Se trata de un libro sobre mercados, pero bien podría considerarse una obra literaria por las numerosas y amenas historias que cuenta Kostolany. El autor demuestra gran sabiduría y nos deja grandes metáforas para entender las cuestiones más básicas de los mercados. Al párrafo que ha destacado Hugo me gustaría añadir estos otros dos que impresionaron:
"Junto a los análisis de los gráficos, existen los análisis por ordenador. Continuamente veo con desaliento y sorpresa desagradable cómo diversas agencias de publicidad, directores de carteras de valores o analistas se jactan de que en su trabajo se dejan guiar por las predicciones de los ordenadores. De momento, a esa jactancia sólo puedo responder con un chiste: le ofrezco al ordenador los datos de una embarcación: eslora 36 metros, manga 7 metros, calado 0,7 metros y altura del mástil 5 metros. El ordenador tiene que decirme cuál es la edad del capitán. Si me diera una respuesta exacta y correcta acabaría convencido. Hasta que no ocurra así me conformo con mi ordenador privado: mi cabeza, con la cual me siento más seguro. Yo podría calcular la edad del capitán, no ciertamente deduciéndola de las características del barco, sino porque lo iría a ver, hablaría con él unos minutos y observaría sus ojos y sus manos"
"Quiero decir con ello que, finalmente, todo ocurrirá como debe ocurrir. Dos por dos son cuatro sólo como resultado final. Pero no llegamos a ese resultado final por un camino recto sino dando un rodeo. Mi lema es: en principio las cosas suceden de modo distinto, y sólo al final ocurren como se había previsto lógicamente; es decir, dos por dos son cinco (falso) menos uno (todo queda en perfecto orden). Este axioma diferencia incluso al arte de la ciencia porque un trabajo científico no podría utilizar tal sistema de igualdades. En el terreno científico dos por dos tienen que ser cuatro inmediatamente. cuando un ingeniero construye un puente sus cuentas tienen que ser matemáticamente exactas. Si se construyera ese puente de acuerdo con la fórmula 2 x 2 = 5 - 1 se derrumbaría con el 5 antes de llegar 4. Y de ese mismo modo se derrumbará el especulador (en el ominoso 5) si no tiene el suficiente temple, paciencia y, sobre todo, el suficiente dinero para esperar hasta que llegue ese indispensable "menos uno". Por desgracia, los especuladores no tienen a menudo - o, mejor dicho, casi nunca - el temple y el dinero suficientes para resistir. Como consecuencia, al final conservan la razón de su lógica, pero ya no pueden aprovecharse de ella"
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