Hace dos años, la Troika europea, contra el aviso de FMI, le endosó a Grecia la carga de la deuda que debía, un peso imposible de pagar y con un grave lastre para volver a crecer. En Juan Laborda con quien suelo discrepar, tiene un artículo decente recordando aquel evento.
El FMI sigue discrepando de la Troika, aunque se sigue tratando a Grecia igual, exigiéndole que desvíe partidas y activos a pagar la deuda, un grave lastre para empezar a invertir. Que es lo que necesita. La ironía es que Grecia necesita gastar en inversión para crecer y tener dinero para pagar esa deuda que la Troika le ha echado a la espalda.
Europa está en una situación aparentemente buena, pero falsa, porque no ha cambiado su manera de encarar estos problemas que se van a volver a presentar, en España por ejemplo, que tiene una deuda oficial del 100% del PIB, pero que llega seguro al 140% y posiblemente más si no nos creemos ese PIB y hacemos uno de Verdad.
La relación acreedor deudor puede enfocar se dos maneras. Un jurídica, que determina que el deudor se desangre hasta que pague su deuda, lo que no puede hacer, porque quiebra antes. Entonces cabe que se deje esclavizar, por ejemplo: que done su propia persona como último bien que le queda. Y así familia si la tuviere.
La otra es la del acreedor inteligente, que sabe que jamás va a cobrar todo lo que le deben, y decide negociar con el deudor un quita que le permita volver a ganar dinero y pagar parte de la deuda. Así, el acreedor no cobrará toda, pero si una parte de la deuda. Bueno, pues Alemania no es un acreedor inteligente.
¿Y cuál ha sido el factor determinante en Europa de esa división cada vez más marcada entre acreedores y deudores? Sin duda, el euro.