La esterlina se ha pegado un buen batacazo después del Brexit, como vemos aquí:
Aparte del herido orgullo patrio, esto es un reacciona lógica al cambio de expectativa y al aumento de incertidumbre sobre cómo van a ir la cosas desde ahora. Recordemos que la variable más elusiva pero importante de la economía es la formada por las expectativas sobre el futuro, y cómo influirán en ese futuro los cambios que en ellas.
Sin embargo, de momento, como dice Roger Bootle, la depreciación de la libra ayuda a paliar los costes de ajuste a la nueva situación. Y ayuda desde dos planos distintos. El comercial y el financiero.
1) En el comercial, ahora el exportador británico ve que por el mismo precio en dólares, recibe más libras. Antes recibía 1£/1,5$ (0,66) y ahora 1£ por cada 1,3$ (0,77). Sus ingresos en libras han aumentado. Los trabajadores de ese exportador puede que reciban una compensación extra, pero en todo caso el margen de explotación habrá subido y la capacidad de invertir y contratar también.
El importador, por el contrario, que paga al proveedor en $, ve que por cada precio en libra debe poner más dólares, por lo que importe: antes 1,3 £/$ Y ahora 1,5 $. Tendrá que subir el precio interno en libras si quiere conservar su ingreso unitario en £, dependiendo del poder de mercado que tenga. Pero en todo caso sus ingresos bajan, su mercado se estrecha, e incluso puede verse obligado a despedir gente o reducirle el sueldo.
Por lo tanto, hay un trasvase de demanda y de recursos de las importaciones, que se encarecen, a las exportaciones, que se abaratan, y lo mismo pasa en los componentes de la demanda interna, en que se reducirá las importaciones y todo lo que se componga de ellas.
2) En el plano de las finanzas, también se producen ajustes importantes. Los activos internos en libras son ahora más baratos en dólares, lo que aumentará su demanda del exterior -habrá más entrada de capitales privados. Eso ayudará a financiar los desequilibrios de balanza de pagos con más facilidades, y dará más confianza al inversor exterior a más largo plazo.
En suma, el tipo de cambio es la síntesis de todos los precios internos en relación a los externos, y, como decía Friedman (1953)*, es más sencillo cambiar éste que cambiar todos uno a uno, que es lo que se pretende, inútilmente, con la devaluación interna.
Por supuesto, hay riesgos. El principal es que la devaluación se convierta en una costumbre, genere una inflación, y cree más problemas que los que soluciona en principio. Eso depende del rigor con que le gobierno gestione la política monetaria, de la que el tipo de cambio no es más que una parte.
Pero en la situación actual de incertidumbre ampliada por el Brexit, y de un gran déficit de balanza de pagos, la caída de la libra solo puede ayudar a suavizar el ajuste. En todo caso, no hay una relación directa entre devaluación e inflación, como pretendem algunas escuelas. Como he dicho, depende de la relación interna a los focos de inflación que se generan, que no son sistemáticos sino en países de tradición de inflaciónes altas.
(*) "The case for flexible exchange rate"