Yo soy un boquerón. Tanto geográfica como financieramente. Esto es, un pequeño inversor que utiliza sus propios medios y conocimientos para desenvolverse en el océano de la inversión. Mi tamaño es minúsculo y estoy igualmente acompañado de otros millones de pequeños peces. A su vez, en el mismo mar se mueven unos pesados tiburones, grandes y fuertes, pero quizá poco ágiles.
Entonces, mi pregunta es: ¿tenemos los pequeños alguna posibilidad de sobrevivir en este medio o sólo serviremos de pasto a los grandes?. La duda nos surge porque parece que en este complicado mundo sólo los grupos más preparados con más medios y con capacidades casi de genios, saldrán adelante. Parece que los pequeños estamos aquí como meros aficionados y a poco que nos descuidemos seremos devorados por los poderosos y eficaces profesionales.
Pues creo que sí lo haremos. Nosotros los boquerones no tenemos la ayuda de un equipo de analistas que nos estudien las empresas, ni potentes medios tecnológicos que nos ayuden con el trabajo mental, ni acceso a información privilegiada. En fin, que tenemos lo que tenemos, pero en cambio hay una serie de motivos que nos permitirán el vivir e incluso prosperar. Primero, está nuestro tamaño que nos da una agilidad y versatilidad que no tienen los grandes tiburones financieros. Nosotros nos podemos mover más rápidos, más ágiles y también más silenciosos. Si descubrimos una buena zona de pesca no tenemos que preocuparnos que al llegar otros acudan también en masa y la ventaja desaparezca. Igualmente, si vemos que lo mejor es salir del lugar porque ya parece agotado, nadie se percatará y emprenderá la huida desbocada que perjudica a todo el mundo. Los grandes tiburones en cambio, son más lentos y menos veloces, son fácilmente observados y sus movimientos rápidamente descubiertos. Si un tiburón comete un error será presa fácil de los otros tiburones e incluso de algunos de los boquerones que se den cuenta.
Nosotros tenemos otra gran ventaja en nuestra reducida dimensión. Podemos aprovechar cualquier bocado, sea grande o chico. Un gran tiburón no puede alimentarse de una oportunidad pequeña aunque sea muy sabrosa. Nosotros en cambio no le hacemos ascos a nada, ni grande ni chico, todo nos alimenta y de todo podemos aprovechar.
Otra gran ventaja que ha aparecido para los pequeños es que hemos descubierto un lenguaje con que comunicarnos y pasarnos información. Hoy cualquiera de nosotros puede compartir lo conocido con los demás y si no tenemos un equipo de buenos analistas a sueldo, si tenemos en cambio centenares de anónimos colaboradores que transmiten gratuitamente lo que ellos han descubierto. Y a veces la información puede ser incluso más buena que la del gabinete profesional. Cómo decía Kostolany, que le transmitía sus conocimientos a cualquiera que le quisiera escuchar al calor de una buena conversación en la barra de un bar.
Eso sí, tendremos que ser prudentes. Nosotros tenemos poca carne y de un bocado pueden acabar con nosotros. Los pequeños no pueden aguantar grandes varapalos y eso nos tiene que hacer ser más cuidadosos, no cobardes, pero tampoco temerarios.
Resumiendo, que a pesar de que pueda parecer que en estas aguas sólo los grandes y fuertes pueden salir adelante. Los pequeños boquerones, sabiéndonos mover, observando con cuidado y aprendiendo de los demás no sólo sobreviviremos, sino que puede que lo hagamos de manera holgada y lustrosa.