La plaga de la rentabilidad negativa -el sinsentido de pagar intereses al prestar dinero- sigue expandiéndose a plazos cada vez mayores. Por otro lado, los depósitos no pagan prácticamente nada y están expuestos a riesgo de crédito a entidades cuya solvencia es a veces cuestionable. Una problemática sin precedentes ante la que inversores y ahorradores nos preguntamos ¿dónde y cómo invierto mi dinero de forma segura?
Como ahorradores, nuestro objetivo principal debe ser la protección de capital, pero la falta de alternativas seguras y rentables ha incentivado la toma de riesgo, la especulación, y la creación de burbujas, alentados por los incentivos monetarios sin límites y la narrativa de los aparentemente todopoderosos bancos centrales.
Como bien diría Warren Buffett, el legendario inversor, «hay dos reglas en el mundo de las inversiones. La primera regla es no perder dinero. La segunda regla es nunca olvidar la primera regla».
El dinero en efectivo, en la caja fuerte, es desde un punto de vista financiero una mejor opción que prestárselo a alguien, pero evidentemente plantea otros muchos problemas.
Los activos reales, como un inmueble, un terreno, o el oro, son una alternativa a los activos financieros, como los bonos del Estado o la Bolsa. Nuestro análisis y comparativa debe enfocarse principalmente en los riesgos, no sólo en los beneficios. Un análisis idealmente cualitativo y cuantitativo, ya que como diría un antiguo jefe mío, «invertir no es una ciencia, es un arte, pero ayuda saber muchas ciencias».
El riesgo de crédito -impago y bancarrota- debe ser recompensado por un retorno justificado, por lo tanto un bono con rentabilidad negativa es una burbuja que debemos evitar a toda costa. Un edificio ya construido no tiene riesgo de crédito y puede generar renta a través de alquileres. El oro físico tampoco tiene riesgo de crédito, un atributo clave en períodos de crisis de crédito, cuando los inversores buscan el retorno de su capital, en vez de retorno sobre su capital.
El riesgo de liquidez -obtener un precio justo cuando necesitamos vender- tiende a ser ignorado por muchos inversores, pero puede ser enormemente destructivo durante periodos de crisis. La salida de emergencia de los mercados suele ser demasiado pequeña para posiciones conseguidas y apalancadas con excesivo endeudamiento. La baja rentabilidad ha incentivando estrategias del tipo carry que invierten en productos de alto riesgo financiados con préstamos baratos. Una estrategia que puede funcionar durante un tiempo, pero puede sufrir enormes pérdidas de capital muy rápidamente.
El riesgo de dilución -la vulnerabilidad de activos de papel que se pueden imprimir de la nada- es una de las principales ventajas de los activos reales. Existen muchas otras consideraciones -como el riesgo del pasivo o los impuestos o la regulación- que influyen también en nuestras inversiones, pero en términos generales, dadas las condiciones actuales que imperan en el mercado, en mi opinión, el análisis riesgo-beneficio es concluyente en favor de ciertos activos reales, como los inmuebles o el oro, frente a ciertos activos financieros, como los bonos del Estado. Y es que en las inversiones, a largo plazo gana el que no pierde.
Aportación de Diego Parrilla, de Quadriga Asset Managers, a Value School