Vaya por delante que para aficionado, yo el primero.
Dicho esto. Sigamos.
Empezaremos fuerte para que nadie se aburra aquí.
Perdón, antes de seguir (otra) matización. Muchos inversores que se dedican a ello profesionalmente, no lo son, es decir, tienen mucho más de aficionado que de profesional. Pueden parecer lo segundo pero si rascas un poquito puedes ver que más allá del título de la tarjeta, hay poco que rascar. Pero esto ya es harina de otro costal del que podemos hablar otro día,
Centrémonos.
Entre el 99% restante de inversores no laboralmente profesionales casi ninguno tampoco puede calificarse como nivel pro. Algunos pueden pretender parecerlo pero casi seguro les faltan medios, dedicación, conocimientos o experiencia. Pueden estar en el camino, pero es un camino largo, duro y penoso en la que casi todo el mundo se queda por el camino.
Es decir, inversores "profesionales" haberlos haylos pero son una especie muy difícil de divisar.
El problema reside es que más allá de los filtros técnicos hay otro muy y muy importante que lo pasan pocos. Muy pocos. Y este es la humildad. Ya sabéis, el tradicional "solo se que no se nada".
Leyendo blogs, twitter y demás medios sociales de finanzas te das cuenta que la gran mayoría de gente no se da cuenta de los limitadísimos fragmentos de realidad con los que construyen sus opiniones y por tanto sus tesis de inversión. Vaya, que practican lo que vulgarmente se conoce como cuñadismo, hablar como sabiendo mucho sabiendo más bien poco.
Es increíble observar como gente que le ha dedicado 5-10 minutos a informarse sobre una empresa es capaz de autoengañarse pensando que sabe, "algo". No conoce el sector, no conoce el histórico, no conoce los detalles, no conoce nada de nada pero es capaz de afirmar con rotundidad que la empresa en cuestión vale x. Autoengaño nivel master.
Siendo mínimamente humilde uno debería ser capaz de entender que para aproximarse "un poco" a la verdad uno tendría que dedicar semanas (no días, no desde luego horas o minutos) a estudiar una empresa y su entorno en cuestión. Y todo ello armado con unos conocimientos no marginales sobre contabilidad, macroeconomía y en cada sector, pues eso, un cierto expertise en cómo funcionan las cosas en esa industria.
Hay algunos afortunados que en seguida se dan cuenta de lo imposible que resulta tener un criterio propio bien formado.
Y dan entonces un segundo paso, inteligente pero peligroso. Tomar opiniones/conclusiones de prestado. Es decir, escuchar lo que dicen "repuntados" inversores
Y eso tiene sus riesgos ya que normalmente solo conoces el veredicto, la frase final, la materialización de un pensamiento inversor ajeno. Y es casi tan peligroso como tener uno poco informado propio. Si te lo prestan te lo crees y punto. No puedes juzgarlo porque no sabes cómo se forma, no puedes seguirlo porque no sabes de que está hecho.
Si varían muchos los supuestos iniciales estas absolutamente perdido porqué no sabes ni puedes improvisar.
Otro punto a parte es el descaro con el que algunos profesionales (poco profesionales) dan a conocer al mundo sus opiniones vistiéndolas de un falso glamour (y normalmente escaso rigor).
Es increíble leer a inversores (y/o comunicadores), aficionados y/o profesionales, dar recomendaciones sobre temas complejos desde la más absoluta improvisación, desconocimiento y/o falta de humildad.
Todo el mundo tiene derecho a tener una opinión, es cierto.
Pero no nos engañemos y pensemos que son algo más que eso, opiniones ligeras formadas con un par de detalles, un estado de ánimo y un carro enorme de confianza.
Y sobretodo, no nos juguemos nuestro dinero con ellas, tan difícil de ganar y tan fácil de perder.
Saber todo lo anterior, o al menos intuirlo parece que puede ser uno de los primeros pasos para dejar de ser un aficionado.
Al menos, sabemos por dónde empezar.
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