Especuladores, anti-patrióticos, incluso antinaturales. A los vendedores de acciones, los bajistas o contrarios al mercado, los han acusado de perjudicar el progreso de la economía, obstruir la innovación e impedir el paso de la buena marcha de los emprendedores. Los que practican el oficio de vender activos en descubierto tienen todos los números para que la comunidad financiera les ataque y duden de sus conclusiones. Sin embargo, no fiarse de los informes sobre beneficios de una compañía y de las perspectivas de su directiva es también un proceso esencial para invertir correctamente.
El optimismo desmesurado de los mercados, incitado por los llamados "toros", es más perjudicial que el pesimismo característico de los "osos", los vendedores. "Un mercado sin osos sería como una nación sin libertad de prensa" sentenció el americano Bernard Baruch y es el párrafo que precede el libro "The Art of Short Selling" de Kathryn F. Staley, considerado como la biblia para vender acciones en descubierto. En esta publicación se encuentra la recopilación de un puñado de historias financieras, ocurridas entre los 80 y 90, de empresas engañosas, malas inversiones, que han servido de inspiración a un buen número de profesionales, como el gestor de Third Point, Dan Loeb.
La conjunto de rasgos característicos de una mala inversión es el que llena el apartado más extenso del libro de Staley. El bajista busca malas compañías y éstas se encuentran entre negocios que sólo manufacturan un producto o tienen la base de su actividad en un solo recurso. Las industrias de moda, los negocios con un crecimiento histórico satisfactorio también tienen un papel destacado en el libro, sobre todo cuando empiezan a emitir señales de estancamiento. Las multinacionales con una larga cartera de activos, los cuales cuestan de valorar, son otra delicatessen de los osos; cuanto más costoso es poner precio a un producto más fácil es para un empresario engañar sobre los resultados de su negocio.
Para vender acciones en descubierto la táctica y la estrategia tienen también un papel relevante. Además de la observación metódica de los números y el escepticismo puesto en práctica. El objetivo bajista debe cumplir una serie de requisitos imprescindibles para ser una buena apuesta:
1. UN CAPITAL FLOTANTE CONSIDERABLE
El capital flotante (free float) es la cantidad de acciones negociadas libremente en bolsa. Son los títulos que no están controlados; no se concentran en manos de una sola persona, una institución o la autocartera de la misma compañía. La elección de una inversión bajista con un buen nivel de capital flotante asegura que no habrá un control del precio.
2. NI NEGOCIO NI PRODUCTO
El boom de Internet a algunos nos enseñó a desconfiar de los vendedores de humo. Los emprendedores que descubrieron la red, en la década de los 90, encontraron en la bolsa uno de los mejores aliados para financiarse. Para atraer la atención del parquet sólo eran necesarias una página web y un nombre original. Emitían acciones y se repartían beneficios por el solo mérito de engancharse a la euforia de la burbuja. Detrás, entre aburridos estados contables, el misterio era conocer la procedencia de los beneficios. El sentido común ayuda a identificar engaños como este, lo que distingue una posible buena inversión de una simple mentira.
3. UN PRECIO ALTO PARA REGISTRAR EL MÁXIMO BENEFICIO
Se tienen que atacar valores apoderados por el optimismo desenfrenado del mercado. Cuanto más altas sean las expectativas en un valor, más elevado es su precio y, por lo tanto, más alta será la caída. Hace unos años, David Einhorn explicó el caso de Green Mountain Cofee, en el Value Investing Congress, como un valor que había cautivado el mercado por las promesas que había hecho la compañía y su cotización estaba por las nubes. En cambio, el cliente final no sentía lo mismo y no compraba ni café ni cafetera. Las acciones, tras la exposición de Einhorn, tenían un largo recorrido para caer.
4. NI NEGOCIO, NI ACTIVOS PARA MANTENER EL RIESGO NOMINAL
Patrimonios que no se sostienen por ninguna parte: Un balance con un conjunto de propiedades que no son lo que parecen, inversiones infladas por los precios de mercado y participaciones en otros grupos que no han pasado un proceso de revisión. Son algunos de los ejemplos que distorsionan la realidad de un valor y amplía el margen de seguridad del inversor contrario. La cartera inmobiliaria de los bancos, antes de la crisis, es un buen ejemplo. La institución centenaria Lehman Brothers tenía menos de lo que quería aparentar, los activos tóxicos - productos apalancados ligados a la inversión inmobiliaria - distorsionaban el precio del grupo de manera descomunal.
5. EL "CASH" ES EL REY
El efectivo no engaña. Las resultados y el balance son estados contables, apartados de la realidad por una larga lista de trucos que los expertos en finanzas han ido perfeccionando con el paso de los años. Pero el efectivo es intocable y se encuentra registrado en las cuentas corrientes. La revisión del estado de flujos de caja sirve para hacerse una imagen más exacta de lo que ocurre en las finanzas de una empresa.
Desconfiar de una compañía e ir contra el mercado no es popular. Ni cuando uno es bajista, ni cuando se hace para evitar entrar en una mala inversión, en el sentido tradicional de la palabra. Esta situación se acentúa cuando se trata de una época de optimismo desmesurado, cuando cualquier propuesta es digna de merecer la financiación adecuada para sus necesidades. A pesar del largo listado de consejos y páginas de bolsa que recomiendan ponerse contrario, hacerlo no es fácil. Hay pocos analistas que se atrevan a desaconsejar acciones "populares". Ir contra la opinión pública es complicado, exento de popularidad, pero a la larga da muy buenos resultados.