No debe estar durmiendo mucho el presidente Macro estas semanas. Como tantas otras veces, Argentina se asoma al abismo. Primero eran las dificultades previstas para hacer frente a los pagos de deuda de los próximos tres años. Los 50 mm $ prestados por el FMI Penas llegan justito a cubrir tales necesidades. La crisis de la Lira turca, después, se ha enredado con la caída del peso argentino,
Como se ve en ésta bonita imagen que tomo del Financial Times. La deuda está en dólares, por lo que cada devaluación aumenta en la misma proporción la cantidad debida.
Argentina y el FMI están más o menos cogestionando esta crisis, y este último no quiere otro fracaso como el del 2001 (recuerden: corralito, corralón).
De momento, para frenar la caída del peso, Macri ha subido el tipo de interés del Banco Nacional a
¡Un 60%! Lo que sentará como una puñalada trapera a la economía interna. Entonces empieza la historia bien conocida de una contradicción: cuanto más quieres remunerar el dinero para que se quede, más desconfianza despiertas, porque nadie se cree que eso se sostenible más de unos días. En la crisis de SME, en 1992, Suecia quiso poner el tipo de interés por encima del 1000%, y le duró unas horas. Así que esto puede muy bien ser un acelerador de la caída del peso. No se debe intentar romper las espaldas al mercado sobre la cabeza de tu prójimo. Pierdes credibilidad.
No duden que los primeros síntomas de contracción de la economía lanzará a la gente a la calle, en lo que los argentinos son unos expertos. Lo cual pone en entredicho la reelección de Macri, quien, por cierto, no tiene la culpa de toda la deuda. Ésta no es muy alta para los haremos europeos, pero lo malo de Argentina y países aledaños es la escasa capacidad recaudatoria.
Se prepara una lucha titánica entre el gobierno y lo imposible. La confianza en Macri es esencial para ganar la batalla, pero siempre se intentará desde la oposición limarla. Mira por donde, se dirá la señora Kirchner.
Lo malo es ¡ejem! El mal hábito que ha podido coger Argentina de salirse de las crisis declarándose el impago. Miren que bien le salió al PIB en la crisis de 2001