Un argumento que los políticos del PP repitieron en 2015, y con especial insistencia en campaña electoral, es que como los ingresos tributarios han subido, ahora sí se pueden bajar los impuestos. Antes, en cambio, no se podía. Y el ministro Montoro añadió:
“Si todos pagásemos los impuestos que tenemos que pagar, se podrían bajar más rápidamente”.
Esto es absurdo, porque bajar los impuestos, independientemente de que se deba hacer o no, lo que dependerá del intervencionismo de las autoridades, es algo que siempre se puedehacer, y más aún si el partido en el Gobierno cuenta con mayoría absoluta en el Parlamento.
Es decir, cuando los políticos del PP subieron los impuestos, lo hicieron porque les pareció que a ellos mismos les convenía más hacerlo que no hacerlo, porque no hacerlo, dada la situación del déficit público por la caída de la recaudación, les habría obligado a reducir realmente de manera muy apreciable el gasto público. Y eso, de lo que les acusan sus enemigos sin razón alguna, es algo a lo que no estaban dispuestos: querían mantener el gasto, y por tanto se lanzaron al saqueo del contribuyente, en ese momento y para el futuro, puesto que irresponsablemente hipertrofiaron la deuda pública llevándola a rebasar el 100% del PIB.
Esa política fue un desastre, no sólo por la violación de la libertad de los ciudadanos, sino porque profundizó la recesión, castigó todavía más a los españoles y dificultó los esfuerzos de estos para reajustarse y preparar la hoja de ruta para la tan ansiada recuperación económica. Pero incluso los votantes del PP, incluso los que creen que su política fue buena, incluso ellos deberían reconocer que cuando los populares subieron los impuestos no fue por falta de alternativas, sino porque se eligió desafortundamente, esa.
Lo mismo sucedió cuando Rajoy anunció que iba a bajar los impuestos: no fue porque no podía hacer otra cosa, sino porque le convenía políticamente, porque la recuperación aumentaba la recaudación y le permitía mantener o incluso aumentar el ya sobredimensionado gasto público. Nuevamente, fue SU opción, y la escogió pensando en sus intereses politicos, no en el de los ciudadanos.
Lo del ministro Montoro es la típicamaniobra antiliberalde desvincular al poder de cualquier responsabilidad y trasladarla a sus víctimas, asumiendo que si no bajan más los impuestos no es porque el poder no lo desee sino por culpa de unos indeseables cuyos bienes no han podido usurpar en el grado que hubiesen deseado.
“El Estado es esa gran falacia que permite a muchos vivir a costa de todos los demás” (Frédéric Bastiat).