cómo BTC sólo las cumple
quebrando sus propiedades
BitCoin sólo cumple todas las cualidades
descritas con anterioridad cuando quiebra sus propiedades. Es decir, o bien
cuando realmente es configurado como dinero y no como sistema crediticio (en
cuyo caso entraríamos en otro debate completamente distinto y es si BitCoin
puede, realmente, servir como ancla de la deuda, siendo mi opinión que no es
posible al ser simplemente un medio de pago), o bien cuando aumenta la cantidad
en circulación para permitir el correcto funcionamiento del sistema crediticio
o bien cuando hace públicas sus transacciones para permitir, de nuevo, el
correcto funcionamiento del sistema crediticio.
En primer lugar, BitCoin tiene su mayor
fortaleza en la comunidad 2.0 de internet, una comunidad inquieta y seria, que
ha constituido ésta como su moneda y ha aceptado sus normas. Han decidido
aceptar BItCoin como medio de pago de bienes y servicios. Sin embargo, en sí
mismo, BitCoin no es nada. Su valor deriva de su función como medio de cambio.
Por ello aseguro que no es posible escapar del sistema en caso de que éste se
pusiera a refinanciar deuda, porque incluso aunque todas las inversiones de un
sistema crediticio basado únicamente en BitCoin se liquidarán (imaginemos un
balance único a nivel mundial cuyos activos, todos, se liquidan y se pagan sus
pasivos), en ese caso, el pago se haría en BitCoin, es decir, en un bien que
sirve como medio de cambio. Al final, el sistema encerraría a sus usuarios sin
ningún tipo de válvula de escape y por ello mantengo que es un sistema que
funciona como si fuera un sistema crediticio.
En segundo lugar, imaginemos que con la
fijación de los 21.000.000 logran el objetivo de reducir la velocidad del
dinero. En ese caso los precios se desplomarían. Imaginen que esto ocurre en la
situación actual. Los precios se desploman con fuerza (tenemos la velocidad del
dinero por los suelos) y nuestros bancos centrales luchando con fiereza por
lograr algo de inflación (sin éxito) para conseguir frenar el ciclo
deflacionario. Con BitCoin tal circunstancia sería imposible (puesto que no se
podría imprimir) y la iliquidez masiva de los agentes se pagaría con una
deflación – me atrevo a decir – perpetua. ¿Qué implicaciones tiene esto? Pues
que el sistema crediticio basado en BitCoin colapsaría, puesto que nadie
querría prestar dinero (ya que ese dinero se iría revalorizando de manera
rapidísima en manos del deudor) y el sistema crediticio se acabaría. ¿Por qué
esto no ocurre en el oro? Porque te permite mudarte del sistema crediticio
(letras reales y billetes bancarios) al dinero (oro).
En tercer y último lugar, ¿a quién le
interesa un sistema crediticio secreto? Si un acreedor concede un préstamo para
que el deudor adquiera una casa y quiere la casa en garantía, esa casa tendrá
que quedar “señalada” por el acreedor, gravada con una hipoteca visible a todo
el mundo, se quiebra el secreto. Así como con multitud de préstamos en los que
interesa sobremanera que el deudor esté bien identificado.
Por estas razones, no es posible que BitCoin
sea un buen dinero. Porque si quiere serlo debe configurar una manera de
escapar del sistema crediticio (y siendo un mero medio de cambio no puede)
porque si quiere montar un buen sistema crediticio sin dinero alguno (como el
dinero fiat) debe articular un sistema que permita aumentar la base monetaria
(para intentar impedir, aunque puede que no lo consiga) una crisis
deflacionista (feketiana casi) brutal y porque para que el sistema crediticio
sea eficiente deben ser las transacciones públicas. Por ello, sólo quebrando
las bondades que posee BitCoin podría ser dinero, que no lo es.
V
Sobre cómo el oro siempre las
cumplirá
Y es aquí ya cuando dejamos señalado que el
oro sí que cumple estas características. El oro se distingue de BitCoin en
tanto el deudor tiene un activo que, parafraseando a Thornton, ya no es deuda
de nadie más, ya no es una obligación de nada, eres propietario de un bien, no
titular de un derecho. Incluso aunque puedas ser propietario de un BitCoin, en
realidad, tienes una expectativa de poder intercambiar ese bien, el BitCoin.
El oro, a su vez, también puede adaptarse a
las modernas tecnologías para coger otras cualidades señaladas de BitCoin
mediante la virtualización de los certificados de oro (que aunque pueda existir
la duda de si son bienes presentes o bienes futuros, para operaciones de diario
y de poket money nos valen, usando el
ejemplo de José Luis Ricón que señalaba como ventaja de BitCoin respecto del
oro).
Al final, lo importante de un buen dinero es
que regule el sistema crediticio. Y para ello no basta con generar los
suficientes incentivos como para que los bancos sean prudentes (maniatando al
Estado, por ejemplo) sino que resulta imprescindible que los pasivos sean
convertibles en algo que quede fuera de dicho sistema crediticio. Pues bien,
ese algo es el oro. Y no puede ser BitCoin.