La buena marcha de la prima de riesgo y el hecho de que los rumores de un posible rescate a España se hayan disipado por completo hacen que el Reino de España, a pesar de que el precio del bono a diez años no se haya estabilizado por completo (su interés se sitúa en torno al 4,48% en el mercado secundario aunque siempre hubo tiempos mejores, al menos en lo que al coste de financiación se refiere), haya vuelto a financiarse con total normalidad en los mercados financieros. Es más, la prima de riesgo española es ya incluso inferior a la italiana, con las implicaciones positivas para nuestro país.
Gracias a esta situación, el Ministro de Economía, Luis de Guindos, que está viviendo sus horas más felices como titular de la Cartera más importante del Gobierno, está restando importancia a los aspectos coyunturales, a los que considera de alguna manera ya superados tras cubrir el 80% de las necesidades financieras de cara al presente ejercicio, para centrarse en los aspectos estructurales en lo que a financiación del Tesoro se refiere de cara a futuros ejercicios.
En este sentido, Guindos ha insinuado la posibilidad de emitir nuevas fórmulas de financiación: en primer lugar, bonos a 50 años, con el objetivo de cubrir las necesidades financieras a más largo plazo. En la actualidad, las emisiones a más largo plazo son las que se emiten mediante obligaciones a 10 años, que, en la última subasta, tuvieron una rentabilidad de 4,503% (no confundir con el 4,48% mencionado en el primer párrafo, ya que se trata de mercados diferentes), habiéndose emitido obligaciones a más largo plazo, en concreto a 30 año en 2005,2007 y 2009, y cuyas rentabilidades varían entre el 5,11% hasta el 7,6% al que estuvieron cotizando en 2012 en el mercado secundario.
En segundo lugar, la posibilidad de emisión de bonos indiciados a la inflación, una de las demandas históricas de los inversores institucionales en la última década, lo que permitiría cubrir las carteras contra la pérdida de poder adquisitivo de la moneda y que tendría dos posibilidades: ligar los títulos a la inflación europea o a la española.
Sea como fuere, el Tesoro ya está planteándose retos más ambiciosos que el simple mantenimiento de sus bonos en torno a una tasa de interés razonable en las subastas. Habrá que esperar las próximas en torno a la prima de riesgo para ver si estos objetivos son definitivamente viables y razonables.