A mediados de febrero los medios digitales hacían público casi al mismo tiempo que Facebook decidía la compra de Whatsapp por 19 mil millones de dólares, lo que supone el precio más alto jamás pagado por una empresa de este tipo, más el doble de lo que pagó Microsoft por Skype.
Analizando los datos de Whatsapp, puedo averiguar que según sus últimas estimaciones, cuenta con 450 millones de clientes en todo el mundo, y más sorprendente aún es que los servicios que ofrece se mantiene con 55 trabajadores, y mucha tecnología. Tecnología que no pasa por complicados sistemas y costosísimos equipos informáticos. Se trata sólo de un simple programa de mensajería instantánea gratuito, al menos durante el primer año de descarga por parte del usuario, que, gracias a un efecto viral, va incrementando la necesidad de instalación a medida que nuestros amigos y conocidos lo van instalando igualmente.
Aparte de las formas de pago, en las que se incluye unos 4 mil millones que serán en efectivo, 12 mil millones en acciones de Facebook y unos 3 mil millones en acciones restringidas a los empleados, todos ellos millonarios desde ese momento, sin duda, se trata de una gran operación para los fundadores y trabajadores de esta empresa, pero sin embargo, sólo ha sido capaz de crear 55 puestos de trabajo.
Retrocedamos un poco en el tiempo y fijémonos en “productividad versus desempleo”, un pequeño artículo que publiqué allá por septiembre del 2010. En él intentaba alertar de que nuestro sistema económico tiene un fallo en sus propias bases: un incremento de productividad junto a un poder adquisitivo y capacidad de consumo estables hará que tarde o temprano nuestro sistema tenga un grave problema de falta de consumo.
En términos medios, aproximadamente desde la II Guerra Mundial hasta 1975 la productividad de los trabajadores se incrementaba sin cesar, al igual que su poder adquisitivo. La demanda se incrementaba y se produjo una ganancia importante en el bienestar social con el desarrollo básicamente de los países europeos y algunos americanos. Después de esa fecha en términos medios, como indico en “Los orígenes de la desaparición de la clase media”, la productividad se sigue incrementando pero los salarios permanecen aproximadamente constantes en términos reales. El sistema, ante la falta de demanda de lo que se produce de forma incremental cada año, busca básicamente dos soluciones:
- Exportaciones a otros países promoviendo y profundizando en la globalización que tantos quebraderos de cabeza han producido especialmente a los trabajadores europeos.
- Favorecer el endeudamiento de familias, empresas y gobiernos, con lo que se podía mantener la demanda agregada del sistema de forma artificial durante un tiempo.
Tal como indico en ese mismo texto, el problema es que los países del planeta son finitos y por tanto, no se puede seguir incrementando las exportaciones de forma indefinida, ni el el endeudamiento puede continuar hasta el infinito.
La situación de crisis actual que conocemos perfectamente los españoles con el estallido de una burbuja financiera insostenible, ha demostrado de forma clara que el sistema tiene un grave problema de base.
Obviamente, el caso de Whatsapp es extremo, ya que es casi imposible encontrar otra empresa que con sólo 55 empleados pueda atender correctamente a nada más y nada menos que 450 millones de clientes en todo el mundo, pero sí es cierto que, en menor medida todas las empresas y organizaciones tienden a incorporar dosis de tecnología cada vez mayores en sus procesos productivos, eliminando por el camino una ingente cantidad de puestos de trabajo que el desarrollo y producción de esa misma tecnología no es capaz de absorber.
La productividad sigue creciendo y los beneficios de las grandes empresas también, mientras que los empleos se reducen y los salarios permanecen estancados o en retroceso (como el caso de España), haciendo que la demanda sea insuficiente para eliminar los stocks producidos por la propia economía.
O buscamos un sistema que sea capaz de hacer incrementar ambas partes de la ecuación, o nos encontraremos con que el fallo inherente al sistema económico hará saltar por los aires una cohesión social basada en el compromiso del bienestar material para todos los miembros del sistema.