"America First" es la frase con la que se resume la campaña electoral del actual Presidente de Estados Unidos. Y tras un año y medio en el mandato se demuestra que no iba de farol y todas sus políticas económicas van encaminadas a defender la supremacía de Estados Unidos en el orden económico mundial. Este año uno de los factores que están convulsionando al mercado es la apuesta de Donald Trump por el proteccionismo.
Defender sus exportaciones y, sobre todo, reducir sus importaciones, es el objetivo final de la política norteamericana. En definitiva, persigue reducir su déficit comercial. Hay varias formas en que EE. UU. podría reducir sus déficits comerciales. Alemania lo hizo recortando sus costes de mano de obra para obtener una ventaja competitiva y prestando a sus socios de la Unión Europea el efectivo que necesitaban para comprar productos baratos fabricados en Alemania.
Pero Estados Unidos está viviendo un momento dulce en creación de empleo y es muy complicado que se puedan reducir los salarios para mejorar la competitividad. La semana pasada se publicaron magníficos datos que demuestran que la economía norteamericana vive una extraordinaria bonanza económica. La tasa de paro corrigió hasta el 3.8%, nivel no visto desde el año 2000 y sólo superado en los años 50 y finales de los 60.
Los agoreros pueden decir que las recesiones siempre han comenzado con datos de paro muy bajos y, por tanto, la próxima recesión norteamericana debe estar cerca. En el siguiente gráfico podemos ver que no es así. Las recesiones no han llegado con tasas de paro bajas, sino cuando las tasas de paro han venido precedidas de repuntes confirmados de las tasas de paro desde zona de mínimos. Así ha sido en todas las últimas recesiones desde los años 50, tal y como se aprecia en el siguiente gráfico. En el mismo comparamos la evolución de la tasa de paro desde antes de 1950 señalando las fases de recesión económica. En la parte superior, mostramos la evolución del S&P500. Los dos últimos techos o inicios de crisis vinieron precedidos por el cambio de la tendencia del paro.
Evidentemente, tras las fuertes caídas de la tasa de paro, es fácil pensar que es muy probable que esta inercia acabe pronto y la tasa de paro se revierta al alza. Sin embargo, lo más destacado del último dato de paro es que las ofertas vacantes de empleo aumentaron en abril hasta 6,7 millones, máximo histórico, y superan a los 6,3 millones de estadounidenses desempleados. Por segundo mes consecutivo, la oferta supera a la demanda, algo que nunca había sucedido desde que empezaron a registrase esta serie de datos (18 años).
Con estos datos, lo más probable es que los costes laborales, en vez de reducirse para ganar competitividad, se amplíen. Esto generará inflación, y por ello la FED seguirá su calendario de subida de tipos. Alcanzarán el 3% en dos o tres años. Así pues, el Gobierno de EE.UU. es consciente de que no puede ganar competitividad y por eso apuesta por el proteccionismo. Tras la reforma fiscal, el déficit comercial de Estados Unidos se había disparado (bajadas en el gráfico) por debajo de 55.000 millones de dólares. A raíz de la imposición de aranceles, este déficit se ha corregido con fuerza más de 10.000 millones en las dos últimas lecturas.
Con estas decisiones, ha conseguido frenar las importaciones de productos, que se habían disparado al alza presionadas por el crecimiento del consumo norteamericano (mejoría clara de la situación macro). En el siguiente gráfico vemos la evolución de la serie histórica de las importaciones norteamericanas.
Y las exportaciones recuperan la inercia alcista situándose en máximos históricos.
Sea lo que fuere, está claro que los aranceles son una medida de Donald Trump para evitar que siga creciendo el déficit comercial. Este fin de semana es la cumbre del G7 y los principales temas de discusión irán encaminados a defender las consecuencias económicas que acarrearían la imposición de aranceles. Las exportaciones e importaciones norteamericanas siguen en zona de máximos históricos, y China ya lleva tiempo ampliando relaciones comerciales con Europa apostando por la nueva ruta de la seda por lo que las exportaciones que puedan perder tanto Europa como China hacia Estados Unidos se pueden ir compensando entre ellos. Lo que sí que debemos tener en cuenta es que el aumento del comercio global y la internacionalización de las empresas no es un hecho que se pueda cambiar por la imposición de aranceles. Podrán ponerle frenos a este avance, pero no se puede cambiar la inercia. Así pues, la cumbre del G7 generará de nuevo volatilidad en el mercado, pero no pondrá en peligro las optimistas previsiones de crecimiento global para este ejercicio y el siguiente que pronostican tanto organismos oficiales como privados. Y los datos actuales de la economía de Estados Unidos apuntan a crecimientos cercanos al 4% (anualizados).
El artículo original se encuentra en el Blog de Unicorp Patrimonio S.V.
(http://blog.unicorppatrimonio....)