Arbitraje era la palabra favorita de mi viejo profesor de Finanzas. Nos decía que siempre que preguntase algo en voz alta, respondiendo "arbitraje" tendríamos un 50% de posibilidad de acertar y ganar un punto - que anotaba meticulosamente - para la nota final. Y así era.
Si nos insistía tanto en este término, es porque quería prepararnos para ser capaces de cazar esta rareza de la jungla de las finanzas que raras veces se nos presenta, y que permite a quien esté atento, materializar ganancias con riesgo cero.
Arbitraje se define como la posibilidad de comprar y vender simultáneamente un mismo bien a dos precios distintos, obteniendo un beneficio instantáneo sin riesgo alguno. Esto parece contradecir la hipótesis del mercado eficiente y la ley del precio único, y así sería de no ser por una condición "sine qua non": el arbitraje solo puede existir durante un período corto de tiempo, y a medida que los diferentes individuos lo explotan, su potencial va desapareciendo ya que el precio de los dos bienes tiende a igualarse.
Un arbitraje es por tanto como avistar un animal raro y esquivo, o una estrella fugaz. Y beneficiarse de él casi imposible, pues la mayoría apenas dura unos segundos o minutos. Puede haber arbitraje con bonos, acciones, forex, materias primas... incluso la reventa de entradas de fútbol puede considerarse arbitraje, aunque esté prohibida.
Pero un caso donde a menudo es posible encontrar buenas oportunidades son las ampliaciones de capital, debido al poco volumen negociado de los derechos de suscripción y al desconocimiento de buena parte del inversor minoritario de los pormenores de dicha operación. En fechas recientes hemos tenido los ejemplos de Inypsa o Prisa, donde, sobre todo en la segunda, hubo una interesante ventana temporal para adquirir acciones a 1.40 mediante derechos cuando las reales cotizaban a 1.60-1.80.
Veamos ahora un ejemplo práctico de actualidad con Natra, fabricante de productos de cacao que cotiza en el Mercado Contínuo. No voy a entrar en analizar la empresa pues no viene al caso. Basta saber que la acción ha venido cotizando entre los 0.40 y los 0.50 euros en los últimos meses.
Natra lanzó en 2016 un proceso de ampliación de capital mediante un bono convertible (ES0165515117), con vencimiento en 2023, y canjeable en acciones a partir de 2018. Dicho en lenguaje sencillo: el propietario del bono recibe los intereses hasta 2023, pero puede elegir canjearlo por nuevas acciones quedando así saldada la deuda de Natra.
Ahora viene lo interesante: un bono permite suscribir 1000 acciones a un precio de 0.13€/acción. Los bonos de Natra se venden por 165 euros según las últimas operaciones. De modo que comprando un bono, y desembolsando 130 euros más, se pueden suscribir 1000 acciones de Natra a un precio efectivo de unos 0.29 por acción, y venderlas en la bolsa, donde cotizan hoy a 0.46, obteniendo 0.17 por acción sin riesgo alguno; ¡hasta un +58% de beneficio!
Esto es una oportunidad clara de arbitraje que tiene dos inconvenientes:
-la liquidez de los bonos es muy baja, y no es posible comprarlos en todos los broker
-la conversión en acciones no es inmediata, ha de hacerse bajo solicitud expresa en las fechas indicadas (1 vez al trimestre)
De modo que pese a no ser un caso de arbitraje inmediato, representa a priori una muy buena ocasión para quien esté dispuesto a explotarla.
La ley del precio único nos advierte de lo que debería ocurrir si muchos inversores empezasen a hacer lo mismo: la acción debería converger hacia los 0.38, o el precio del bono subir. Por otro lado, en favor del accionista actual, juega el hecho de que buena parte de los bonistas serán instituciones financieras e inversores grandes que no están interesados en vender el bono, ni en convertirse en accionistas canjeándolo.
Será interesante ver cómo afectan estos bonos convertibles al precio de Natra. De momento, ante la entrada de las primeras acciones en marzo de 2018, el precio cayó desde los 0.50 hasta tocar los 0.40 en marzo.