He estado dudando en si darle tres o cuatro estrellas, pero me he decantado por las tres porque, aunque el libro cubre una temática de interés y me ha hecho reflexionar, también es verdad que estaba deseando que terminara.
El autor, en mi opinión acertadamente, defiende como nuestro cuerpo y mente son uno y como no somos seres friamente racionales, sino que hay una relación de retroalimentación constante entre cerebro y cuerpo, relación que además el autor detalla. En el libro se habla como las rachas o fases de ganancias elevan el nivel de testosterona en sangre, y como las rachas perdedoras deprimen la testosterona y elevan el cortisol, la hormona del estrés.
Desde el punto del invididuo, entender y reflexionar sobre esto es relevante, porque ya la toma de consciencia de cómo funciona nuestra biología puede traer cambios reales. También da algunas pautas sobre como estimular el nervio vagal -que calma el cuerpo- y reducir los niveles de cortisol. No se sorprendan con los consejos, la ciencia sobre esto no está avanzada: comer bien, hacer deporte porque actúa como analgésico sobre el cuerpo, el agua fría porque estimula el nervio vagal y no hacer cosas novedosas en tiempos de estrés, sino más bien estar en un ambiente familiar rodeado de todo lo que conocemos. Son cosas básicas sí, pero también hay que decirlas y es importante reflexionar sobre ellas.
Estoy de acuerdo con los cuatro puntos.
Desde un punto de vista colectivo, Coates comenta que el que haya una diversidad de opiniones es lo que mantiene un mercado saludable, y que los problemas vienen de cuando la mayoría opina lo mismo, ya sea optimistas o pesimistas. O, mejor dicho, cuando casi todo el mundo está bajo la influencia de la testosterona o del cortisol.
Así, habla de que en determinados momentos una población general (de operadores) puede estar clinicamente enferma por estar en su conjunto influida bajo una de estas dos hormonas. Coates habla de la necesidad de entender esto, de incorporar mujeres y operadores mayores -con menos niveles de testosterona ambos- en los esquemas de toma de riesgo de las empresas de inversión. También habla de la necesidad de cuidar la salud y psicología (ambas indisolubles) con departamentos dedicados plenamente a este cometido. En opinión de Coates, esta práctica debería ser como cualquier otra dentro de una empresa.
Y, finalmente, también señala como las políticas públicas -monetarias, fiscales, etc- no pueden dirigirse solo a tratar aspectos de la economía racional, sino que han de hacer política teniendo en cuenta la esencia biológica de la sociedad o de una población en particular...por ejemplo, estableciendo esquemas de incentivos más alieneados con la realidad humana, atendiendo a nuestros puntos fuertes y débiles. De esta manera, los bonus no deberían ser de corto plazo porque solo fomentan la elevación de la testosterona, sino a lo largo de un ciclo económico completo.
Interesante, vale la pena leerlo, me ha hecho reflexionar sobre unas cuantas cosas.
Su valoración: